lunes, 24 de enero de 2011

TIRED. CHAPTER XIII. ¿SEPARACIÓN?

"Pregúntate si lo que estás haciendo hoy te acerca al lugar en el que quieres estar mañana..."

Genaro se levantó con las pocas muestras que quedaban de sus rizos algo despeinadas. Al abrir la puerta le llegó el aroma de los primeros desayunos que se estaban saboreando en la sala de su derecha.
Al entrar a la cocina, encontró a Nacho, Monique y Javi. Estos últimos se iban ya para la universidad, pero Nacho tomaba las galletas con desgana. Y Genaro lo notó.
- ¡Hasta luego, chicos!- Se despidió Monique con su alegría francesa habitual.
- ¡Adiós maja!- Dijo Genaro.

Empezó a prepararse su café y sus tostadas mientras observaba la inmovilidad de Nacho. No le daba importancia a esas cosas, pero estaba extraño. "¿Le habría pasado algo con Aleyt?"
Era su amigo, merecería ser escuchado, aunque últimamente era él el que no aparecía apenas por la casa que compartían.
- ¡Cantautorín!
Nacho dio un respingo en su silla, sobresaltado por el grito y las cosquillas que le hizo su amigo.
- ¡Pero estás tonto! jaja.
- Venga despierta que estás dormido.
- Ah... ya... Sí bueno...
Efectivamente, algo le pasaba.
- ¿Qué te pasa?
- Nada...
- Va Nacho, no hemos hablado en serio casi nunca, por no decir nunca. Y mira que eres raro, pero hoy estás que te sales... ¿Pasó algo con Aleyt?
- No... Con Aleyt no. Estamos bien.
- ¿Entonces?
- Lo de anoche... En el festival de Navidad... Quería contároslo pero es que aún no me lo creo.
- ¿Qué pasó para que estés tan empanao?
- Es que no te lo vas a creer cuando te lo cuente...

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Sara recogía sus últimas cosas antes de las vacaciones de Navidad. Este año ya no volvería a Asturias a ver a su familia, ellos irían a Aranda a hacerles una visita...
Pensó en lo diferente que empezarían el año en Valladolid, y se preguntaba una y otra vez por qué las cosas eran tan extrañas... Primero, la salida de Aleyt y Silvia de la residencia, después, la ignorancia de Pelayo respecto a ella, el curso, cada vez más difícil; los amigos que habían hecho, ya no los veía. Recordó las noches tan divertidas que pasaron en casa de Nacho...
Y después, lo del festival... Aquello fue una locura... "¿Por qué lo hizo?"
Se sentó en el borde de la cama, y se echó a llorar... Pero alguien la sacó de sus pensamientos llamando enérgicamente a la puerta. Eran Ana y Louise.

- ¡Sara! ¿Qué te pasa?- Preguntó Ana observándola con extrañeza.
- Nada... Melancolía navideña jaja.- Dijo rápido y secándose las lágrimas.
- ¿Y algo de miedo?- Preguntó Louise mirándola fijamente.
- Puede ser... Lo de ayer fue... Increíble. No se, pero... El destino será... el que cambia muchas cosas.
Louise y Sara se miraron, aliviadas.
- Después de todo estamos vivas, y aquí, retirando nuestras cosas para irnos a disfrutar de las vacaciones... Quien sabe, si las monjas no fueran tan zorras ahora mismo podríamos estar debajo de una viga de madera... Jajaja.

Sara sonrió ante la atenta hipótesis de Louise.

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- ¡No me jodas, Nacho!
- Como te lo cuento... - Dijo Nacho bebiendo la leche rápido como si se hubiera quitado un peso de encima al contarlo.
- ¿Y qué va a pasar ahora con ella?
- No lo se... Pero Margarita va a pagar caro lo que ha hecho. Y seguro que las demás están detrás de todo esto...
- ¿BH, Ajo...?
- Sí, seguro. Aleyt me ha contado que Margarita estaba como... No se, extraña. Era un espíritu solitario vagando por Labouré. Pero se le fue de las manos. Por lo visto está bajo tratamiento psicológico.
- Pero no entiendo por qué quería hacer lo que hizo.
- No lo se... Pero por lo visto lo tenía todo calculado. Primero iría a por Louise y Sara, y después a por Ofelia. La jugada le salió mal el día que la monja que murió descubrió sus intenciones. Margarita tenía todo anotado en una libreta, sabía como era el auditorio por unos planos que nadie sabe de donde los sacó...
- A ver Nacho... De ahí, de tener manía a alguien... A intentar matar... Hay un trecho enorme.
- Pues Margarita lo cruzó varias veces... Ya ves, tenía todo preparado para que pareciese un accidente... Menos mal que cuando se cayeron los focos la chica de Labouré que estaba cantando se fue hacia delante y no le pasó nada.
- ¡¡¡Qué fuerte es todo en serio!!!
- Mejor será que nos olvidemos de todo esto. Me voy a ver a Aleyt y Silvia.
- Dales recuerdos.

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Carol y Vic estaban en casa de Aleyt y Silvia, todavía alucinadas por todo lo que había pasado.
- De todas formas, ya podían haberle caído los focos encima a esa zorra.- Dijo Silvia enfadada.
- No toques los cojones Silvia, que esto ha sido muy fuerte...- Le espetó Carol.
- Bueno, menos mal que no pasó nada grave con nadie y la zumbada esa se ha ido. Podían haber echado detrás a la Tutti Frutti jajaja.
- Ya te digo...

De repente, sonó el timbre.
- ¡Ah! Será Nacho...- Dijo Aleyt con una sonrisa de oreja a oreja.
- Sí... Como ahora vivimos aquí tres...- Contestó Silvia con desprecio.
La mirada de Aleyt rajó el cuerpo de Silvia de arriba a abajo, y Vic miró a Carol con un gesto interrogante. Había tensión en el ambiente, pero pronto se calmó...

- Me parece tan fuerte que Waka y Perry descubriesen todo... Jajaja, vaya dos, son geniales.
- Si eh, jajaja. Yo es que me parto con la Waka, no se como aguanta lo de las monjas... - Dijo Vic.
- Pues... A mi Waka no me cae especialmente bien... Veo algo que no me gusta...- Explicó Silvia.
- ¡Joder Silvia! ¿Hay alguien en este mundo que te caiga bien?- Preguntó Aleyt.
- Sí... Su amiga la choni jajaja.- Como no, Carol siempre esperaba esa oportunidad para meterse con Silvia.

Siguieron hablando y a Aleyt se le ocurrió que podían quedarse a comer allí con ellas, pero contestaron que no porque tenían que hacer sus maletas para marchar a casa de "vacaciones de navidad".
Se despidieron, también de Nacho, que se metió en la habitación de Aleyt para no molestarlas, y marcharon a la residencia.
Aleyt se dio la vuelta y se encerró en la habitación, pensando que quizá, Silvia tenía algo de razón.

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Gabi estaba histérica intentando poner sus cosas en orden para empezar a estudiar los dichosos exámenes...
No se creía capaz de aprobarlos todos, ella era más práctica que teoría, y necesitaba centrarse para hacer algo que hacía muchos años que no intentaba: empollar folios y folios de apuntes que ni siquiera ella entendía.
Cuando llegó a los de historia, le parecieron totalmente indescifrables, e intentó por todos los medios organizarlos. Pero todo era un caos, como su vida...
Dudó unas cuantas veces, con el teléfono en la mano, pero cuando lo pensó mejor, sabría que no le importaría...

El teléfono de Aleyt sonó en la mesilla de la habitación. Estaba con Nacho metida en la cama, viendo una película a la que no hacían caso...
- ¿Carol?- Dijo Nacho con voz cansada.
- Esta vez no... Es Gabi.
- ¿La chica de tu clase?

Contestó al teléfono extrañándose por la llamada.

- ¡Hola maja!
- Hola Aleyt, ¿qué tal?
- Bien, viendo una peli y ahora me iré a imprimir los apuntes.
- Ah, perdona que te moleste.
- Nada ya ves, dime...
- Pues... Me sabe muy mal pedírtelo, sabes que yo no soy así pero... ¿podrías pasarme los apuntes que tienes de Historia? Es que los míos son un maldito caos...
- Por favor Gabi, que no te sepa mal pedirme esas cosas. Ahora mismo te los envío al correo.
- Vaya, muchísimas gracias... Es que no me gusta pedir esas cosas... Ya sabes.
- A ver, si no fueses a clase y esas cosas pues igual te mandaba al carajo, pero siendo tú, te mando lo que haga falta...
- Gracias.
- Oye Gabi, ¿quieres tomar un café esta tarde?
- Pues... Uf, tengo muchas cosas que hacer... Pero bueno como voy a ir por el centro igual te llamo.
- Vale perfecto. ¡Adiós!
- Ciao.

Aleyt volvió a posar el teléfono en su mesa. Dio un golpecito a Nacho para que pulsase el play. Él la miró...
- Aunque alguien no fuese a clase, le pasarías los apuntes...

Aleyt sonrió y ahora sí que terminaron de ver la película.

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Ofelia jugueteaba con su perrita nueva. Adoraba la compañía de aquel animal en su vida solitaria de estudiante alocada de Medicina.
Bueno, para ser realistas, no era tan solitaria como parecía.
Llamaron a la puerta y Ofelia saltó de su silla para abrir rápido, acompañando sus pasos con los ladridos de su compañera.
- Buenos días princesa.
Aquellas palabras fueron como las caricias más suaves del mundo en los oídos de Ofelia. Sonrió, y dejó pasar a aquel educado caballero.
- ¿Qu... Qué tal?
- Bien, y tú estás preciosa esta mañana.
La agarró por su delgada cintura e intentó besarla, pero Ofelia le detuvo. Estaba bastante segura de todo lo que ella y Gonzalo tenían, estaba enamorándose de él a pesar de su reciente ruptura con Arturo y de la relación tan "fructífera" que mantuvieron BH y él.
- ¿Qué pasa Ofe?
- Nada, ¿quieres que vayamos a dar una vuelta?
- Ponte cómoda, nos llevamos a Kira.
- ¡Perfecto!

Ofelia se vistió lo más rápido que pudo, y aún así tardó casi veinte minutos en estar lista. Se puso unos vaqueros ajustados, su camiseta de tirantes negra, una sudadera con capucha y los guantes. Estaba perfecta, muy free-time, y destelleaba una sensualidad extraña.
Bajaron por el ascensor panorámico que tanto le encantaba a Gonzalo, y en ese romántico ambiente, con el sol alto y Valladolid de fondo, Ofelia consintió ser besada.
- Sube.- Dijo Gonzalo señalando su coche.
- Espera un segundo, Kira necesita... Ya sabes.
- Oh claro, jaja.
Cuando la dulce perrita estuvo preparada, ambos subieron al coche y se marcharon a un lugar tranquilo donde pudieran correr, disfrutar de aire puro y donde nadie pudiera verlos demostrándose la pasión que estaba naciendo entre ellos dos.

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Aleyt esperó a Gabi en la taberna de Leyre. Charlaba con Xoel animadamente mientras esperaba a su compañera de carrera.
Xoel hacía tiempo que trabajaba de camarero ayudando a la adorable Leyre, que estaba pasando unos días complicados por la enfermedad de su niño pequeño. Afortunadamente, el pequeño mejoraba lentamente y Xoel estaba encantado de poder echarle una mano.
Aleyt no quiso preguntarle por su relación con Carol, sabía que terminó hace tiempo, pero fue él quien preguntó por ella.
- Yo ahora voy a la universidad muy poco... La verdad es que sí que echo de menos estar con estos en clase...
- Bueno, en cuanto todo se solucione Leyre y tú podréis volver.
- Sí, eso espero. Que sepas que no me gustó que nos abandonases.
- Me va mejor ahora... La verdad.
- ¿Qué tal en el piso?
- ¡Muy bien! Estoy encantada, espero que vengais a verlo pronto.
- Claro. En cuanto tengamos un día libre vamos a verte.
- Te tomo la palabra eh...

A esto, entró Gabi y las dos se apartaron a una mesa con dos taburetes.
- Por cierto Gabi, te presento a Xoel, fue compañero mío el año pasado en Periodismo.
- ¡Ah! ¡Hola!
- Hola, encantado.
Xoel siguió con la mirada la encantadora figura de Gabi. Sonrió, y les acercó un café para cada una.

Las dos chicas charlaban sobre los problemas de los exámenes que estaban a punto de llegar... Todo eran complicaciones, caos, pérdida de tiempo y a la vez falta de él... Un desastre. Y Gabi se estaba agobiando. Menos mal que Aleyt y Laia estaban allí para animarla y sabía que podía contar con las dos.
Aleyt, en ese momento, vio pasar por la calle a alguien conocido y salió a la puerta.
- ¡Genaro!
Genaro se dio la vuelta y miró a Aleyt.
- ¡Aleyt! ¿Qué tal? ¡Cuánto tiempo!
- Sí, ¿cómo te va?
- Muy bien.
- Oye pasa, estoy tomando algo con una compañera de clase.
- Mmm, de acuerdo, no tengo nada que hacer.
Entraron y Genaro agradeció el calor del lugar. Saludó a Xoel y le pidió una caña para entrar en calor.
- Bueno Gabi, hoy es día de presentaciones, este es Genaro. Es compañero de piso de Nacho, mi novio.
- Hola, ¿qué tal?
- Bien...
- Gabi es compañera mía de clase. Estábamos poniendo verde al señor Bolonia por darnos tantas vacaciones de navidad.
- Jajaja, es lo que tiene ser tan joven...
- Bueno, yo creo que más o menos tendré tu edad eh... - Le contestó Gabi orgullosa.
- ¿Ah sí?- Aquella contestación despertó la curiosidad de Genaro por una chica tan peculiar.
- Sí, tú debes tener... unos 23, como yo jaja.
"Qué chica más maja", era la frase que cruzaba la mente de Genaro continuamente.
- Yo tengo 24...
- Ah bueno jaja. Oye Aleyt, yo os voy a dejar, tengo que coger el bus y me queda un rato hasta llegar a casa.
- Vale perfecto.
- No saques eso Gabi, invito yo.- Le dijo Genaro cogiéndola del brazo.

Se miraron, y se despidieron.

Aleyt estaba pensativa, Gabi había despertado la curiosidad de Genaro...

Y de Xoel.

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