viernes, 28 de enero de 2011

TIRED. CHAPTER XIII. ¿SEPARACIÓN?


"Generalmente se encuentra en la naturaleza humana más de locura que de sabiduría."

Ana estaba muy agobiada con los exámenes... Veía que todo el mundo de su alrededor poco a poco se iba para casa y ella ni siquiera había empezado.
Temía quedarse sola en la residencia sin nadie con quien hablar...
Pero no tenía por qué preocuparse, porque Sara también estaba en la misma situación.
Llamaron a la puerta de la sala de estudio y una linda cara sonriente enmarcada en un pelo rubio oscuro se asomó.
- ¿Cómo lo llevas?- Preguntó Sara con los ojos cansados.
- Pues... Bien. Pero tengo mucho sueño.
- ¿Cuándo vas a irte a la cama?
- Depende. Últimamente tengo el sueño cambiado. Me acuesto a las 5 o las 6 y duermo toda la mañana. No sé, pero hoy tengo ganas de meterme en la cama ya.- Respondió Ana con un enorme bostezo.
- Son ya las 3 y media... Acuéstate y te levantas un poco antes ¿no?
- Prefiero seguir, ya he cogido ritmo.
- En ese caso, buenas noches. Mañana bajaré temprano a desayunar.
- ¿Tienes examen?
- Sí... A las 9. Espero que me salga decente jaja.
- Mucha suerte.

Sara cerró la puerta sin hacer ruido y, cuando iba a su habitación, oyó la voz de Ana. Volvió sobre sus pasos y abrió de nuevo la puerta de la sala.
- Por cierto... Aleyt me escribió en Tuenti. Me dijo que ya está por aquí y que si queremos dar una vuelta que pasemos por su casa mañana.
- Ah vale. Por mí bien.
- Así nos despejamos y vamos por el centro a ver tiendas... Y echáis un ojo a algo para regalarme por mi cumpleaños jajajaja.
- Mira, es una buena opción jaja. Buenas noches.
- Buenas noches.

Ahora sí, Sara se dirigió a su habitación. Al girar la llave, oyó unos pasos por el pasillo. "Oh no..." pensó. Y no se equivocaba. Sor Lulú andaba a esas horas vigilando el pasillo a ver si pillaba a alguien haciendo algo que, según ella, no debería de estar haciendo. La vieja monja entró al office, y se escuchaba ruido de tazas, cucharas... "Está como una puta regadera", pensaba Sara. Y la vio salir del office para dirigirse a la sala de estudio con un montón de cacharros sucios entre las manos. "Pobre Ana..."

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Carol disfrutaba de sus merecidas vacaciones en León.
El viento soplaba congelándote la nariz, pero daba igual, ella era feliz estando allí.
Estaba trasteando por el tuenti, cuando de repente sonó su teléfono móvil. Se extrañó al ver en la pantalla un número que no conocía, pero contestó.
- ¿Sí?
- ...
- ¡Ah! ¡Hola! ¿Qué tal?
- ...
- Me alegro. Dime...
- ...
- ¿Un favor? Pues... Claro, si puedo hacértelo.
- ...
- Jajajaja, entiendo... Vale.
- ...
- ¡De nada! Adiós.
- ...

Carol se quedó pensativa, a la par que extrañada, y decidió llamar a Aleyt.

Aleyt estaba en su cocina preparando algo de comer para ella y Nacho. Sonó el teléfono fijo, y a ella le extrañó, puesto que siempre que sonaba era para Silvia y ésta estaba en Cantabria.
- ¿Diga?
- Hola Cuenquitooooooooooooooooooo.
- Jajaja, hola Cazurrona.
- ¿Qué tal?
- Bien, aquí, preparando algo para comer, ¿y tú? ¿Estás ya congelada como Walt Disney?
- ¡Qué graciosilla estás hoy...!
- Solo me preocupo por tí. A ver, te llamo para preguntarte una cosa.
- Dímelo rápido que se me quema esto...
- Vale, ¿conoces alguna floristería cerca de tu casa o algo que no sea muy cara?
- ¿Una floristería? Pues... Sí bueno, cerca de la catedral hay una muy bonita.
- Ah vale. Bueno te dejo, ya te contaré para qué es que te veo liada.
- Vale, luego te llamo, ciaitooooo.
- Un beso, adiós.

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En la residencia Labouré los nervios cada vez estaban más crispados. Louise acababa de llegar y se dirigió a la habitación de Ana.
- ¡Hola!
- ¡Ey Louise! ¿Qué haces aquí?
- Nada he venido a por unas cosas y me voy jeje. Me está esperando Mario abajo.

Ana se extrañó.
- ¿Habéis venido aposta desde Santander a por algo?
- Sí, es que se me olvidó aquí el cargador del móvil...
- Ah joder jaja.
- Bueno, ¿qué hacéis aquí todas?
Louise se refería a la hermana de Ana, y otras dos chicas más de la residencia, novatas.
- Estábamos hablando de lo de anoche.
- ¿Qué pasó? - Preguntó Louise sin importarle que Mario la estuviera esperando.
- Pues nada tía, anoche Sor Lulú entró en la sala hecha una bestia a reñirme porque había una taza y una cucharilla sin fregar... ¿Pero tú te crees que es normal?
- Venga.... ¡Hasta luego! ¿Pero de qué van?
- Ya ves, yo estaba concentrada estudiando y me dio la noche. Y luego me saltó con que somos unas desastres, que no estudiamos, que no se qué...
- Estoy yo ahí... Y vamos...
- Ah, y a estas- Ana señaló a su hermana- las llamó ayer Sor Teté a su despacho para decirles que no las veía preparadas para vivir en una residencia. ¡Ah! Y que para limpiar conciencia podian bajar a la capilla... Jajajajajajajaja.
- ¡No me lo puedo creer!
- En serio. Igual Aleyt tiene razón... Deberíamos de ponernos de acuerdo y plantarles cara...
- Pues, quizá no sea todo lo malo. Lo hablaremos cuando estemos todas pero esto ya es insoportable.
- Ya ves. Bueno, pásatelo genial de vacaciones... ¡zorrón! jaja.
- Espero... ¡Adióoooos!


martes, 25 de enero de 2011

TIRED. CHAPTER XIII. ¿SEPARACIÓN?

"En esta vida quien no se rinde es todo un valiente."

Laia se levantó y se sometió al gran esfuerzo de bajar de la cama al mundo real.
Llevaba unos días muy nerviosa, necesitaba ir a Valladolid a mirar las malditas notas de los exámenes. Afortunadamente, dos de los que había hecho estaban aprobados. No podía creérselo, pero sabía que tanto esfuerzo merecería la pena.

Lo primero que hizo antes de dar un beso a Adrián, su pareja desde hacía cinco años, fue abrir el ordenador y mirar el correo electrónico.
"Nada..." Se desanimó al ver que no tenía ningún mensaje en la bandeja de entrada, y se preguntó cómo les habría ido a Aleyt y a Gabi. "Luego las llamaré", pensó.
Se levantó, aún medio dormida y desilusionada, y fue al baño. Se lavó la cara, y se miró al espejo. Apareció un reflejo a su lado... Y sonrió al ver a su compañero, su confidente... Su amigo.
- Bon dia amor.

La filosofía de vida de Laia era muy diferente a la del resto del mundo, quizá por ello la nueva carrera la satisfacía más que la anterior.

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Ross paseaba tranquilamente hasta llegar a su casa. A la altura de Fuente Dorada, se encontró con una persona conocida. Hacía tiempo que no veía a Aleyt.
- ¡Ross!- Dijo Aleyt alzando la voz y con una sonrisa.
- Hola Aleyt, ¿qué tal?
- Muy bien, ¿y tú? ¿qué tal los exámenes?
- Bien, bien. De momento creo que bien.
- Ah me alegro.
- ¿Tú acabaste?
- Sí, sí. Vine ayer de Almansa y nada hasta el lunes no tengo clase. Aprobé todas.- Explicó Aleyt orgullosa.
- Ah mira que bien. ¿Y Nacho?
- Pues... Nacho estará en clase. Luego lo veré cenando.
- Ah, vale. Hace mucho que no viene por casa.
- Ya... Es que ahora está comiendo y cenando con nosotras... Compramos entre los tres.
- ¿Ah sí?
- Pues... Sí, así es. ¿No os ha dicho nada?
- Bueno... Me dijo que ya no contásemos con él para comprar las cosas. Que no iba a poner los 20€ semanales. Pero no sabía que estaba con vosotras.
- Supongo que será algo temporal. Mira igual así estais más desahogados en la cocina.
- Bueno mujer... Por uno que se ha ido tampoco...
- Ya, ya... Jeje. A ver si quedamos un finde todos.
- ¿Qué tal está Silvia?
Aleyt se extrañó ante la pregunta a la que ni siquiera había puesto interés.
- Pues bien... Está en su casa.
- Me alegro de verte Aleyt, me voy que llego tarde a alemán.
- Ah muy bien. Nos vemos pronto. Adiós.

Aleyt continuó su marcha calle abajo mientras Ross la observaba...
"Si supiese por qué dejé a Silvia..."

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Carol y Ana estaban por el centro dando una vuelta y con el billetero temblando. Habían comprado todo lo que pillaron en las rebajas.
- ¿Le hacemos una visita a Aleyt? - Preguntó Ana.
- Mejor la llamamos y que venga a tomar algo ¿no?
- Sí... Mejor, ¿pero ha venido ya de casa?
- Sí sí, llegó ayer, espera que la llamo.
- ¡No Carol!, no hace falta. Está ahí jaja.

Aleyt estaba parada delante del escaparate de la tienda "Cascanueces", muriéndose de envidia porque todo le gustaba y no tenía un céntimo para comprarse un colgante precioso que había visto.
- ¡¡¿Y mi Gordiiii?!!
No le hizo falta girarse, reconocería esa voz en cualquier parte.
- ¡Cazurronaaaa!- Gritó Aleyt dándole un par de besos a sus amigas.
- ¿Qué tal los exámenes?- Le preguntó Ana.
- Muy bien, estoy muy contenta la verdad, ¿dónde vais?
- Pues vamos a tomar algo e iba a llamarte, ¿te vienes?
- Sí. Nacho no sale hasta las 8 así que me da tiempo.
- ¡Joder parece que estáis casados!- Replicó Carol en broma.
- Uf... La verdad es que sí. Voy a pedir una repartición de bienes jajaja.
- ¿Dónde vamos?- Apremiaba Ana.
- Pues no se... Que elija Aleyt.
- Vaya pregunta, ya sabéis jaja.

Y hacía la Santta María se dirigieron.
Una vez allí, Aleyt les contó que por el piso todo bien, preguntó por Vic, Sara y Louise, y les dijo que había visto a Ross.
- Me ha preguntado por Silvia...
- ¿Ah sí?
- Sí... No se, pero era como una obligación tener que preguntarme por ella.
- Bueno, pasa de todo, ¿con ella que tal en el piso?
- Pues... Igual a veces pienso que me paso un poco con ella... No se. Soy muy maniática para tener las cosas en orden ¿sabéis? No me gusta que las zonas comunes estén hechas un asco, y ya le tuve que dar un toque de atención, pero después me sentía mal. No se...
- Oye chica, es que la convivencia es difícil. Además, ella se quedó la habitación que te gustaba a ti, lo justo es que no tenga lo demás como su segunda habitación.- Dijo Carol convencida.
- Ya bueno pero ya sabes como es Silvia. A veces pienso en ese tema de que la Élite se separa, aquello que dijo, ¿qué pensáis?

Se hizo un silencio entre las tres. Que Aleyt recordase, una conversación así de seria nunca la habían tenido.
- Bueno, yo solo digo que aquí estamos las tres ¿no? Eso no es estar separadas.- Se explicó Ana.
Brindaron por ello.

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Ofelia se encontraba en su salón terminando de encuadernar los apuntes del primer cuatrimestre. No había tenido tiempo en toda la mañana. Gonzalo había estado allí hasta la hora de comer y no ordenaron los apuntes precisamente...
De todas formas, aquella tarde esperaba la visita de un viejo amigo: Ross.

Y no se hizo esperar. Como de costumbre, llamaron al timbre y Kira empezó a ladrar. Se había acostumbrado a todo, pero a lo de no ladrar todavía no.
- ¡¡¡Ross!!!
Ofelia se lanzó a su cuello. Se alegraba de verlo. Hacían mucho que no quedaban para hablar.
- Me parece fatal que no me hayas invitado antes a tu piso jaja.- Bromeó el chico, que tenía la cara congelada por el frío.
- Perdóname, soy lo peor. Pasa, pasa. Deja ahí el abrigo.- Dijo Ofelia señalando su habitación.- Y perdona el desorden, estoy recogiendo los apuntes de estos meses.
- No te preocupes, ¿qué tal?
- Bien. ¡Bueno espera!, te enseño el piso.

Ofelia le enseñó su casa, y después preparó un café para los dos y se sentaron en el sofá a charlar sobre todo lo que había pasado. La verdad es que no se habían visto mucho. Empezaron a hablar sobre los exámenes, y después el tema degeneró en las vidas personales de ambos dos.
Ofelia le explicó el por qué de su ruptura con Arturo, y la relación que estaba empezando a tener con Gonzalo. Añadió también la relación de éste con BH y lo que ocurrió con Margarita en el festival. Ross todavía no se había enterado y le entró la risa... No podía creérselo.
- Bueno, ¿y por tu casa qué tal?
- Bien... Ahora al que no vemos nada es a Nacho. Con eso de que Aleyt tiene piso... La vi esta mañana y me dijo que él comía y cenaba allí poniendo dinero con ellas. No se como se lo habrá tomado Silvia.

Ofelia se quedó pensativa, pero hizo la pregunta.
- Ross... No quiero meterme donde no me llaman, y yo con Silvia pues tampoco es que haya tenido una relación demasiado cercana o buena... Pero tengo curiosidad, ¿qué pasó entre tú y ella?
Ross se puso nervioso, pero confiaba en Ofelia...

- Bueno... Digamos que yo no busco nada serio, y veía que Silvia estaba empezando a sentir algo que yo por ella no sentía. Me cae muy bien, y es una chica encantadora, pero sinceramente, yo solo me quise divertir. Me agobio la idea de pensar en algo serio y, además...
Ross se quedó pensando, pero lo dijo.

- Ofe... Es que creo que me está pasando algo... Que es entre horrible y que está fatal pero...
- ¿Qué pasa Ross?
- Creo que hace tiempo que siento algo por Aleyt.

Ofelia tragó saliva intentando no ahogarse.

lunes, 24 de enero de 2011

TIRED. CHAPTER XIII. ¿SEPARACIÓN?

"Pregúntate si lo que estás haciendo hoy te acerca al lugar en el que quieres estar mañana..."

Genaro se levantó con las pocas muestras que quedaban de sus rizos algo despeinadas. Al abrir la puerta le llegó el aroma de los primeros desayunos que se estaban saboreando en la sala de su derecha.
Al entrar a la cocina, encontró a Nacho, Monique y Javi. Estos últimos se iban ya para la universidad, pero Nacho tomaba las galletas con desgana. Y Genaro lo notó.
- ¡Hasta luego, chicos!- Se despidió Monique con su alegría francesa habitual.
- ¡Adiós maja!- Dijo Genaro.

Empezó a prepararse su café y sus tostadas mientras observaba la inmovilidad de Nacho. No le daba importancia a esas cosas, pero estaba extraño. "¿Le habría pasado algo con Aleyt?"
Era su amigo, merecería ser escuchado, aunque últimamente era él el que no aparecía apenas por la casa que compartían.
- ¡Cantautorín!
Nacho dio un respingo en su silla, sobresaltado por el grito y las cosquillas que le hizo su amigo.
- ¡Pero estás tonto! jaja.
- Venga despierta que estás dormido.
- Ah... ya... Sí bueno...
Efectivamente, algo le pasaba.
- ¿Qué te pasa?
- Nada...
- Va Nacho, no hemos hablado en serio casi nunca, por no decir nunca. Y mira que eres raro, pero hoy estás que te sales... ¿Pasó algo con Aleyt?
- No... Con Aleyt no. Estamos bien.
- ¿Entonces?
- Lo de anoche... En el festival de Navidad... Quería contároslo pero es que aún no me lo creo.
- ¿Qué pasó para que estés tan empanao?
- Es que no te lo vas a creer cuando te lo cuente...

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Sara recogía sus últimas cosas antes de las vacaciones de Navidad. Este año ya no volvería a Asturias a ver a su familia, ellos irían a Aranda a hacerles una visita...
Pensó en lo diferente que empezarían el año en Valladolid, y se preguntaba una y otra vez por qué las cosas eran tan extrañas... Primero, la salida de Aleyt y Silvia de la residencia, después, la ignorancia de Pelayo respecto a ella, el curso, cada vez más difícil; los amigos que habían hecho, ya no los veía. Recordó las noches tan divertidas que pasaron en casa de Nacho...
Y después, lo del festival... Aquello fue una locura... "¿Por qué lo hizo?"
Se sentó en el borde de la cama, y se echó a llorar... Pero alguien la sacó de sus pensamientos llamando enérgicamente a la puerta. Eran Ana y Louise.

- ¡Sara! ¿Qué te pasa?- Preguntó Ana observándola con extrañeza.
- Nada... Melancolía navideña jaja.- Dijo rápido y secándose las lágrimas.
- ¿Y algo de miedo?- Preguntó Louise mirándola fijamente.
- Puede ser... Lo de ayer fue... Increíble. No se, pero... El destino será... el que cambia muchas cosas.
Louise y Sara se miraron, aliviadas.
- Después de todo estamos vivas, y aquí, retirando nuestras cosas para irnos a disfrutar de las vacaciones... Quien sabe, si las monjas no fueran tan zorras ahora mismo podríamos estar debajo de una viga de madera... Jajaja.

Sara sonrió ante la atenta hipótesis de Louise.

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- ¡No me jodas, Nacho!
- Como te lo cuento... - Dijo Nacho bebiendo la leche rápido como si se hubiera quitado un peso de encima al contarlo.
- ¿Y qué va a pasar ahora con ella?
- No lo se... Pero Margarita va a pagar caro lo que ha hecho. Y seguro que las demás están detrás de todo esto...
- ¿BH, Ajo...?
- Sí, seguro. Aleyt me ha contado que Margarita estaba como... No se, extraña. Era un espíritu solitario vagando por Labouré. Pero se le fue de las manos. Por lo visto está bajo tratamiento psicológico.
- Pero no entiendo por qué quería hacer lo que hizo.
- No lo se... Pero por lo visto lo tenía todo calculado. Primero iría a por Louise y Sara, y después a por Ofelia. La jugada le salió mal el día que la monja que murió descubrió sus intenciones. Margarita tenía todo anotado en una libreta, sabía como era el auditorio por unos planos que nadie sabe de donde los sacó...
- A ver Nacho... De ahí, de tener manía a alguien... A intentar matar... Hay un trecho enorme.
- Pues Margarita lo cruzó varias veces... Ya ves, tenía todo preparado para que pareciese un accidente... Menos mal que cuando se cayeron los focos la chica de Labouré que estaba cantando se fue hacia delante y no le pasó nada.
- ¡¡¡Qué fuerte es todo en serio!!!
- Mejor será que nos olvidemos de todo esto. Me voy a ver a Aleyt y Silvia.
- Dales recuerdos.

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Carol y Vic estaban en casa de Aleyt y Silvia, todavía alucinadas por todo lo que había pasado.
- De todas formas, ya podían haberle caído los focos encima a esa zorra.- Dijo Silvia enfadada.
- No toques los cojones Silvia, que esto ha sido muy fuerte...- Le espetó Carol.
- Bueno, menos mal que no pasó nada grave con nadie y la zumbada esa se ha ido. Podían haber echado detrás a la Tutti Frutti jajaja.
- Ya te digo...

De repente, sonó el timbre.
- ¡Ah! Será Nacho...- Dijo Aleyt con una sonrisa de oreja a oreja.
- Sí... Como ahora vivimos aquí tres...- Contestó Silvia con desprecio.
La mirada de Aleyt rajó el cuerpo de Silvia de arriba a abajo, y Vic miró a Carol con un gesto interrogante. Había tensión en el ambiente, pero pronto se calmó...

- Me parece tan fuerte que Waka y Perry descubriesen todo... Jajaja, vaya dos, son geniales.
- Si eh, jajaja. Yo es que me parto con la Waka, no se como aguanta lo de las monjas... - Dijo Vic.
- Pues... A mi Waka no me cae especialmente bien... Veo algo que no me gusta...- Explicó Silvia.
- ¡Joder Silvia! ¿Hay alguien en este mundo que te caiga bien?- Preguntó Aleyt.
- Sí... Su amiga la choni jajaja.- Como no, Carol siempre esperaba esa oportunidad para meterse con Silvia.

Siguieron hablando y a Aleyt se le ocurrió que podían quedarse a comer allí con ellas, pero contestaron que no porque tenían que hacer sus maletas para marchar a casa de "vacaciones de navidad".
Se despidieron, también de Nacho, que se metió en la habitación de Aleyt para no molestarlas, y marcharon a la residencia.
Aleyt se dio la vuelta y se encerró en la habitación, pensando que quizá, Silvia tenía algo de razón.

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Gabi estaba histérica intentando poner sus cosas en orden para empezar a estudiar los dichosos exámenes...
No se creía capaz de aprobarlos todos, ella era más práctica que teoría, y necesitaba centrarse para hacer algo que hacía muchos años que no intentaba: empollar folios y folios de apuntes que ni siquiera ella entendía.
Cuando llegó a los de historia, le parecieron totalmente indescifrables, e intentó por todos los medios organizarlos. Pero todo era un caos, como su vida...
Dudó unas cuantas veces, con el teléfono en la mano, pero cuando lo pensó mejor, sabría que no le importaría...

El teléfono de Aleyt sonó en la mesilla de la habitación. Estaba con Nacho metida en la cama, viendo una película a la que no hacían caso...
- ¿Carol?- Dijo Nacho con voz cansada.
- Esta vez no... Es Gabi.
- ¿La chica de tu clase?

Contestó al teléfono extrañándose por la llamada.

- ¡Hola maja!
- Hola Aleyt, ¿qué tal?
- Bien, viendo una peli y ahora me iré a imprimir los apuntes.
- Ah, perdona que te moleste.
- Nada ya ves, dime...
- Pues... Me sabe muy mal pedírtelo, sabes que yo no soy así pero... ¿podrías pasarme los apuntes que tienes de Historia? Es que los míos son un maldito caos...
- Por favor Gabi, que no te sepa mal pedirme esas cosas. Ahora mismo te los envío al correo.
- Vaya, muchísimas gracias... Es que no me gusta pedir esas cosas... Ya sabes.
- A ver, si no fueses a clase y esas cosas pues igual te mandaba al carajo, pero siendo tú, te mando lo que haga falta...
- Gracias.
- Oye Gabi, ¿quieres tomar un café esta tarde?
- Pues... Uf, tengo muchas cosas que hacer... Pero bueno como voy a ir por el centro igual te llamo.
- Vale perfecto. ¡Adiós!
- Ciao.

Aleyt volvió a posar el teléfono en su mesa. Dio un golpecito a Nacho para que pulsase el play. Él la miró...
- Aunque alguien no fuese a clase, le pasarías los apuntes...

Aleyt sonrió y ahora sí que terminaron de ver la película.

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Ofelia jugueteaba con su perrita nueva. Adoraba la compañía de aquel animal en su vida solitaria de estudiante alocada de Medicina.
Bueno, para ser realistas, no era tan solitaria como parecía.
Llamaron a la puerta y Ofelia saltó de su silla para abrir rápido, acompañando sus pasos con los ladridos de su compañera.
- Buenos días princesa.
Aquellas palabras fueron como las caricias más suaves del mundo en los oídos de Ofelia. Sonrió, y dejó pasar a aquel educado caballero.
- ¿Qu... Qué tal?
- Bien, y tú estás preciosa esta mañana.
La agarró por su delgada cintura e intentó besarla, pero Ofelia le detuvo. Estaba bastante segura de todo lo que ella y Gonzalo tenían, estaba enamorándose de él a pesar de su reciente ruptura con Arturo y de la relación tan "fructífera" que mantuvieron BH y él.
- ¿Qué pasa Ofe?
- Nada, ¿quieres que vayamos a dar una vuelta?
- Ponte cómoda, nos llevamos a Kira.
- ¡Perfecto!

Ofelia se vistió lo más rápido que pudo, y aún así tardó casi veinte minutos en estar lista. Se puso unos vaqueros ajustados, su camiseta de tirantes negra, una sudadera con capucha y los guantes. Estaba perfecta, muy free-time, y destelleaba una sensualidad extraña.
Bajaron por el ascensor panorámico que tanto le encantaba a Gonzalo, y en ese romántico ambiente, con el sol alto y Valladolid de fondo, Ofelia consintió ser besada.
- Sube.- Dijo Gonzalo señalando su coche.
- Espera un segundo, Kira necesita... Ya sabes.
- Oh claro, jaja.
Cuando la dulce perrita estuvo preparada, ambos subieron al coche y se marcharon a un lugar tranquilo donde pudieran correr, disfrutar de aire puro y donde nadie pudiera verlos demostrándose la pasión que estaba naciendo entre ellos dos.

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Aleyt esperó a Gabi en la taberna de Leyre. Charlaba con Xoel animadamente mientras esperaba a su compañera de carrera.
Xoel hacía tiempo que trabajaba de camarero ayudando a la adorable Leyre, que estaba pasando unos días complicados por la enfermedad de su niño pequeño. Afortunadamente, el pequeño mejoraba lentamente y Xoel estaba encantado de poder echarle una mano.
Aleyt no quiso preguntarle por su relación con Carol, sabía que terminó hace tiempo, pero fue él quien preguntó por ella.
- Yo ahora voy a la universidad muy poco... La verdad es que sí que echo de menos estar con estos en clase...
- Bueno, en cuanto todo se solucione Leyre y tú podréis volver.
- Sí, eso espero. Que sepas que no me gustó que nos abandonases.
- Me va mejor ahora... La verdad.
- ¿Qué tal en el piso?
- ¡Muy bien! Estoy encantada, espero que vengais a verlo pronto.
- Claro. En cuanto tengamos un día libre vamos a verte.
- Te tomo la palabra eh...

A esto, entró Gabi y las dos se apartaron a una mesa con dos taburetes.
- Por cierto Gabi, te presento a Xoel, fue compañero mío el año pasado en Periodismo.
- ¡Ah! ¡Hola!
- Hola, encantado.
Xoel siguió con la mirada la encantadora figura de Gabi. Sonrió, y les acercó un café para cada una.

Las dos chicas charlaban sobre los problemas de los exámenes que estaban a punto de llegar... Todo eran complicaciones, caos, pérdida de tiempo y a la vez falta de él... Un desastre. Y Gabi se estaba agobiando. Menos mal que Aleyt y Laia estaban allí para animarla y sabía que podía contar con las dos.
Aleyt, en ese momento, vio pasar por la calle a alguien conocido y salió a la puerta.
- ¡Genaro!
Genaro se dio la vuelta y miró a Aleyt.
- ¡Aleyt! ¿Qué tal? ¡Cuánto tiempo!
- Sí, ¿cómo te va?
- Muy bien.
- Oye pasa, estoy tomando algo con una compañera de clase.
- Mmm, de acuerdo, no tengo nada que hacer.
Entraron y Genaro agradeció el calor del lugar. Saludó a Xoel y le pidió una caña para entrar en calor.
- Bueno Gabi, hoy es día de presentaciones, este es Genaro. Es compañero de piso de Nacho, mi novio.
- Hola, ¿qué tal?
- Bien...
- Gabi es compañera mía de clase. Estábamos poniendo verde al señor Bolonia por darnos tantas vacaciones de navidad.
- Jajaja, es lo que tiene ser tan joven...
- Bueno, yo creo que más o menos tendré tu edad eh... - Le contestó Gabi orgullosa.
- ¿Ah sí?- Aquella contestación despertó la curiosidad de Genaro por una chica tan peculiar.
- Sí, tú debes tener... unos 23, como yo jaja.
"Qué chica más maja", era la frase que cruzaba la mente de Genaro continuamente.
- Yo tengo 24...
- Ah bueno jaja. Oye Aleyt, yo os voy a dejar, tengo que coger el bus y me queda un rato hasta llegar a casa.
- Vale perfecto.
- No saques eso Gabi, invito yo.- Le dijo Genaro cogiéndola del brazo.

Se miraron, y se despidieron.

Aleyt estaba pensativa, Gabi había despertado la curiosidad de Genaro...

Y de Xoel.