martes, 2 de noviembre de 2010

TIRED. CHAPTER XI. ¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN LABOURÉ?

"Amo la traición, pero odio al traidor."

Louise llegaba a la residencia un domingo normal. Ya era la hora de cenar, y en el office había luz, por lo que supuso que las chicas estaban ya degustando la cena tan poco elaborada que se sucedía fin de semana tras fin de semana.
Entró a su habitación sin percatarse de algo que había en el suelo. Se quitó el abrigo, tiró la bufanda y abrió la maleta para sacar el taper con la suculenta tortilla de patata.
Al salir, se agachó, y leyó...

- ¿Qué tal el finde Sara?- Preguntó Aleyt mientras sorbía la sopa de sobre que había comprado el día anterior.
- Bien, pero bueno no salí mucho porque estab...
- ¡Ya os vale eh! Jajaja. ¡Payasas!
Todas se quedaron mirando a Louise sin saber a qué se refería. De repente, Vic cayó en la cuenta.
- No hemos sido nosotras...- Dijo sin hacer mucho caso.
- ¿Entonces?
- Pues... Mejor siéntate y tengamos una conversación larga y tendida. Cierra la puerta anda.
Louise hizo caso a Aleyt y se sentó. Abrió su taper y escuchó, no sin alucinar, la historia que le contaron sus amigas.
Algo estaba pasando y no era bueno.
- Creemos que es la Tutti Frutti.
- ¡Ja! La loca esa... No me extrañaría nada. Pero ¿habéis recibido más gilipolleces de estas?
- Unas cuantas. Pero tía, es que yo ni me enteré cuando me la pasaron. Quiero decir, que la vi escurrirse por debajo de mi puerta y cuando abrí ya no había nadie.- Explicó Silvia con su nerviosismo habitual.
- Eso es porque eres lenta de reflejos...- Dijo Carol.
Ese comentario no sentó muy bien a Silvia. Estaba empezando a preocuparle de verdad su pérdida de visión y se ralló pensando que el hecho de no haberse dado más prisa era culpa de su "enfermedad".

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Nacho estaba concentrado en la cocina preparando la cena para sus compañeros. No había mucho para elegir, así que calentó algo de sopa, echó unos fideos y sobras de todo el fin de semana.
Estaba preocupado por las chicas. Aleyt ya le había contado los últimos sucesos en Labouré. No era lo único que lo preocupaba, también la situación con Ross. Últimamente tenía muchos encontronazos con él y eso no le gustaba. Nunca se llevó mal con nadie, pero desde que quedó con Silvia notaba una cierta hostilidad respecto al comportamiento de Ross hacia él.
No quería calentarse la cabeza, pero necesitaba contárselo a alguien. Y justo, entró Nur.
- Hola guapa.
- ¡Hola bonito!
Aunque fuese a su bola, Nur era encantadora.
- ¿Qué haces para cenar?
- Sobras. ¿Te apetece algo especial?
- No, no. Pensaba hacer una tortilla de patata, pero ya ves donde tengo que darle la vuelta.- Nur mostró a Nacho la tapadera de la sartén. Era evidente que ahí era complicado hacerlo. Ambos rieron.
Al momento, apareció por la puerta Monique.
- Hola chicos.- Dijo con su alegre y peculiar acento francés.
- Hola.- Dijeron al unísono Nur y Nacho.
Monique cogió una botella de agua para Javi y marchó de la cocina, dejando de nuevo a Nacho y Nur.
- Tengo que contarte algo, Nur.
- Ah, dime.
- ¿Tienes tiempo?
- Claro. ¿Qué te pasa?
- Mmm- Nacho no apartaba la vista de la vitrocerámica.- ¿No notas extraño a Ross?
Nur se quedó pensativa...
- Es que... últimamente me contesta de forma brusca, o como si le molestase dirigirme la palabra, y no se si es a mí solo o... En fin, creo que serán paranoias mías, pero lo he notado a raíz de haber quedado con Silvia.
- Uf pues... No lo sé. Yo lo noto como siempre. Ya sabes cómo es. El pobre anda muy liado y se agobia enseguida, además...
- ¡Hola!- Genaro saludó con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¡Genarín! - Dijo Nacho.
- ¿Qué hacéis?
- Nada hijo la cena. Estábamos hablando.
Nur le comentó por encima a Genaro lo que Nacho le preguntó, pero no le dio tiempo a dar su opinión porque aparecieron en la cocina Javi, Monique y Ross.
Se pusieron a cenar, y Nur y Genaro ya notaron la hostilidad de la que hablaba Nacho.
El tema de conversación se desvió al problemilla-bromapesada que estaba sucediendo en la residencia de las chicas.

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La mañana del lunes lucía con un sol espléndido.
Y un frío que pelaba.
La calle era transitada por un montón de gente que iba a sus trabajos, al colegio y a la facultad.
Aleyt y Sara bajaron a desayunar juntas y fueron comentando la situación con Perry y Waka, dos novatas que ya se habían enterado de lo que les pasaba a sus veteranas.
- Aquí es que las noticias vuelan, señoras veteranas.- Decía Perry con su habitual sonrisa.
- Ya... ¿Alguien más lo sabe?
- No lo se.
- ¿Y cómo os habéis enterado vosotras? - Preguntó Sara.
- Pues... Porque oímos a Silvia contárselo a alguien por teléfono, pero no estábamos seguras de que fuese cierto.- Explicó Waka.
- Bueno... Mejor que lo sepa poca gente. No vaya a ser que empecemos a acusar a gente sin pruebas.- Ese comentario fue intencionado. Aleyt quería recriminar en cierto modo que las novatas, días antes, hubieran culpado a Tutti Frutti de grabar aquello en la puerta de una novata sin saber seguro que había sido ella. Aunque Aleyt también lo creía. Pero no la veía capaz de hacer lo de los papelitos.
- Joer veterana, ¡cómo las tiras! Jajaja.- Dijo Perry.
- Por cierto.- Cortó Waka.- Anoche alguien robó la llave de la capilla.
- ¿Qué?
- Sí, sí. Y... Alguien dijo que habíais sido vosotras.
La cara que les pusieron Sara y Aleyt resolvía todas sus dudas.

Carol despertó a media mañana. No tenía ganas de hacer nada, ni siquiera tenía fuerzas para poner un pie en el frío suelo de su habitación.
Fue al baño a echarse un poco de agua en los ojos y se puso el chándal. Había quedado con Gerardo para hacer un trabajo en una sala de la residencia.
Cogió sus apuntes y bajó, sin darse cuenta de que dejaba la puerta abierta.

Sor Lulú iba por el pasillo del 5º dejando el papel higiénico por las habitaciones. En las habitaciones en las que había gente, lo dejaba en la puerta. Pero en las demás entraba y lo dejaba a un lado de la puerta.
Llegó a la habitación 514. Aleyt estaba en clase. Dejó el paquete de papel en el suelo, miró si tenía la habitación ordenada y cerró de nuevo para dirigirse a la 513.
Llamó a Carol unas cuantas veces, pero, como no obtuvo respuesta, se tomó la libertad de entrar. Dejó el papel y repitió la operación. Echó un ojo a la desastrada habitación de Carol. Cuando iba a cerrar, algo le llamó la atención.
Allí, en el corcho, había colgada una cinta azul de raso, desteñida, con una llave colgando. Era la llave de la capilla, la misma llave que había desaparecido la noche anterior.
La anciana hermana, enfurecida, se dirigió a picar la puerta de la habitación de Ana. Ésta estaba estudiando, y estuvo a punto de no abrir la puerta, pero cuando escuchó la voz desesperada de sor Lulú, no dudó y abrió:
- Hola.
- ¡¿Qué sabes tú de esto?!
Ana se quedó helada. Los ojos de Sor Lulú mostraban enfado del de verdad.
- No... No se de qué me habla.- El reflejo del sol contra la llave de acero se plasmó en los ojos de Ana.
- ¡Alguien robó anoche la llave de la capilla y acaba de aparecer en la habitación de Carolina! ¡¿Dónde está?!
- De verdad, no lo sé. No tiene clase pero no lo se.
Sor Lulú cogió el ascensor y bajó, dejando a Ana con su sorpresa en la puerta de la 501.

Carol estaba tan tranquila haciendo el trabajo con Gerardo cuando oyó el megáfono de la residencia. Se quedó extrañada.
Y más aún cuando escuchó: "Por favor, Carolina Centeno, de la 513, vaya urgentemente al despacho de Sor Teté".
- Vete si quieres. Ya lo terminamos mañana, voy a ver que quiere la puta monja.
Carol salió de la sala y fue al despacho. Allí estaba la maldita directora, seria, muy seria.
- Deberías de ir más tapada para andar por la residencia.- Le dijo como saludo.
Carol no le quiso contestar. Se miró el escote, y pensó: "es que tengo un calor de cojones".
- Siéntate.
Carol se sentó frente a la directora. La mesa-escritorio estaba llena de papeles, algunos de ellos de su matrícula, bolis, estampitas, una llave con una cinta, un rosario...
- Ha ocurrido algo muy grave, Carolina.
Carol no contestó. No sabía de qué le hablaban.
- Anoche desapareció la llave de la capilla. Una llave que está bien guardada. Pensábamos que había sido un despiste de una hermana, pero, como puedes ver ya ha aparecido.
La chica no se inmutaba, estaba confusa.
- ¿Y qué pasa conmigo?
- Carol, las personas como tú no pueden convivir en una residencia así.
Se quedó helada. Le estaban viniendo a la mente todas las cosas que estaba deseando decirle a aquella arpía.
- ¿Personas como yo? ¿Qué me pasa a mí? O mejor, ¿qué le pasa a usted conmigo?
- Tanto tú como Louise tenéis un poder de convicción que en ocasiones puede ser una virtud y, en otras, un defecto. Sé que compañeras y amigas vuestras no se han involucrado en actividades de esta residencia en las que estaban el año pasado por... no lo se, algunas ideas que les hayan podido influir...
- Insinúa que somos una mala influencia.
- Hoy nos lo has demostrado Carol. ¿Por qué robaste la llave de la capilla?
Carol no supo que contestar. De hecho no podía emitir ningún tipo de sonido. Se quedó petrificada.
- ¿Qué?
- Sor Lulú ha ido a dejarte el papel higiénico a tu habitación. Tengo entendido que la dejaste abierta y estabas haciendo un trabajo. Ha encontrado esta llave en tu habitación, la misma llave que anoche desapareció. ¿Por qué lo has hecho, hija? ¿Por diversión? ¿Quién más está metida en esto?
Carol intentaba organizar sus ideas, pero no podía. Estaba alucinando.
- He llamado a tus padres para contarles lo sucedido, supongo que querrán hablar contigo. Pero, sintiéndolo mucho, no podemos admitir este comportamiento. Así que...
- ¿Me echan?
- No quiero decirlo así, pero...
Carol no dejó terminar a la directora. Salió del despacho dando un portazo.

Aleyt estaba en su habitación haciendo unas cosas cuando alguien entró en desbandada.
- ¡Me han echado Aleyt!
- ¿Qué?
- Que me han echado...- Carol empezó a llorar.
- No llores, ¿qué te pasa? ¿Cómo que te han echado?
- Sí tía, alguien robo anoche la llave de la capilla y la ha puesto en mi habitación. Sor Lulú la vio cuando dejó el papel higiénico y se lo dijo a Sor Teté, y la dire a mis padres... ¡Joder! ¡Seguro que ha sido la maldita bastarda que nos está pasando los papelitos!
- No me lo puedo creer...
- Pues creételo...
Aleyt se quedó pensativa...
- Pues ¿sabes qué?
- ¿Qué?
- Que yo me voy contigo.

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