domingo, 14 de marzo de 2010

Sí... Lo estoy. 1332010.

La muerte nos persigue a lo largo de toda la vida, y, curiosamente, siempre sale victoriosa.

Morir de placer... Esa es la muerte que ando deseando desde que te conocí, esa es mi muerte cuando estoy contigo. Pero nace algo nuevo que tiene que ver con el mismo sentimiento; sólo que cada vez más intenso, cada vez más placentero, cada vez más puro...
Cuando te tengo lejos, aunque sea por poco tiempo, mi corazón se encoge, se siente solo, perdido como el alma errante de un asesino por el Inframundo.
Cuando te vuelvo a ver, y nuestras tímidas y cómplices miradas se encuentran, mi estómago es invadido por mil mariposas que me empujan al abismo de tus brazos, al calor de tu aliento, al placer de tus caricias. Me puedo contener, sí, pero por poco tiempo... Me encanta cuando la responsabilidad y la razón te someten a su poder, sólo permitiéndote observarme con cariño o darme un sencillo beso, contagiándome la misma calma que hay de noche en el campo.
A menudo tengo la gran certeza de que llegaremos a nuestro paraíso, volveremos a hacer el amor y moriremos juntos en ese estallido de placer, o quizás en un llanto de emoción.
Pase lo que pase, siempre rezarán en el silencio estas oraciones:

- "Te quiero mi vida".
- "Yo también mi amor".

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