domingo, 21 de noviembre de 2010

FIN PROVISIONAL DE TIRED.

Hola chic@s.
Bueno, ha llegado el momento de dejar Tired provisionalmente.
¿Qué os voy a contar? Últimamente las cosas no van bien y necesito un poco de tiempo y olvidar muchas cosas que han pasado en los últimos días.

Muchas gracias a todos por haber estado ahí. Si alguien quiere continuar con la historia me parecería estupendo de verdad, es más, os lo agradecería.

Un besazo y hasta el próximo estreno.

Belén.

jueves, 18 de noviembre de 2010

TIRED. CHAPTER XII. EN BUSCA DE LA LUZ.

Parecía que en Labouré las aguas volvían de nuevo a su cauce.
Por supuesto, las chicas no se libraron de una charla de dos horas, en la que sólo habló la directora, siendo interrumpida indefinidas veces por Louise aunque no sirvió de nada.

Aclararon lo ocurrido, ellas no tenían nada que ver en todo este embrollo. Como conclusión, dejaron el tema zanjado, con prohibición de hablar sobre él el resto del tiempo que estuviesen allí.
Todo quedó como un desgraciado accidente del que nunca se volvería a hacer referencia.

Después de que Sor Teté las dejase marchar, llamó a Carol para hablar con ella en privado. No había terminado.

- Por lo visto me equivoqué contigo, Carolina.
Carol la miró, pero no pudo decir ni una palabra.
El caso es que salió del despacho con una actitud entre triste, extraña... y feliz. El caso es que la dire le dijo que podía quedarse en la residencia. No tenía que irse de allí.

Subió rápido al quinto y se lo contó a sus amigas, que estaban en el office comentando la jugada y la situación, a pesar de que lo tenían prohibido.
- Ahora vamos a tener a las putas monjas haciendo guardia por el pasillo todo el santo día.- Comentó Vic, algo alterada.

Carol entró en el office y les dio la noticia. Todas se alegraron mucho.
Bueno, todas excepto Aleyt.
Más tarde, Carol y Aleyt se marcharon a la habitación de esta última, como siempre.
- Yo sí que me voy a ir Carol. Verás, últimamente por mi casa las cosas no van como deberían ir, se van a tomar decisiones que nos van a afectar de forma un poco... No se, supongo que de buena forma a largo plazo, pero empezar va a ser muy difícil. También estoy agobiada con la carrera, aquí hay mucha gente, mucho ruido y mucha distracción. Creo que lo mejor es irme de la resi. También por Nacho. Sacamos tiempo de donde podemos para vernos porque entre que tengo clase por la mañana, él por la tarde y tal, sacamos tiempo de donde no deberíamos y quizá sería mejor olvidarnos el uno del otro durante el día y vernos por las noches ¿sabes?

Carol lo entendió todo perfectamente, al igual que las chicas. Así que, tres días más tarde, Aleyt dejó la residencia Labouré y se marchó a un pequeño piso por el centro, cerca de la taberna de Leyre y del Teatro Calderón.
Su salida de allí le costó más de un disgusto con las monjas, que le dijeron por activa y por pasiva que eso que hacía no era "de un comportamiento cristiano". Afortunadamente, Aleyt no creía en esas chorradas y las veía como unas viejas amargadas, mentirosas y malas. Lo que sí que le fastidió fue que se quedasen con los 530€ del mes de diciembre, que no se los devolvían porque los pagos se hacían cada 3 meses, y ella se había ido en noviembre, de modo que le faltaba un mes para cumplir el pago.

El piso le había costado encontrarlo, y cuando hubo terminado de colocar la última caja, se tiró en el sofá, y echó de menos a las chicas. Mucho de menos.
Se durmió muy entrada la noche, cansada por el llanto y el estrés que acababa de liberar.

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En casa de Nacho, la situación era desbordante. Aquello era como un campamento de verano en el cual estaban más personas de lo habitual: Genaro, Nacho, Nur, Ross, Javi, Monique y Pelayo, que venía a ver la nota de su proyecto de arquitectura.
Como era de esperar, aprobó, y con una nota excelente.

Genaro andaba preocupado por su relación con Lidia. No sabía qué quería, si algo serio, algo menos serio, nada...
Lo que sí sabía es que le encantaba pasar ratos a solas con ella, y ya habían pasado demasiados como para decir que no tenían nada.
Estaba solo en casa, y encontró a Monique en el salón.
- Hola Monique.
- ¡Hola!
- ¿Qué haces?
- Nada, hablar con mis padres por el skype. Hace mucho que no los veo...
- Claro, ¿tienes pensado volver a la France pronto?
- No lo sé. De momento no tengo trabajo, dinero el justo... Ni siquiera puedo irme a un piso y me tenéis aquí...
- ¿Es que estás mal aquí?
- No no, claro que no...
- Pues entonces te quedas ¡Y PUUUUNTO!
Monique sonrió, alegrándose de que todos los hubieran aceptado de aquella forma. Se sentía como "en casa".
- ¿Y tú que tal estás?- Preguntó la chica.
- ¿Yo? No lo sé... No sé ni en qué día vivo.
Monique no le entendió muy bien.
- ¿Qué te pasa?
- Nada, y de todo. Es que no sé que hacer con mi "relación" con Lidia, si seguir adelante, si dejarlo aquí, o que...
- ¿A ti te gusta?
- Sí, pero creo que para algo serio no. O eso creía. El problema es que me estoy pillando por ella.
- ¿Y ella por ti?
- Lo está desde el principio.
- Entonces, ¿cuál es el problema?
Monique le guiñó un ojo.

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Perry y Waka, junto con Carol y Sara, llevaban unos días inquietos.
Las dos novatas, como no les "influía" la decisión de la directora, querían investigar y descubrir qué había pasado con la monja, así que empezaron por hacerse las "hermanitas de la caridad", nunca mejor dicho, y ofrecerse para cuidar algún día a las monjas de la parte de arriba de la residencia.
Al parecer, todas aquellas ancianas tenían problemas mentales. Hablaron con la hermana superiora encargada de todo aquel follón.

Al segundo día que se acercaron por aquel piso, se encontraron con SorP., y, como eran tan inocente, le preguntaron por la monja que falleció.
- Al parecer tenía un trastorno mental producido por esquizofrenia. Dicen que escuchaba voces.

Waka y Perry bajaron corriendo al pasillo del 5º y contaron lo que sabían a las chicas.
- Alguien sabía esto... Y la utilizó- Dijo Vic muy seria.
- Sí, pero ¿quién? Y... ¿Por qué?- Se preguntó Ana.

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Aleyt estaba cenando en compañía de sus amigas de clase, Gabrielle y Laia.
Gabi, como la llamaban sus amigos, era una chica peculiar, con aspecto interesante, de estilo Coco Chanel en sus primeros tiempos y muy responsable.
Aleyt se había fijado en ella desde el primer día. Le causó buenas vibraciones y le recordaba a su amiga Momo en todo. Con el tiempo se hicieron buenas amigas.

Laia era un tema aparte. Era de procedencia mediterránea, como Aleyt, pero más al norte. Concretamente de Barcelona. Había nacido allí, y después se trasladó a Cantabria, donde conoció a Louise y a Silvia. Silvia le habló de Aleyt cuando ésta decidió cambiar a Historia del Arte, y sabía que irían juntas a clase. Desde el primer momento se encontraron muy bien y las tres se hicieron muy amigas, aunque sus ideas eran mucho más radicales que las de las otras dos.

- Bueno chicas, y lo que ocurrió fue que estábamos tan tranquilas y volvimos a recibir una nota, encontramos a la monja toda petada por el pasillo, con una cara de susto alucinante y así, sin más, se calló por las escaleras y se descuernó... Menudo susto.
- Joder vaya movidas.- Dijo Laia.
- Lo que más me sorprende es que había un hilo en la escalera, como si todo estuviese pensado para que ocurriera aquello ¿sabes? ¡Un hilo!
- ¿En serio?- Dijo Gabi abriendo mucho los ojos.
- En serio, lo vi todo.
- Pues entonces a esa monja la volvió loca alguien de la residencia que os quiere putear, y se le ha ido de las manos.
- Entonces quien hizo eso está dentro de la residencia... Y podría volverlo a hacer.

domingo, 7 de noviembre de 2010

TIRED. CHAPTER XI. ¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN LABOURÉ?


La venganza prolonga y agrava las enemistades. - Joseph Addison.

No se contentaba con divertirse a costa del sufrimiento de las demás, sino que no puede parar de pensar en la siguiente "prueba" a la que someter a las chicas... Se había deshecho de la que menos le importaba, pero... ¿haciendo que la expulsen de la residencia conseguiría su objetivo? Las cosas no le estaban saliendo bien.

Sonó el teléfono, y la conversación terminó con un "todo está controlado."

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Aleyt iba con Nacho paseando por la ciudad, y ya con dolor de cuello. No dejaba de buscar por los balcones, las ventanas o los portales un cartel que pusiese "SE ALQUILA".
Estaba desesperada. Tenía ganas de salir de la residencia, ya no solo por lo de los papeles y por Carol, sino porque le era imposible concentrarse, no podía estudiar bien, y la vida, tan poco independiente, la atosigaba.

Nacho la dejó cerca de la Casa del Estudiante, y se despidieron hasta el día siguiente. Aleyt esperaba a que el semáforo se pusiera verde sin dejar de seguir la silueta del chico, que desaparecía entre la niebla vallisoletana. Se preguntaba si sería capaz de amarle como lo amaba durante toda su vida.
De repente, el sonido de Old time rock and roll de su teléfono móvil la sacó de sus románticos pensamientos: era Carol.

- ...
- No... He llamado a algunos pisos pero no he encontrado ninguno que nos convenga. Son muy caros, o muy grandes, o de inmobiliaria, o...
- ...
- Sí. Oye, estoy llegando a la resi, ahora hablamos ¿vale?
- ...
- Ah vale, vale. Entonces nos vemos en la cena.
-...
- Hasta luego.

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- ¿Con quien hablabas?
- Con Aleyt, la chica alta de pelo rizado que tenía la casa en Alicante, ¿te acuerdas?
- Ah sí, la que se acordaba de que Manolito Gafotas era de Carabanchel, como yo jajaja.
- Em... Sí. Bueno, no me acuerdo de eso pero sí jaja.

Llegaron al portal de la casa de Ismael, pero Carol no estaba segura de querer entrar. ¿Qué dirían éstas? Se preguntaba.
Le inquietaba el hecho de tener a Aleyt buscando un piso mientras ella estaba quedando con Ismael, saltándose las clases y preocupándose muy poco por los problemas que estaba teniendo en la residencia. Pero estar con aquel chico la hacía muy feliz. Incluso había conseguido olvidar a Xoel.

- ¿Pasas?
Carol dudó un instante, porque sabía lo que ocurriría si traspasaba aquel portal.
Pero claro, era lo que quería...

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Ana y Sara intentaban estudiar en la sala de estudio del 5º, pero no lograban concentrarse del todo.
- Tengo hambre.- Dijo Sara tocándose la panza mientras miraba a Ana con cara de "¿vamos al office?"
- Yo también. Además, no consigo ni leer tres frases seguidas, llevo media hora con el título del tema jaja.
Ana se levantó y eso dio pie a que Sara sonriera y pudiera calmar las exigencias de su estómago.
Calentaron un par de vasos de leche y sacaron los panecillos con la mermelada.
- ¿Has vuelto a recibir algo?
- No... Pero no se tía, no paro de pensar el lo de Carol y Aleyt. No quiero que se vayan.
- Ni yo, ¿quién pondría la llave ahí?- Preguntó Sara muy bajito, como si supiera que alguien las podía oír.
- No lo se, pero si Carol dice que no la cogió, no la cogió, ¿por qué nos iba a mentir?

A los cinco minutos, Aleyt apareció con Silvia en el office.
Se sentaron a tomar algo con sus amigas y siguieron hablando del monotema.
- Por cierto chicas, tengo que deciros algo...
- Habla- Dijo Louise a Silvia entrando por la puerta del office.
Silvia tragó saliva, porque sabía que lo que iba a decir no sería del agrado de ninguna. Sobre todo de Louise.
- Pues... El otro día le conté a SorAn lo que estaba pasando, pero le dije que no contase nada a la directora, me prometió que no lo iba a decir y que estaría pendien...
- ¡Tú eres retrasada!- Gritó Louise.
- Como todos los de Cantabria, ejem... - Dijo Aleyt en broma para suavizar la situación.
- ¡Exacto Aleyt! ¡Conociendo a esta tía normal que pienses que somos tontos!
- Bueno Louise, no grites. Y no te pases...- Dijo Silvia con voz temblorosa.
- ¡Es que es verdad, joder! ¡Sabes que se meten en todo y vas y se lo sueltas! Es que...
- ¡Vale ya! Si lo ha hecho será porque tiene sus motivos y si le ha dicho que no va a decir nada pues habrá que tragárselo.
- Parece mentira que tú digas eso Aleyt, después de ver como se meten en tu vida. ¿Sabes que por esa confianza que les damos es por lo cual se entrometen en todo?
- Chicas calmaos, aquí lo que tenemos que hacer es pillar a la zorra que nos está gastando la puta bromita.
Vic hizo su entrada en el office. Cortó, tajante, la conversación.
- Anoche vi algo extraño. ¿Recibiste ayer una nota, Louise?
- Sí.- Dijo Louise.
- ¿Ah, sí? ¿Qué ponía? - Preguntó Ana.
- Algo así como que no me iba a ir de rositas después de no se qué... Es como algo surrealista. No entiendo nada.
- Bueno, el caso es que a eso de las 2 de la mañana escuche pasos muy lentos por el pasillo. Yo pensaba que érais alguna de vosotras y abrí la puerta despacio para daros un susto... Pero lo que vi fue a una de las monjas locas de arriba mirando la puerta de Louise. Llevaba algo en la mano. Me dio tan mal rollo que me metí en la habitación y eché la llave.
- ¡¡¡Joder Vic qué miedo!!!- Gritó Ana dando un salto de la silla.
- Yo no duermo- Dijo Silvia poniéndose muy pálida.
- ¿Hacemos una noche de CSI Labouré? jajaja.
- Tú tómatelo a cachondeo, pero yo estoy acojonada.- Admitió Ana.
- Lo digo en serio. Esta noche a mi habitación. Total, mañana es sábado, no hay que madrugar. - Propuso Aleyt.
- ¡Vale! ¡Sí por fa!- Exclamó Silvia.
- Vaya gansada. Yo me voy que pierdo el tren. Ale, hasta el domingo. - Se despidió Louise.

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Carol estaba nerviosa. No sabía por qué. Quizá la preocupación por tener que dar una explicación a sus amigas y aguantar que se rieran de ella.
Pero lo que quería sentir eran los besos que Ismael no paraba de dejarle por todo su cuerpo.
Primero empezó por el cuello, luego subió suavemente a los labios, y fue desabrochándole la camisa mientras volvía a bajar.
Era un cúmulo de sensaciones que hacía tiempo que no sentía con tantas ganas.

La fue desnudando poco a poco, delicadamente, algo que sorprendió con creces a la chica. Y ella le pidió que él también lo hiciese. Así que terminaron los dos uniendo sus cuerpos desnudos mientras se besaban alocadamente, centrándose en partes consideradas con hipersensibilidad.
Carol estaba disfrutando muchísimo, estaba latente en ella el deseo de que ese sueño, que parecía inalcanzable, se hiciese realidad. Lo deseó desde el primer momento en que lo conoció, y no se podía creer que las casualidades existiesen. Al menos no de esa forma.

Lo hicieron una y otra vez, y una y otra vez hasta que acabaron agotados.
Bueno, hasta que se rompió la magia.
Supo que el chico estallaba de placer, y no fue porque lo notase, sino porque la última palabra fue "GOL".

Carol no se pudo creer que existiese todavía gente tan... cutre.

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Las chicas cenaban la maravillosa pizza de la residencia.
- SorAn no nos quita el ojo, tía. - Dijo Ana mirando a Silvia.
- Ya me he dado cuenta, a mí no para de preguntarme si estoy bien..., ¿qué se supone que tengo que decirle? - Se preguntaba Carol, sin levantar la cabeza del plato y con el cuello cubierto por un pañuelo, ocultando las marcas delatoras.
- Ya os he dicho que lo siento. ¿Vamos a estar en la habitación de Aleyt?
- Joder... Parece que estamos en Halloween y vamos a contar historias de miedo jajaja.- Bromeó Aleyt.
- Pues más o menos... Porque yo estoy acojonada.- Dijo Ana.
- Y yo... Joder, que vi a la loca de la monja allí.- Añadió Vic.
- Bueno, por mí venid... Jajaja.
- ¿Te hemos jodido el polvo del viernes-noche con Nachito?
Aleyt miró a Carol con una cara un tanto agresiva... Y de afirmación a su pregunta.

Terminaron de cenar y subieron a sus habitaciones. Aleyt les dijo que las aguantaría a partir de las 12.
Silvia estaba acojonada, por lo que, como siempre, apareció con su manta en la habitación de Aleyt antes de tiempo.
Más tarde llegaron Sara, Ana y Carol. Vic marchó de fiesta. No le apetecía espiar a monjas locas un viernes por la noche.

A las chicas, conforme avanzaba la noche les parecía absurdo lo que estaban haciendo. De modo que decidieron irse a sus habitaciones.
El reloj marcaba las 3 de la madrugada. Oyeron que alguien llamaba a la puerta y todas empezaron a gritar como niñas asustadas.
Aleyt abrió sigilosamente y se encontró a Vic riéndose de ellas en la puerta, ya había llegado.
- ¿Aún haciendo guardia, pardillas?
- Calla anda, vaya susto, cabronaza.

De pronto, oyeron algo que a todas les puso los pelos de punta. El ascensor que no podían utilizar y que estaba reservado para las monjas ancianas estaba bajando...
Vic entró corriendo a la habitación de Aleyt y todas callaron. Se hizo un silencio absoluto.
Escucharon el temido sonido del ascensor: "piso cinco". Y unos pasos, lentos, se acercaban al pasillo donde estaban las chicas.
Carol abrió la ventana y salió al balcón corriendo, mientras llamaba, histérica, a la habitación de Paulita, la hermana de Ana.
Las demás estaban petrificadas, y el papelito se deslizó por debajo de la puerta. Sara lo cogió, y leyó: "no será suficiente con que te vayas". Se miraron con extrañeza.
- Voy a salir.- Dijo Sara con decisión.

Cuando abrió la puerta, no había nadie, pero el ascensor no se movía y la luz del pasillo estaba apagada. Pero se veía el reflejo de la luz de las escaleras del sexto. Sara salió y corrió escaleras arriba, seguida de Vic y Aleyt.
De repente, oyeron el otro ascensor, del que bajó SorAn, que subía a reñirles por estar armando escándalo.Al verlas correr, las siguió por las escaleras, ordenandoles que parasen.

Las chicas encontraron a la diminuta y anciana hermana, acalorada, andando perdida por el pasillo del sexto. Ellas sólo querían alcanzarla para que les explicara qué estaba pasando. SorAn gritó para intentar detenerlas.
La monja se dio la vuelta, y vio que se acercaban a ella, desde el otro extremo del pasillo. Intentó volver a bajar las escaleras, cuando Sara alargó el brazo para alcanzarla, y, de repente, la pequeña e inocente hermana cayó escaleras abajo.
Un hilito de sangre se deslizó por la nariz de la monja y sus pequeños ojos se cerraron para siempre.
SorAn, Aleyt y Vic se quedaron petrificadas y Sara solo pudo articular un grito ahogado.
Silvia, Ana y Carol se acercaron por el pasillo del 5º, y, al subir, se encontraron aquella sangría y empezaron a gritar.
- Sara... - Dijo Aleyt acercándose a ella.- ¿Qué has hecho?
- Yo... Yo te juro que no la he tocado.

Vic se quedó atrás, viendo como SorAn, entre tanto nerviosismo y ante tal escena, era incapaz de reaccionar.
De repente, Sara se agachó, y, al reflejo de la luz, vio que había de un extremo a otro de la barandilla, unos centímetros más alto del suelo, un hilo transparente, tensado, que fue lo que provocó que la hermana tropezase y cayese de forma tan brutal.

No se explicaban qué estaba ocurriendo allí, pero otra vez ellas serían "las culpables de todo."



martes, 2 de noviembre de 2010

TIRED. CHAPTER XI. ¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN LABOURÉ?

"Amo la traición, pero odio al traidor."

Louise llegaba a la residencia un domingo normal. Ya era la hora de cenar, y en el office había luz, por lo que supuso que las chicas estaban ya degustando la cena tan poco elaborada que se sucedía fin de semana tras fin de semana.
Entró a su habitación sin percatarse de algo que había en el suelo. Se quitó el abrigo, tiró la bufanda y abrió la maleta para sacar el taper con la suculenta tortilla de patata.
Al salir, se agachó, y leyó...

- ¿Qué tal el finde Sara?- Preguntó Aleyt mientras sorbía la sopa de sobre que había comprado el día anterior.
- Bien, pero bueno no salí mucho porque estab...
- ¡Ya os vale eh! Jajaja. ¡Payasas!
Todas se quedaron mirando a Louise sin saber a qué se refería. De repente, Vic cayó en la cuenta.
- No hemos sido nosotras...- Dijo sin hacer mucho caso.
- ¿Entonces?
- Pues... Mejor siéntate y tengamos una conversación larga y tendida. Cierra la puerta anda.
Louise hizo caso a Aleyt y se sentó. Abrió su taper y escuchó, no sin alucinar, la historia que le contaron sus amigas.
Algo estaba pasando y no era bueno.
- Creemos que es la Tutti Frutti.
- ¡Ja! La loca esa... No me extrañaría nada. Pero ¿habéis recibido más gilipolleces de estas?
- Unas cuantas. Pero tía, es que yo ni me enteré cuando me la pasaron. Quiero decir, que la vi escurrirse por debajo de mi puerta y cuando abrí ya no había nadie.- Explicó Silvia con su nerviosismo habitual.
- Eso es porque eres lenta de reflejos...- Dijo Carol.
Ese comentario no sentó muy bien a Silvia. Estaba empezando a preocuparle de verdad su pérdida de visión y se ralló pensando que el hecho de no haberse dado más prisa era culpa de su "enfermedad".

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Nacho estaba concentrado en la cocina preparando la cena para sus compañeros. No había mucho para elegir, así que calentó algo de sopa, echó unos fideos y sobras de todo el fin de semana.
Estaba preocupado por las chicas. Aleyt ya le había contado los últimos sucesos en Labouré. No era lo único que lo preocupaba, también la situación con Ross. Últimamente tenía muchos encontronazos con él y eso no le gustaba. Nunca se llevó mal con nadie, pero desde que quedó con Silvia notaba una cierta hostilidad respecto al comportamiento de Ross hacia él.
No quería calentarse la cabeza, pero necesitaba contárselo a alguien. Y justo, entró Nur.
- Hola guapa.
- ¡Hola bonito!
Aunque fuese a su bola, Nur era encantadora.
- ¿Qué haces para cenar?
- Sobras. ¿Te apetece algo especial?
- No, no. Pensaba hacer una tortilla de patata, pero ya ves donde tengo que darle la vuelta.- Nur mostró a Nacho la tapadera de la sartén. Era evidente que ahí era complicado hacerlo. Ambos rieron.
Al momento, apareció por la puerta Monique.
- Hola chicos.- Dijo con su alegre y peculiar acento francés.
- Hola.- Dijeron al unísono Nur y Nacho.
Monique cogió una botella de agua para Javi y marchó de la cocina, dejando de nuevo a Nacho y Nur.
- Tengo que contarte algo, Nur.
- Ah, dime.
- ¿Tienes tiempo?
- Claro. ¿Qué te pasa?
- Mmm- Nacho no apartaba la vista de la vitrocerámica.- ¿No notas extraño a Ross?
Nur se quedó pensativa...
- Es que... últimamente me contesta de forma brusca, o como si le molestase dirigirme la palabra, y no se si es a mí solo o... En fin, creo que serán paranoias mías, pero lo he notado a raíz de haber quedado con Silvia.
- Uf pues... No lo sé. Yo lo noto como siempre. Ya sabes cómo es. El pobre anda muy liado y se agobia enseguida, además...
- ¡Hola!- Genaro saludó con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡Genarín! - Dijo Nacho.
- ¿Qué hacéis?
- Nada hijo la cena. Estábamos hablando.
Nur le comentó por encima a Genaro lo que Nacho le preguntó, pero no le dio tiempo a dar su opinión porque aparecieron en la cocina Javi, Monique y Ross.
Se pusieron a cenar, y Nur y Genaro ya notaron la hostilidad de la que hablaba Nacho.
El tema de conversación se desvió al problemilla-bromapesada que estaba sucediendo en la residencia de las chicas.

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La mañana del lunes lucía con un sol espléndido.
Y un frío que pelaba.
La calle era transitada por un montón de gente que iba a sus trabajos, al colegio y a la facultad.
Aleyt y Sara bajaron a desayunar juntas y fueron comentando la situación con Perry y Waka, dos novatas que ya se habían enterado de lo que les pasaba a sus veteranas.
- Aquí es que las noticias vuelan, señoras veteranas.- Decía Perry con su habitual sonrisa.
- Ya... ¿Alguien más lo sabe?
- No lo se.
- ¿Y cómo os habéis enterado vosotras? - Preguntó Sara.
- Pues... Porque oímos a Silvia contárselo a alguien por teléfono, pero no estábamos seguras de que fuese cierto.- Explicó Waka.
- Bueno... Mejor que lo sepa poca gente. No vaya a ser que empecemos a acusar a gente sin pruebas.- Ese comentario fue intencionado. Aleyt quería recriminar en cierto modo que las novatas, días antes, hubieran culpado a Tutti Frutti de grabar aquello en la puerta de una novata sin saber seguro que había sido ella. Aunque Aleyt también lo creía. Pero no la veía capaz de hacer lo de los papelitos.
- Joer veterana, ¡cómo las tiras! Jajaja.- Dijo Perry.
- Por cierto.- Cortó Waka.- Anoche alguien robó la llave de la capilla.
- ¿Qué?
- Sí, sí. Y... Alguien dijo que habíais sido vosotras.
La cara que les pusieron Sara y Aleyt resolvía todas sus dudas.

Carol despertó a media mañana. No tenía ganas de hacer nada, ni siquiera tenía fuerzas para poner un pie en el frío suelo de su habitación.
Fue al baño a echarse un poco de agua en los ojos y se puso el chándal. Había quedado con Gerardo para hacer un trabajo en una sala de la residencia.
Cogió sus apuntes y bajó, sin darse cuenta de que dejaba la puerta abierta.

Sor Lulú iba por el pasillo del 5º dejando el papel higiénico por las habitaciones. En las habitaciones en las que había gente, lo dejaba en la puerta. Pero en las demás entraba y lo dejaba a un lado de la puerta.
Llegó a la habitación 514. Aleyt estaba en clase. Dejó el paquete de papel en el suelo, miró si tenía la habitación ordenada y cerró de nuevo para dirigirse a la 513.
Llamó a Carol unas cuantas veces, pero, como no obtuvo respuesta, se tomó la libertad de entrar. Dejó el papel y repitió la operación. Echó un ojo a la desastrada habitación de Carol. Cuando iba a cerrar, algo le llamó la atención.
Allí, en el corcho, había colgada una cinta azul de raso, desteñida, con una llave colgando. Era la llave de la capilla, la misma llave que había desaparecido la noche anterior.
La anciana hermana, enfurecida, se dirigió a picar la puerta de la habitación de Ana. Ésta estaba estudiando, y estuvo a punto de no abrir la puerta, pero cuando escuchó la voz desesperada de sor Lulú, no dudó y abrió:
- Hola.
- ¡¿Qué sabes tú de esto?!
Ana se quedó helada. Los ojos de Sor Lulú mostraban enfado del de verdad.
- No... No se de qué me habla.- El reflejo del sol contra la llave de acero se plasmó en los ojos de Ana.
- ¡Alguien robó anoche la llave de la capilla y acaba de aparecer en la habitación de Carolina! ¡¿Dónde está?!
- De verdad, no lo sé. No tiene clase pero no lo se.
Sor Lulú cogió el ascensor y bajó, dejando a Ana con su sorpresa en la puerta de la 501.

Carol estaba tan tranquila haciendo el trabajo con Gerardo cuando oyó el megáfono de la residencia. Se quedó extrañada.
Y más aún cuando escuchó: "Por favor, Carolina Centeno, de la 513, vaya urgentemente al despacho de Sor Teté".
- Vete si quieres. Ya lo terminamos mañana, voy a ver que quiere la puta monja.
Carol salió de la sala y fue al despacho. Allí estaba la maldita directora, seria, muy seria.
- Deberías de ir más tapada para andar por la residencia.- Le dijo como saludo.
Carol no le quiso contestar. Se miró el escote, y pensó: "es que tengo un calor de cojones".
- Siéntate.
Carol se sentó frente a la directora. La mesa-escritorio estaba llena de papeles, algunos de ellos de su matrícula, bolis, estampitas, una llave con una cinta, un rosario...
- Ha ocurrido algo muy grave, Carolina.
Carol no contestó. No sabía de qué le hablaban.
- Anoche desapareció la llave de la capilla. Una llave que está bien guardada. Pensábamos que había sido un despiste de una hermana, pero, como puedes ver ya ha aparecido.
La chica no se inmutaba, estaba confusa.
- ¿Y qué pasa conmigo?
- Carol, las personas como tú no pueden convivir en una residencia así.
Se quedó helada. Le estaban viniendo a la mente todas las cosas que estaba deseando decirle a aquella arpía.
- ¿Personas como yo? ¿Qué me pasa a mí? O mejor, ¿qué le pasa a usted conmigo?
- Tanto tú como Louise tenéis un poder de convicción que en ocasiones puede ser una virtud y, en otras, un defecto. Sé que compañeras y amigas vuestras no se han involucrado en actividades de esta residencia en las que estaban el año pasado por... no lo se, algunas ideas que les hayan podido influir...
- Insinúa que somos una mala influencia.
- Hoy nos lo has demostrado Carol. ¿Por qué robaste la llave de la capilla?
Carol no supo que contestar. De hecho no podía emitir ningún tipo de sonido. Se quedó petrificada.
- ¿Qué?
- Sor Lulú ha ido a dejarte el papel higiénico a tu habitación. Tengo entendido que la dejaste abierta y estabas haciendo un trabajo. Ha encontrado esta llave en tu habitación, la misma llave que anoche desapareció. ¿Por qué lo has hecho, hija? ¿Por diversión? ¿Quién más está metida en esto?
Carol intentaba organizar sus ideas, pero no podía. Estaba alucinando.
- He llamado a tus padres para contarles lo sucedido, supongo que querrán hablar contigo. Pero, sintiéndolo mucho, no podemos admitir este comportamiento. Así que...
- ¿Me echan?
- No quiero decirlo así, pero...
Carol no dejó terminar a la directora. Salió del despacho dando un portazo.

Aleyt estaba en su habitación haciendo unas cosas cuando alguien entró en desbandada.
- ¡Me han echado Aleyt!
- ¿Qué?
- Que me han echado...- Carol empezó a llorar.
- No llores, ¿qué te pasa? ¿Cómo que te han echado?
- Sí tía, alguien robo anoche la llave de la capilla y la ha puesto en mi habitación. Sor Lulú la vio cuando dejó el papel higiénico y se lo dijo a Sor Teté, y la dire a mis padres... ¡Joder! ¡Seguro que ha sido la maldita bastarda que nos está pasando los papelitos!
- No me lo puedo creer...
- Pues creételo...
Aleyt se quedó pensativa...
- Pues ¿sabes qué?
- ¿Qué?
- Que yo me voy contigo.