jueves, 29 de abril de 2010

TIRED. CHAPTER II. CONOCIÉNDOSE.

- Jajaja, es más raro que un perro verde.
- Sí, es lo que yo llamaría un "chivo"... jajaja.
- ¿Qué haceis chicas? - Sara entró en la habitación de Ajo. Allí se encontraban Margarita, BH, Aleyt y Ajo.
- Mira... ¿Te gusta este chico para Ofe?
Sara se quedó pensando un momento porque le sonaba aquella cara. Al momento recordó.
- Es muy majo.
- ¿De qué lo conoces?- Preguntó extrañada Margarita.
- Pues poco... Sólo por un detalle que tuvo cuando las novatadas de Medicina. Yo estaba con los de clase haciendo el chorra y me molestaba mucho el bolso. Vi a este chaval sentado en un banco y le dije que si podía echarle un ojo a mis cosas. Me dijo que sin problema. Al terminar las novatadas fue buscándome por la facultad para devolverme el bolso. Me pareció todo un detallazo por su parte.
- ¿Este es el famoso Arturo, no?- Añadió Ofelia, curiosa.
- Sí. Es muy amigo de Ofelia, pero creo que quiere algo más con ella.
- No lo creemos, lo sabemos jaja.- Se mofó Margarita.
- Pero es que es un tipo raro. Es vasco y no habla nada, además no se salta ni una clase. Vaya frikazo.
- Bueno oye tampoco será para tanto. - Añadió Aleyt.

Aleyt salió de la habitación de Ajo con Sara y se encontraron a Ofelia. Las dos se miraron con cara de circunstancia y Ofelia las invitó a pasar a su cuarto.
- Chicas... Tengo que contaros una cosa...
- Vaya... ¿Qué has hecho ahora? jajaja.
- Nada... Mirad, ¿qué os parece este chico?
Ambas volvieron a ver la cara de Arturo en la pantalla y se miraron con complicidad.
- La verdad que tiene cara de buena persona. - Le dijo Aleyt.
- Sí. Ya te conté el favor que me hizo en las novatadas de Medicina.
- Es que... a ver chicas... Estamos ahí, ahí... Pero no se lanza. Llevamos un año siendo muy amigos. A los dos nos gustan los juegos de Roll y quedamos los domingos por la tarde con más gente para jugar. Me siento súper bien con él... No se, a lo mejor me estoy emparanoiando, ¿qué creéis?
Sara y Aleyt se quedaron pensativas un momento. Por un lado estaban a punto de decirle a Ofelia lo que habían escuchado en la otra habitación, pero eso le dolería. Así que optaron por darle una opinión que realmente era la suya y gustaría a Ofelia escuchar.
- ¿A ti te gusta?
- Mmmm, no lo se... Puede que sí.
- ¿Y tú le gustas a él?
- Yo diría que sí... jajaja.
- Si te encuentras a gusto con él y quieres... Pues adelánte Ofe... ¡Que esto es la universidad!
- Jajaja, gracias chicas.
Iban a salir por la puerta cuando Ofelia les dijo que había algo más...
La albaceteña les contó que hacía poco había tenido una relación muy larga con un chico de su tierra al que había querido mucho... No sabía si todavía estaba enamorada de él, o por lo menos sentía aún algo. De lo que sí estaba segura era de que él no la había olvidado. Eso lo demostraban los mensajes y llamadas que recibía.
Aleyt y Sara no sabían muy bien qué decirle. Siempre se decían lo mismo en estos casos "tu vida ahora está aquí. Hemos conocido a gente fantástica y tenemos que aprovechar la situación. Lo pasado, pasado está".
Ofelia se quedó más tranquila e intentó dormirse lo antes posible. Casi lo consigue si no fuera por una llamada perdida de Arturo.

El día era soleado, pero ya empezaba a notarse el fresco del otoño. Además, las hojas doradas caían de los árboles, y se despedían hasta la llegada de la primavera.
Ofelia iba con el corazón que se le iba a salir del pecho. Había quedado con Arturo. Iba pensando que ojalá esa fuera la definitiva, la cita que la sacaría de sus dudas y que la haría la estudiante más feliz del mundo. Corría por enfrente del Archivo de la Real Chancillería y ya divisaba a Arturo. "Siempre llego tarde, no se cómo lo hago", se dijo.
Al llegar junto a él, se dio cuenta del brillo especial que emitían los ojos del chico, y ambos caminaron juntos horas y horas sin darse cuenta de por donde iban. Simplemente, se encontraban bien juntos, y se deseaban.
A Ofelia comenzó a invadirle la duda de si haría bien o mal, pero sabía que Arturo la quería. Era bueno, leal, formal, sereno y le parecía el más bello de todos los seres. Podría decirse que su perilla de "chivo" como decían sus amigas y su forma de ser la hacían perder el control.
De repente, y sin pensarlo, los brazos de Arturo le rodeaban su delgada cintura y la llevaban junto a él. Se sentía como si su cuerpo y el del muchacho fueran uno.
El tiempo se paró, no se oía nada, no pensaba en nada, ni siquiera en esa greña molesta que con el aire le hacía cosquillas en la cara. En aquel momento le sobraba todo menos el cariño, y el amor de Arturo. Este chico era realmente especial... Y más vale darse cuenta tarde que nunca. Sus dudas ya no existían, sabía que él era la persona con la que quería estar por el momento.
Aquella tarde, el chico lo había hecho muy bien. No dijo nada, solo actuó.
Y es que a veces, las palabras, no bastan para expresar un sentimiento.

miércoles, 28 de abril de 2010

TIRED. CHAPTER II. CONOCIÉNDOSE.

Era sábado. Silvia caminaba a la residencia. Venía de la biblioteca. Adoraba su carrera, le encantaba indagar en los días de gloria del Imperio Romano o en la expansión de la cultura griega mediante los textos que traducía. A menudo se le hacía complicado encontrarles el sentido, pero después se convertían en historias apasionantes que la hacían soñar. Si por ella fuera, viviría en esa época, pero lamentablemente, nació tarde. Como decían los filósofos griegos: los seres humanos, somos optativos, estamos, pero podríamos no estar.
En sus pensamientos andaba cuando se encontró con Louise y Sara que llegaban a la residencia.
- ¡Hola chicas!
- ¡Buenas!- Contestó Louise.
- ¿Qué tal? ¿De donde venís?
- De comprar ruedas de patata del Metadona, jajaja.
- Sí, tiene un vicio esta mujer... Desde que han abierto el mercadona las de Labouré estamos más allí que aquí jaja.
- Ya te digo. Yo tengo que ir a comprar leche y café.
- Pues nada maja ya sabes...
- Sí. ¡Oye!, ¿salís hoy?
- Yo sí, pero he quedado con los de medicina.- Comentó Sara.
- Yo también, he quedado con unas amigas y un amigo pesado... ¿Quieres que te presente a un amigo? jajaja.
- Mmm... Bueno, me voy contigo jaja.
- Vale, y te presento a mi amigo ¿eh? Y si pasa algo... jaja.
- Uf no creo Louise... Aunque tampoco pasaría nada. Bueno, me quedo aquí esperando a Noe. ¡Ciao!
- ¡Adiós!
Ya en el ascensor, Louise explicó a Sara que ya conocía a Silvia de antes. Se cruzaban a menudo por el instituto y Silvia saludaba a todo el mundo, le conociese o no. Comentó que algunas personas solían reirse de su desparpajo.
Al llegar al 5º, Sara propuso ir a ver a Vic, que ya había vuelto a la residencia. La habitación de la chica estaba repleta de gente que fue a preguntar cómo se encontraba.
Vic se encontraba perfectamente, y en un estado de ánimo óptimo. Parecía haberle afectado muy poco lo del accidente y se ruborizaba con comentarios del tipo "que valiente eres", "eres una heroína", "pequeña pero matona", y cosas de ese estilo.
Estuvieron charlando un rato en el pasillo con Aleyt. Las tres se habían hecho también muy amigas desde el primer día, aunque Sara y Louise tenían algunas diferencias con el grupo de Ofelia, por lo que preferían no irse demasiado con ellas.

La noche del sábado llegó y, como siempre, las residentes sólo pensaban en qué ponerse o en cómo maquillarse. Las planchas y los secadores volaban por los pasillos, a la par que las sombras de ojos y las brochas de colorete iban de un lado a otro.
Aleyt se unió a la salida con Silvia y Louise.
Estando en la habitación de Silvia, Aleyt recibió la llamada de un amigo. Bueno, un chico que según él conoció una noche, pero que ella no se acordaba. Se agregaron a las redes sociales y al messenger, y hablaban bastante. Quizás éste le decía más cosas imprudentes de las que debería.
Ibai, así se llamaba, estaba siempre diciéndole que quería quedar con ella, pero Aleyt se negaba. No le interesaba demasiado quedar con él, y mucho menos sabiendo las intenciones que tenía. Esa noche estaba de buen humor y contestó al teléfono.
- ¿Sí?
- ¿Aleyt? Soy Ibai.
- Ya, ya lo se jaja.
- ¿Te apetece quedar hoy? ¿Vas a salir?
- Sí, voy a salir con unas amigas de la residencia.
- Mmm, vale. Pues cuando vaya por Paraíso te llamo.
- Uff... Nosotras creo que iremos por la zona de San Miguel.
- Vaya... Bueno pues... Te llamo cuando esté por allí.
- Vale. Hasta luego.
- Adiós preciosa.
Aleyt se ruborizó con esta última frase, y Silvia le preguntó que quién era. Se lo explicó, y a Aleyt se le ocurrió presentárselo a Silvia. La verdad que juntos quedaban muy bien, o eso pensaba Aleyt, que sólo se acordaba del chico por fotos.
La chica lo sentía por Louise, pues sabía que quería quitarse del medio al amigo con el que había quedado para presentarle a Silvia, pero bueno, la que tendría la última palabra sería la habladora muchacha.
Salieron de la residencia y fueron al Pájaro Lanudo, un pub que encantaba a Louise y a Aleyt. Pidieron unos cócteles de sex on the beach y bailaron un rato. Louise presentó a su amigo Álex a Aleyt y a Silvia.
A Silvia no le pareció nada atractivo, y Aleyt vio en él algo que no le gustó, pero se comportaron correctamente. Ambas se dieron cuenta de que el chaval estaba loco por Louise.
Al rato, Aleyt volvió a recibir una llamada de Ibai. Quedaron en verse en media hora en la puerta de Sotabanco. Tardaron un rato en llegar hasta allí, además de que Louise había bebido demasiado y le costaba un poco andar. Pararon un par de veces, y al final Álex tuvo que llevarla cogida del brazo mientras bromeaban y reían. Aleyt pensó que quizá había juzgado mal al muchacho.
A cierta distancia, vieron a Ibai. Aleyt no estaba muy segura de si era él, pero aún así se acercó. Ibai era un chico de estatura media, rubio, con cara de pocos amigos, pero no era nada feo. Estaba con otro chico, su compañero de piso. Este último sí que impresionó a Silvia y a Aleyt. Parecía un modelo de revista. Alto, muy moreno de piel, con unos ojos grandes y una sonrisa enorme, aunque les pareció un poco estúpido.
Se saludaron correctamente, Aleyt e Ibai un tanto decepcionados el uno con el otro, pero la chica se dio cuenta de que él miraba de reojo a Silvia. Oportunidad perfecta para quitárselo del medio. Pasaron al pub perdiendo de vista a Louise y a su amigo. Tomaron cuatro chupitos de whiskey a los que invitó Ibai y fueron a otro lugar que les gustaba más.
El joven que acompañaba a Ibai despareció entre la gente, y quedaron los tres. Silvia hablaba mucho con Ibai y este parecía querer algo con ella. Aleyt pensó que ojalá saliese la cosa bien entre ellos, mientras que, no sabía por qué, su mente se fue hacia otra persona diferente que hacía tiempo que no veía.
Llegaron a la residencia muy tarde. Casi les cierran la puerta. Silvia y Aleyt estaban preocupadas por Louise que no había llegado todavía.
Silvia recibió un cariñoso mensaje de buenas noches de Ibai, y se puso nerviosísima. Le contestó preguntándole que si quedaban al día siguiente para tomar algo. Ibai le contestó que sí. Aleyt se alegró por la chica y se fue a su habitación.
Al poco, oyó que llamaban a la puerta. Maldijo mil veces a quien estuviera llamando, pues tenía muchísimo sueño. Era Louise, acompañada de Silvia, con una cara entre felicidad y pánico.
- ¿Qué os pasa?- Preguntó Aleyt un tanto enfadada.
- Tía... La he jodido... Pero bien...
- ¿Cómo?
- Me he liado con Álex...
- ¡¿Qué?! Pero... ¿Y Mario qué?
- Mario no tiene por qué enterarse.- Propuso Silvia, con voz de niña enamorada.
- Yo no quiero nada con Álex, no se como lo he hecho... Sólo han sido un par de besos. -Replicó Louise.
- Vale... Mira a Mario ni una palabra. Y de esto olvídate Louise. Tú estás bien con Mario y supongo que no quieres nada con Álex.
- Claro que no.
- Pues eso. A Mario ni mencionárselo. E idos a dormir que ya está bien jaja.
- Buenas noches.- Deseó Silvia con la misma voz de niña enamorada.

Al día siguiente Louise estaba más tranquila, y dejó claro a Álex que quería a Mario y que no quería volver a saber nada más de él. Álex no volvió a verla nunca más, cortaron toda relación posible.
Silvia salió de la residencia hecha un manojo de nervios. Llevaba un vestido discreto y unas botas negras. La verdad que iba muy guapa.
Quedó con Ibai en el Teatro Calderón, y ambos fueron a dar un paseo. Terminaron en un bar tomando algo, e Ibai se lanzó a sus labios. Silvia se quedó impresionada, pero ya no podía hacer nada, deseaba que ese momento no terminase nunca. Se sonrieron y siguieron besándose, sin pensar en nada, sin pensar en nadie. Creyó que aquello podía ser el principio de una relación seria, de estar juntos por mucho tiempo, y eso parecía...
Pasaron los días, y no volvieron a quedar... Ibai estaba confuso, no quería hablar demasiado con ella. Silvia se quedó chafada cuando Ibai le dijo que aquello fue un error... No sentía nada por ella, sólo fue un calentón y ya dejó claro que nunca más iba a suceder.
Silvia se enfadó muchísimo con él, le dijo todo lo que pensaba de los hombres. Siempre generalizando le respondió Ibai, pero era cierto, nunca se habían portado bien con ella.
Aún así Silvia no pierde la esperanza de encontrar a su príncipe azul.

martes, 27 de abril de 2010

TIRED. CHAPTER II. CONOCIÉNDOSE.

Sonó el despertador a las 08.00 de la mañana. Con un gruñido de angustia, Vic se levantó de la cama. El suelo estaba helado. Se preguntó enfadada cuando pensaban encender la calefacción las monjas, aunque estaba acostumbrada a ello.
Fue al baño y se metió en la ducha, mientras repasaba mentalmente números y fórmulas que seguramente tendría que desarrollar en el examen.
Un examen a principio de curso, ¿qué broma de mal gusto era esa? se preguntaba mientras se enjabonaba el pelo. El agua templada la iba sacando de su letargo. Había dormido realmente bien aquella noche. Estaba segura de que aprobaría el examen sin problemas.
Cuando estuvo vestida, se puso las gafas y cogió la carpeta. Al salir de la habitación se encontró con Louise y Ana que también bajaban a desayunar.
- Buenos días chicas.
- Hola Vic- Contestó Ana.
- ¿Qué tal llevas el examen?
Vic sabía que esa iba a ser la primera pregunta de la mañana.
- Pues... Yo creo que sí aprobaré, no es difícil, aunque me jode que tengamos ya examenes a principio de curso.
- Ya te digo maja, yo ya estoy hasta arriba de trabajos e informes.-Explicó Louise.
El olor a pan tostado y a zumo de naranja abría el apetito a cualquiera a aquellas horas de la mañana, sobre todo después de la espantosa cena del día anterior.
Desayunaron en compañía de Sara y de Ofelia, que por enésima vez llegaba tarde a clase.
- ¡¡Suerte Vic!!- Le desearon todas.

Todavía no habían llegado las nieblas a Valladolid, pero el aire frío ya empezaba a colarse en los huesos de los transeúntes. Vic te ajustó la chaqueta y el pañuelo y caminó hacia la parada del bus urbano. La facultad le quedaba a unos cuantos minutos de la residencia.
Mientras esperaba, se oía el ruido de los coches, y los pitidos de los coches, tan típicos dela ciudad de Valladolid como la Semana Santa. Aquella mañana había muchísimo movimiento.
De repente, Vic escuchó los gritos de alguien. Eran de una mujer. Vic giró la cabeza y vio el rostro desencajado de una señora que miraba como su niña pequeña iba directa a la calzada por donde pasaban los coches a toda velocidad. La inocente niña iba detrás de su pelota que se le había escapado.
A Vic le recorrió un sudor frío por la espalda. No sabe cómo, ni por qué, pero soltó sus apuntes y corrió hacia la niña. Después escuchó el sonido de la ambulancia y los llantos de una chiquilla asustada.

- ¿Sí?
- ¿Es la Residencia Labouré?
- Sí, ¿qué quería?
- Soy la doctora Vega, del Hospital Clínico.
- Ah, dígame...
- Mire hermana, esta mañana una de sus residentes a sufrido un accidente, se llama Victoria Sánchez.
- ¡Santo Dios! ¿Qué le ha ocurrido? ¿Es grave?
- No, sólo un golpe en la cabeza y un brazo roto por varias partes. Perdió el conocimiento durante unos minutos. Está en observación. Necesitamos el teléfono de su casa para avisar a sus padres.
- Podemos avisarlos desde aquí. Enseguida irá alguien de la residencia para allá.
- De acuerdo.
- Hasta luego.

La hermana no se dio cuenta de la presencia de Carol en portería. A la joven se le quedó la cara blanca cuando le contó para qué era la llamada. En ese momento entró Aleyt, que regresaba de comprar El Norte de Castilla.
- ¡Leonesa!
- Madre mía Aleyt... ¡Qué movida!
- ¿Qué pasa?- Aleyt notaba a Carol preocupada, extraño en ella.
- ¿Sabes quién es Vic? La chica del 5º bajita con gafas que es de Ponferrada...
- Mmmm, creo que sí, ¿qué le ha pasado?
- Ha tenido un accidente, la atropelló un coche ahí delante de la Casa del Estudiante.
- ¡No jodas!
- Sí tía, yo me voy al hospital a verla...
- Y yo contigo, no la conozco casi pero da igual, jolín que putada.
S.A., Carol y Aleyt fueron al hospital y encontraron a Vic que no se podía mover demasiado.
- ¡Vic!
- ¡Dios, estás hecha un Ecce Hommo! jaja.- Bromeó Carol.
- Pero hija ¿qué te ha pasado?
- No se como lo hice la verdad. Había una niña pequeña jugando con una pelota, se le escapó y un coche iba muy rápido. La iba a atropellar. Escuché a su madre gritar y corrí. Me tiré encima de ella y ya no me acuerdo de más. Rodé por encima de un coche según me han dicho. La niña está bien, solo tiene arañazos en los brazos y piernas.
- Vic... Eres genial.
- No se como reaccioné así.
- Vaya heroína jajaja.
- Bueno tú recupérate pronto hija, que vaya susto nos has dado. Tus padres nos han dicho que llegarán a medio día.
- Sí... Bueno pues nada.
- ¡Tú! Vámonos que a las 16.00 tenemos Tanarro. Luego venimos a verte. Mejórate.
- Vale. Bueno Vic ponte buena pronto.
- Gracias por venir.
- Por cierto, y el examen... no lo has hecho claro.
- Obvio.
- Bueno ¡adiós!
Y salieron comentando la situación.

lunes, 26 de abril de 2010

TIRED. CHAPTER II. CONOCIÉNDOSE.

Perdonadme, hoy escribo dos capítulos de Tired. Si aún no os habeis cansado, prometo que os gustarán. ^^

- ¡¿Qué quieres ahora?!
- Ana, tranquilízate, sólo quiero habl...
- ¡Yo no quiero hablar contigNegritao, no me llames!
- Ana por favor, necesito explicarte las cosas...
- A ver... ¿Qué tienes que explicarme?
- No me grites.
- Es lo mínimo que puedo hacer... ¿Por qué me has hecho esto?
- Ana, yo... No se, se que no tengo perdón, pero fue una tontería... Iba borracho, muy mamado... No puedo explicarlo. Joder Ana, te echo de menos... No estamos juntos como antes...
- ¿Me estás diciendo que por haberme venido a estudiar fuera me tienes que engañar con otra tía?
- No es eso...
- Es que lo sabía... Es una zorra... No lo entiendo en serio... ¡Te puso los cuernos tres veces cuando estuviste con ella! ¡Y aún así estando conmigo estabas más con ella...! ¡Y encima me decías a mí que no te gustaba que me fuera sola con Miguel!
- Ana perdoname... Yo te quiero.
- No me jodas... Pues yo no perdono una infidelidad, y tampoco doy segundas oportunidades.
- Ana piensa esto, te juro por lo que más quieras que nunca va a volver a pasar.
- Adiós, no quiero que me llames más. Y a mi hermana tampoco. Ella fue la que me lo dijo, os vio en el Buda.
- Pe... pero... ¿Ana? ¿Estás ahí? ¿Ana?

Ana dejó el teléfono encima del estante. Vibró un par de veces más, pero no lo cogió. Tenía muy claro lo que quería hacer, y no quería volver ni ver a su ex.
Habían estado 1 año y medio juntos. Fueron felices, pero esa felicidad siempre termina por uno u otro lado. Se sentía engañada y lo peor es que lo sabía.
Necesitaba hablar con alguien, pero allí no estaban Isa y Rebeca para contarles nada... Había una persona que quizás la escucharía.
Bajó por las escaleras y llamó a la puerta.
- ¡Hola Ana!
- Hola Carol...
- ¿Estás llorando? ¿Qué te pasa?
- Necesito hablar con alguien... ¿Me acompañas a dar una vuelta?
- Claro que sí mujer. Espera un momento que me lavo los dientes y vamos. Siéntate si puedes.
- Tranquila, espero.
Ambas salieron de la residencia y fueron siguiendo el cauce del Esgueva, y después del Pisuerga hasta llegar a las Moreras. Allí se sentaron y Ana le relató lo que le había pasado.
- Es que... No se como no me di cuenta Carol... Estábamos bien, pero últimamente se iba muchísimo con ella a tomar cañas, a hablar, a todo... Después de haber estado juntos dos años y de que ella lo engañase mil veces.
- Los tíos son así Ana, son como cuervos... Críalos, y te sacarán los ojos.
- Me dijo que no podía aguantar la situación de estar lejos... Pero ¿qué hago?
- Pues que vas a hacer...
- Además, tenía los cojones de decirme que le sentaba mal que me fuese sola con mi mejor amigo a darme una vuelta... Manda narices...
- Jajaja, vaya...
- No se, todo está siendo muy diferente...
- Mira Ana, la vida no se puede planear. Cambiamos, crecemos, y ahora estamos aquí, viviendo en Pucela, conociendo gente y la vida nos ha cambiado a todas. Yo no tenía novio en León, pero tenía otras cosas que también hecho de menos. Seguramente, dentro de un tiempo, cuando vuelva allí de visita, estaré deseando volver allí. Todo va a ir mejor. Tu vida y la mía están aquí ahora y después, pues que venga lo que tenga que venir ¿no?
- Tienes razón, pero es difícil olvidar lo anterior.
- No tienes que olvidarlo, no he dicho eso. Lo que digo es que disfrutes el presente y lo que tienes ahora, mirar para atrás no sirve de nada. Por preocuparte por el pasado las cosas no van a cambiar. Encontrarás a alguien que te quiera más y con el que estarás mejor. ¡Paciencia!
- Gracias Carol.
- De nada tontorrona.
Volvieron para la residencia y se encontraron con Louise, que también iba discutiendo por teléfono con su novio.
- ¿Ves? Todas estamos igual jajaja.
- ¡Qué humor tienes Carol!
- Vamos a picar a Vic y bajamos a cenar.
Aquella noche hubieran dado lo que fuera por una cena en el office.

TIRED. CHAPTER II. CONOCIÉNDOSE.

Los días y las noches pasaban. Las colegiales de Labouré se iban poco a poco acostumbrando a la rutina universitaria y todo transcurría normalmente.
Los fines de semana en Valladolid eran una novedad para muchas de las nuevas chicas.

Aleyt regresaba de comprar unas cosas cuando se cruzó con su amiga Ajo en el ascensor. Todos decían que ambas se parecían bastante, por la altura, el pelo rizado, y quizás el acento machego.
- ¡Hola Geme!
- ¡Hola!
- ¿De dónde vienes a estas horas?
- Pues nada ya ves de comprar leche y poca cosa más, a ver si lo dejo en el office y voy a por unos libros ahí al Árbol de las Letras.
- ¿Sabes ir?
- Pues... Creo que sí, pero tampoco tengo mucha idea.
- ¿Te acompaño?
- Vale, esperame 2 minutos que dejo esto y bajo.
Ajo era una chica también bastante especial. Tenía dos años más que Aleyt, y a ésta le parecía una chica muy simpática, al igual que BH, Margarita y Ofelia. Siempre les agradecería que en estos primeros días de curso la acogieran como una más en su grupo, aunque luego todo sería muy diferente...
Aleyt bajó lo más rápida que pudo y se dirigieron a la librería.
- Bueno ¿cómo llevas las clases? ¿Te gusta la carrera o que?
- Al principio es difícil de decir, porque no me entero de nada jajaja.
- Ya verás como luego va todo bien, tu tranquila.
- ¿Y tú? ¿ No tienes clase ahora?
- No, a esta última librábamos, y Ofe y Margarita no se donde están.
- Ah, ¿vais juntas a clase?
- A algunas, yo es que suspendí unas asignaturas de 2º, aunque estoy en 3º de Medicina.
- Ah vale, vale.
- Por cierto geme, ¿estás en Pucela este finde?
- Claro, ¿por?
- Porque unos amigos nos han invitado a su casa a hacer botellón, Genaro y estos, ¿te apuntas no?
- Ah sí, los de novatadas. Yo hablo mucho por messenger con Nacho.
- ¿Con Nacho? Ui ojito con él.
- ¿Por?
Sin darse cuenta Aleyt puso toda su atención en lo que Ajo pudiera decirle de este chico.
- Está colado, pero coladísimo por Ofe. No se a ver si vas a empezar a molarle tú.
- Jajaja, ¡qué cosas tienes!
- Sí sí tú ríete...
- Nada mujer, es un buen tío. Me dijo de ir al museo de escultura este finde jaja. ¿Te vienes?
- Mmmm, vale sí, porque no lo he visto, ¿cuánto vale?
- Es gratis los sábados por la tarde.

Aleyt compró sus dos libros de Historia. Ya era hora de llevarlos a clase.
Cuando llegó a la residencia, conectó el ordenador, como siempre, para pasar los apuntes de Derecho. Alguien le escribió un "Hola" cuando abró el messenger. Era Nacho. Estuvieron hablando durante un buen rato hasta que quedaron en una hora para ir al museo, aparte de comentar otras cosas.

-¿ Vamos geme?
- Sí ya estoy.
- ¿Dónde has quedado con Nacho?
- Me dijo que a las 16.00 en la puerta del museo.
- Vale, porque no tengo su número de móvil.
- Ah no pasa nada yo sí.
- Ui ¿ya os habéis dado el número de teléfono?
- Jajaja, ¡qué mala eres!
- Que no geme, ¡es broma!

- ¡Hola Nacho!- Ajo y él se dieron dos besos.
- ¡Hola chicas!
- Bueno vamos, que me quiero ir a la resi pronto para ponerme guapa. Esta noche os invadimos vuestra casa.
- Ya eso me ha dicho Genaro.
- Pues a mí me da un palo...
- ¿Por qué hija? Pues si nos conoces a todos.
- Jajaja ya pero no me quiero acoplar en casa de nadie.
- Te he invitado yo.
- Entonces vale.
Dieron una vuelta por todo el museo. Aleyt estaba interesada en dos esculturas concretas, con tan mala suerte que se las habían llevado a la National Gallery de Londres.
Al salir, fueron los tres a tomar un café y ya quedaron para la noche.

Al llegar a la residencia, fueron a la habitación de BH. Ella le dijo a Ajo que en media hora bajaría al gimnasio a hacer un poco de ejercicio.
Aleyt fue a su habitación a elegir que ponerse y, como se aburría, bajó al gimnasio a charlar con Ajo y BH. Se encontraban en ese momento haciendo pesas para ejercitar los brazos.
- ¿Qué haceis chicas?
- ¡Hey hola Aleyt!
- Aquí a ver si nos ponemos guapas jaja.- Dijo Ajo.
- Amm. Eso está bien...
- Sí, sí. En realidad Ajo está haciendo la "Operación Genaro".
- ¿Cómo?
- A ver Geme, te explico... ¿Te acuerdas de Genaro? Es el chico del pelo rizado, el que está bueno de los chicos del coro.
- Sí, sí. La verdad que el muchacho está de buen ver. Se parece a Águila Roja jajajaja.
- Sí, ese. Pues me apetece muchísimo liarme con él. Llevo más o menos un año así.
- Pero... ¿qué te gusta?
- Sí, pero sólo para un royo y fuera.- Contestó BH por Ajo.
- Ah ya ya... ¿y hoy es la noche, no?
- Espero jajaja. Pero me vais a tener que ayudar.
- Cuenta con ello. ¡Y levanta más los brazos Ajo!
Aleyt salió del gimnasio y se encontró con Ofelia. Ambas estuvieron hablando un rato sobre qué ponerse y la hora de salida.
A las 22.30 salieron de la residencia Ofelia, BH, Aleyt y Ajo y se dirigieron con unas botellas de ron a cada de los chicos que las estaban esperando. La noche transcurría normalmente, aunque Aleyt se sentía un tanto incómoda. Quizá porque no conocía a ninguno, salvo a Nacho, o quizá por la presencia de este. Allí estaban aparte de Nacho y Genaro, otro chico que estudiaba arquitectura que se llamaba Pelayo, muy tímido y poco hablador, y otro con más sangre que se llamaba Ross.
Ya se hacía tarde y tenían que salir un rato antes de irse para la residencia. BH, Ajo y Aleyt fueron al baño.
- ¿Te has dado cuenta como Ofe se arrimaba a Genaro?- Dijo BH.
- Sí, ya me he dado cuenta.
Aleyt estaba sorprendidísima con lo que estaba escuchando, y no dijo nada.
- Bueno ahora cuando estemos por ahí os intentamos dejar solos.
- Vale, jeje.
Salieron del baño y había barullo en el pasillo de la casa. Todos estaban poniéndose los abrigos y ya bajando por las escaleras. Aleyt estaba fuera del portal fumando un cigarro en compañía de Nacho mientras le contaba a éste las intenciones de Ajo con Genaro.

Pelayo y Ofelia fueron los últimos en bajar. Estaban en el descansillo de la casa cuando oyeron que en el salón todavía quedaba gente. Descubrieron entonces a Genaro y a BH juntos. Pelayo, abrió y cerró la puerta para que pareciese que salían, pero se quedaron dentro para ver lo que ocurría. BH estaba intentando besar a Genaro, a lo que este seguramente no se resistiría.
- Para Genaro, para.
- ¿Cómo? ¿Qué pasa?
- No puedo hacerle esto a Ajo.
- ¿El qué?
- Liarme contigo. Ajo quería tener un royo de una sola noche contigo. No puedo hacerle esto.
- Vaya... Mira BH, yo paso de estas movidas. Mejor nos vamos.
Ofelia estaba indignada con BH y le pidió a Pelayo que bajasen ya. Pelayo, para que no se notase, abrió la puerta e hizo como que entraba a coger algo. A esto volvió a salir y bajó acompañado de Ofelia.

- Oye Nacho, ¿dónde están Genaro y BH?- Preguntó Aleyt delante de todos. Ajo ya se daba cuenta de lo que estaba pasando y quiso subir al piso de nuevo.
- Pues ni idea.
Se abrió la puerta del ascensor y aparecieron Pelayo y Ofelia. Por la cara de ella, Ajo intuyó que algo ocurría. Ofelia le dijo que se fueran de allí que ahora llamarían. Ajo cogió del brazo a Aleyt y le dijo que quería irse a la residencia, que no se encontraba bien. Aleyt intentó animarla y le dijo que seguro que no había pasado nada, que ahora irían a pasarlo bien y ya está. Caminando se encontraron a Sara que venía con unos amigos de medicina y Ajo se animó un poco.
Fueron por la Plaza Mayor y subieron por un pequeño pedestal en rampa. Iban delante Ofelia y Pelayo, tras ellos Ross y Ajo, y por último Aleyt y Nacho.
Aleyt, al ver tan inestable a Ajo, pensó que iba a caer y justo... Ajo resbaló por la rampa y calló al suelo de frente, levantándosele el vestido que llevaba. La chica, muerta de vergüenza, no quería levantarse. Hubo una mezcla entre risa y pena, pero continuaron.
- ¡Ajo! ¿Te has roto las medias?- Le preguntó Aleyt.
- ¡No!
- Vale entonces vamos.
- ¡Anda que si me llego a romper una pierna...! ¡Sólo te preocupas por las medias! jajaja.
- Ya te digo geme. Jajaja.
- Mañana no quiero que nadie me recuerde esto.
- Tranquila, si no nos vamos a acordar.- Le contestó Ross.
- Yo sí.- Dijo Nacho.
- Mira Nacho, como digas algo te mato.
- Jajajaja.
Gracias a dios el ambiente se relajaba un poco hasta que Ajo recibió una llamada de BH.
- ¿¡Qué quieres!?
La voz de Ajo resonó por todas partes. Nacho y Aleyt se esperaron a que terminase de hablar con BH antes de entrar a la disco.
- ¿Qué te ha dicho?- Preguntó Aleyt.
- Nada, que vienen para aquí. Vamos.
Entraron, y se respiraba la tensión en el ambiente, sobre todo cuando aparecieron Genaro y BH.
Ajo no quería hablar con BH, y BH lo intentó, pero nada. Ella le explicó a Aleyt que necesitaba hablar con Ajo y explicarle que no había pasado nada entre ellos. Aleyt le aconsejó que se dieran tiempo y que todo se arreglaría.
No contenta con ello, BH empezó a intimidar a Pelayo. Le hizo lo que ellos llaman la "grapa", pero él le contestó que estaba cansado, no encontró otra excusa mejor. Hizo lo que él llamaba el "topillo".
Como tampoco le salió bien con este peculiar chico, empezó a echarle miraditas a otro que no conocía, que estaba también en el mismo local.
Llegó la hora de regresar a la residencia y los chicos las acompañaron. BH se quedó con el último, que pareció hacerle caso y apareció por la residencia al día siguiente.
BH y Ajo estuvieron sin hablar unos días, hasta que por fin se perdonaron tras hablar varias veces de ello. Las que terminarían alejándose del grupo serían Ofelia y Aleyt.

miércoles, 14 de abril de 2010

TIRED. CHAPTER I. VALLADOLID.

Miedo a lo desconocido. Podría ser el título de un capítulo inmerso en este.
Así se sentían Aleyt y Carol cuando llegaron a la puerta de la que sería su nueva clase.
Conocieron a varias compañeras y conversaron con ellas hasta la hora de entrar. Sin embargo, les llamó la atención un chico que se llamaba Gerardo, natural de allí, de Valladolid. Congeniaron muy bien los tres y se sentaron juntos en la última fila del aula esperando la entrada de la profesora.
Cuando estaban en la mitad de la presentación de la clase de Lengua Castellana irrumpieron en la clase los "veteranos" de la carrera de periodismo. Comenzaban las novatadas.
Todo participaron en diversas peripecias que hicieron que Aleyt y Carol se sintieran algo ridículas, pero a partir de ahí empezó la amistad entre novatos y veteranos, además de que ambos grupos lo pasaron de maravilla.
Aquí no terminó todo. En la residencia también les esperaba una larga noche de novatadas.
La tradición en la ciudad de Valladolid es que las veteranas disfracen a sus novatas y las lleven haciendo una especie de "guerra" contra otras residencias en la Plaza de la Antigua.
Aquella noche coincidió con el cumpleaños de Aleyt, que alcanzaba su mayoría de edad.
Durante el trayecto de la residencia a la Plaza de la Antigua, Aleyt conoció a dos chicas, cada una de lugares muy diferentes. Una de ellas se llamaba Sara y la otra Louise. Aleyt, después de tomarse un respiro tras dos horas de novatadas en la Antigua, decidió invitar por su cumpleaños a Sara a una copa.
Aquí la situación empezó a irse de las manos. Las novatas estaban ya demasiado cansadas por la presión de sus veteranas.
Aleyt daba vueltas por allí, entre la gente, y se encontró con Ofelia, una de sus veteranas. Ofelia era una chica muy peculiar, con el pelo cortísimo y con cresta, delgada, siempre sonriente y muy carismática.
Además, Ofelia era de una ciudad muy cercana a la de Aleyt, y eso constituyó un gran apoyo para ambas. La simpática veterana le pidió a Aleyt que por favor contase un chiste a tres amigos suyos que había conocido el año anterior. Los tres chicos eran unos cuatro años mayores que Aleyt, y no se sintió demasiado cómoda con la situación, pero les contó un chiste que triunfó a lo largo de las novatadas. Tras esto, llegaron al lugar donde se encontraban el resto de amigas de Ofelia: Margarita, BH y Ajo, tres veteranas de la misma residencia y amigas también de los tres chicos.
Sin saber cómo ni por qué, Aleyt vio que sus veteranas se alejaban y se quedó sola ante un montón de gente. La bebida empezaba a afectarle y se sintió un tanto agobiada. A esto y justo a tiempo, una voz le habló. Era uno de los chicos amigos de Ofelia. Se llamaba Nacho. Era un chico normal, de estatura normal, pero muy atento y hablador. Destacaba en él la melena larga recogida en una coleta. Hablaron de temas varios, hasta que aparecieron todos los demás de nuevo.

Por otro lado, Carol continuaba con su bebida y divirtiéndose con otras dos chicas con las que había congeniado muy bien. Una de ellas estudiaba Derecho, y su nombre era Ana. La otra se llamaba Vic, o al menos así la llamaban.
Llegó la hora de marchar a la residencia, se les hacía tarde y si eso ocurría, las monjas no les dejarían salir en mucho tiempo.
Carol, Ana y Vic llegaron antes de la hora establecida, y siguieron la juerga por sus respectivas habitaciones y comentando la noche con más chicas de la residencia.
Aleyt, más despistada, fue recogida por BH y fueron hablando por la calle en dirección a la residencia, seguidas de Ajo y Margarita.
Más alejada de ellas iba Ofelia, en un estado un poco crítico por haber bebido demasiado, acompañada por Nacho.
Cuando todas hubieron entrado y continuado la juerga en las habitaciones, Ofelia quedó en la puerta con su amigo hablando un rato.
- Madre mía Nacho, mañana tengo que estar en clase a las 08.00 de la mañana, y con este dolor de cabeza...
- Bueno hija, no te preocupes, si no puedes... Oye, es el segundo día, tampoco pasa nada.
- Ya... En fin, no se, no se. Bueno vuélvete ya a la Antigua y gracias por acompañarme...
- De nada... Ya ves, no me cuesta nada.
La conversación era bastante normal, pero había algo de tensión, sobre todo por parte de Nacho.
- Ofelia... Tengo... Tengo que decirte algo... Pero no se cómo... yo...
- Dime. Ya sabes que me lo puedes contar.
- A ver... El caso es... Bueno, me caes muy bien, desde el día que te conocí pues te consideré una gran amiga. Pero...
- Date prisa hombre, que me van a cerrar la puerta.
- Bueno... no se si debería decirtelo. El caso es que, bueno, ya que estoy...
-¡Pero dí!
- Que me gustas Ofelia. Me gustas desde el día en que te conocí, no puedo evitarlo. No se puede decir que esté demasiado pillado pero... siento algo por ti.
- No... no se qué decirte Nacho..., creo que el sentimiento no es mutuo...
- Ya, me lo imaginaba... Pero necesitaba decírtelo. Espero no haberla jodido.
- ¡No! Por supuesto que no... Pero Nacho yo acabo de salir de una relación larga y no puedo pensar en esto ahora.
- Lo entiendo, discúlpame si te he destrozado la noche.
- No, no, que va... Sólo que... No se que decirte de verdad. Hablamos otro día ¿vale?
- Claro... como quieras. Buenas noches Ofelia.
- Buenas noches Nacho.

Nacho se alejó con la mirada perdida entre las farolas, aún nervioso, pensando si habría hecho bien o mal. La cosa estaba en que ya lo había dicho, no había marcha atrás.
Lo que no sabía es que su vida iba a cambiar poco tiempo después...
Todo comenzó con una petición de amistad en una red social de Aleyt Meeverne.

martes, 13 de abril de 2010

TIRED. CHAPTER I. VALLADOLID.

- ¿Sí digame?
- Hola, buenas tardes. ¿Es la residencia Labouré?
- La misma.
- Buenas. Soy la madre de Aleyt Meeverne, Alejandra. Mire era para decirle que ya sabemos que la llegada de las residentes era hoy, pero se nos hizo un poquito tarde y estamos camino de Valladolid. ¿Hay algún problema si llegamos mañana por la mañana?
- Por supuesto que no señora. Aún faltarán por llegar montones de chicas, no se preocupe.
- Muy bien pues mañana sobre las 11 estaremos allí.
- Perfecto. Buenas tardes.
- Hasta mañana.
Se hacía de noche. Aleyt se notaba cada vez más y más nerviosa. Necesitaba llegar ya a Valladolid después de casi 5 horas de viaje.
Las últimas semanas en casa no habían sido precisamente buenas. Su abuela había caído enferma de ciática, coincidiendo con que su madre y su tía tenían que viajar hasta Italia por motivos de trabajo, por lo que ella tuvo que estar cuidando de la anciana hasta su regreso.
Su abuela no era lo que se puede llamar una persona razonable, además de muy testaruda y mandona. Aleyt sacó toda su paciencia e intentó que se sintiera lo mejor posible, pero su abuela siguió igual de desagradecida y sin parar de recordarle lo duro que iba a ser que se fuera a estudiar lejos. Realmente, ese era su mayor deseo, huir de aquellas tierras.

Llegaron a Valladolid al caer la noche. Aparcaron el coche en el parking del hotel donde se alojaría su madre y fueron a cenar por la Plaza Mayor.
Aleyt, extraño en ella, estaba poco habladora, y su madre la acribillaba a preguntas con respuestas que se perdían en su mente.
Aquella noche no pudo pegar ojo. Su cabeza daba vueltas y vueltas para asimilar poco a poco la nueva situación. La verdad que lo que menos le agradaba era tener que vivir en una residencia de monjas, pero no tenía elección.

Sonó el despertador. El fatidico día había llegado.
Llegaron con el coche lleno de equipaje a la residencia y después de las mismas bienvenidas y besos y abrazos subió a la habitación. Comenzó a odiar aquellas cuatro paredes en las que viviría durante un largo año.
- ¿Te hace falta algo más?
- No, creo que así está todo bien.
- Mujer, no quites el cuadro de la virgen y pongas a los Beatles. Es que ya llegas provocando.
- A ver mamá, es mi habitación, puedo tener lo que yo quiera.
- ¿Y ese cuadro de ahí?
- Me lo regalaron mis amigos por mi cumpleaños. Sabes que me encanta Pink Floyd.
- Pues parece un cuadro lésbico.
- Bueno deja ya de meterte conmigo ¿no?
- Relájate hija. Anda vamos para abajo que me ha dicho la monja que tenias que ir a la sala de televisión.
- Vale, pero a la misa ni de coña.
- Bueno vale.

Aleyt bajó y se ruborizó al entrar al salón repleto de chicas que la seguían con la mirada. Su gran constitución imponía a los desconocidos, aunque en este caso la cara no era el espejo del alma.
Después de un estupendo Power Point sobre Dios y la vida religiosa en la residencia, presentación que disgustó y malhumoró a Aleyt, la hermana pidió que las chicas se agruparan por carreras.
Aleyt buscaba desesperada a alguien que fuese a estudiar su misma carrera. De repente retumbó en sus oídos una voz que decía: "¿¡Alguien estudia Periodismo!?" Allí estaba lo que buscaba. Era una chica rubia, con cara de muchos amigos, que se llamaba Carol. Se saludaron y presentaron, y se juntaron con otro grupo de chicas para empezar a conocerse.
En aquel grupo había un pintoresco personaje, una chica llamada Silvia, que no paraba de hablar y de hablar. Buena ocasión para romper el hielo. Quizás las cosas no iban a salir tan mal como ella esperaba y poco a poco la fueron abandonando los nervios.

Consiguió escabullirse de la misa y fue a comer con su madre que la esperaba fuera. Cruzaron a una cafetería cerca de la facultad y, que casualidad, se encontró allí a Silvia y a otra chica de la misma residencia. Se llamaba Louise.
Al terminar, llegó el momento de separarse. Con unos consejos que le dio su madre, Aleyt se despidió de ella aguantando las lágrimas como pudo.
Volvió a Labouré, cogió su mochila, y bajó a recoger a Carol para ir juntas a clase.
Siempre agradecerá a Dios o a quien fuese que le tocara en la misma clase que a su futura amiga.

lunes, 12 de abril de 2010

TIRED. CHAPTER I. VALLADOLID.

El verano llegaba a su fin. Caía la tarde mientras Carol cargaba en el maletero del coche de su padre su último bulto. Llevaba toda su ropa, el portátil, fotos, antiguos recuerdos, las sábanas... ¡Ah!, y un paraguas.
Se despidió de su madre con un beso y un fuerte abrazo, quizás los últimos que se darían en mucho tiempo, por ello cayeron de los ojos de las dos unas lágrimas.
- ¿Lo llevas todo, hija?
- Que sí mamá, no seas pesada que me has repetido mil veces la lista de todo lo que me hará falta.
- Bueno hija ¿qué esperas? Viéndote todos los días y de repente veo que te haces mayor, y yo cada día más vieja. Para mí no es fácil.
- Ya lo se mamá, pero este momento tenía que llegar. No te preocupes por mí, estaré bien con las monjas.
Carol puso cara de circunstancia para hacer sentir a su madre algo culpable por matricularla en una residencia de Hijas de la Caridad, casa que suplantaría su anterior libertad.
- Anda no te quejes, que ya verás que bien estás allí sin tener que hacerte de comer ni nada.
- Sí... Y encima en Pucela. ¿No había una ciudad mejor?
- ¡Carol! Despedíos de una vez por Dios, que no quiero llegar tarde.
A la orden de su padre, se volvió a fundir en un abrazo con su madre, y subió al coche.
Efectivamente, el pajarillo había crecido, y necesitaba volar.

El trayecto se le hizo eterno. Mientras tanto pensaba en cómo sería su nueva vida en aquella ciudad que tanto odiaba: Valladolid.
Cuando uno se refiere a Valladolid, se le presenta la imagen de una ciudad gris, triste, lluviosa y de gente fría. También como una ciudad señorial, de interior. Nadie quiere ir a hacer vida a Valladolid, suena como lejana y distante, sólo que una vez que estás en ella, acabas atrapado para siempre.

Carol divisó las primeras luces de entrada a la capital que sería su nuevo hogar, y un sentimiento de angustia y miedo recorrió su cuerpo. Eran finales de septiembre, la temperatura exterior no era del todo mala, se hacía de noche poco a poco. Esa sensación se agudizó cuando apareció de nuevo el edificio en el que tendría que vivir durante un largo año: la residencia Labouré.

Tras haber escuchado las estrepitosas bienvenidas de las hermanas que regentaban la residencia y haberse cruzado con algunas de sus futuras compañeras, se instaló en el tercer piso, concretamente en la habitación 306. El cuarto hacía esquina, era pequeño, con una cama, varias estanterias, escritorio, baño y armario. Todo estaba en orden, como manda una casa de monjas.
- ¿Ya está todo?
- Sí. Puedes irte cuando quieras.
- ¿Y no vas a darle un beso de despedida a tu padre?
Cumplió con ello.
- Dile a mamá que estoy bien. A ver si aguanto a las monjas.
- Ten paciencia, no son mucho mejores que tu abuela.
- Espero que no se metan en mi vida.
- Ten en cuenta que tú eres ahora responsabilidad suya. No te preocupes anda, que te quejas de vicio.
- Vale, ya os iré contando cuando vaya por casa.
- Tú disfruta, ¡y estudia!, que esto nos cuesta mucho a tu madre y a mí.
- Descuida, pero la fiesta... es la fiesta papá.
- No te digo que no, yo también fui joven aunque no lo parezca. Me voy que ya se me ha hecho tarde. Cuidate mucho hija. Llámanos.
- Te quiero papá.
Y se quedó sentada en su cama con la maleta por deshacer, pensando, sin saber con quién se cruzaría en este largo y novedoso año.

domingo, 11 de abril de 2010

Una historia nueva, nuevos personajes.


SILVIA.


Silvia era una chica particular. Su infancia no había sido especialmente lo que se dice agradable. Había vivido con sus padres y con su hermana mayor. Ésta última contrajo matrimonio hace muy poco tiempo. Su padre se dedicó toda su vida a luchar por su patria en arriesgadas misiones. Su madre es una mujer con carácter, acorde con la personalidad de su marido.

Silvia iba a un instituto de tierras norteñas. Era una chica estudiosa, simpática, y muy muy muy habladora, por lo que suscitó la envidia o constituyó una presa fácil para muchos de sus antiguos compañeros, que incluso llegaron a hacerle muy diversas fechorías. Aún así, y con un carácter aparentemente frágil, Silvia aprendió que la vida es una y no quería desaprovecharla en absoluto, por lo que decidió seguir siendo tal y como es. Eso le abrió las puertas a experiencias que nunca va a olvidar.


SARA.


Sara provenía de tierras del interior. Era una chica muy bonita: rubia, delgada y con unas piernas larguísimas. Su carácter también la define como una persona muy particular.

Estudió el bachillerato de ciencias de la salud con mucho esfuerzo por sacar una calificación alta. Al igual que su hermana mayor, quería dedicarse al estudio de una carrera harto complicada y su pasión se daría cuenta con el tiempo de que era salvar la vida a los demás.

Su adolescencia tampoco fue fácil. Inocente al principio, la gente de su alrededor supo aprovecharse de su bondad y ella se encerró en sí misma, creando su propia coraza vital.

Se hizo desconfiada y dura con ella misma, aunque en el fondo encierra un corazón que no le cabe en el pecho. Poco a poco aprenderá que en el mundo se pueden encontrar seres humanos semejantes a tí y que te valorarán por lo que eres.


CAROL.


Carol es la alegría personalizada. Adora su tierra, sus raíces, además de dormir, salir y nunca entrar. Procedía de un pequeño pueblo de una provincia del interior limítrofe con Galicia en la que hace un frío que sólo sus habitantes pueden aguantar.

Hija única, se crió con sus padres que se dedicaban a la ganadería.

Estudió un bachillerato acorde con ella en el que podía desfogar toda su energía y realizar con un toque de pincel una auténtica obra de arte.

Es habladora, muy cordial y fiel. Su adolescencia había transcurrido normalmente mientras se iba formando a sí misma, preocupándose por los demás y por el mundo que la rodea. Quizás por ello su meta será seguir la actualidad.


VICTORIA.


Victoria, a la que todos llaman Vic, era una chica de lo más normal, que se caracteriza por su simpatía y por pasar desapercibida en momentos clave.

Adora la música y su clarinete. Suele caer bien a todo el mundo.

Es elocuente en su justo medio, graciosa, cordial y amiga de sus amigos.

Lleva gafas, tiene el pelo lacio y castaño, una mirada expresiva, de estatura pequeña pero con un gran corazón.

Procedía de una ciudad mágica por su historia, de la misma provincia que Carol, aunque se atreva a negarlo.


ANA.


Ana era una chica con una especie de "doble personalidad" en el mejor sentido. Es tranquila, transmite mucha paz a diario, aunque en algunos momentos cambia radicalmente y es un terremoto.

Intenta ser responsable y es muy feliz con ella misma.

Su vida transcurrió en una ciudad interior bien fortificada y relativamente cercana a la capital del país. Procedía de una buena familia. En los últimos años vivió en una casa enorme con su madre y su hermana pequeña.

Continua su vida de estudio para dedicarse al cumplimiento de las leyes y ayudar a quien la solicite.


LOUISE.


Louise era una persona con un carácter especialmente fuerte. Tiene la piel dorada, unos ojos enormes y expresivos, además de una sonrisa única y sincera.

Adora las tortugas, la música italiana y sus raíces.

Su familia es alegre y divertida, siendo ella la menor de tres hijos. Su madre procede de un país latino, de ahí su herencia del ritmo.

Posee una voz inigualable y toca la guitarra. Su sueño es ir a Nueva York, quizá para sentirse como Carry, y a Roma.

Sale con un chico del que está locamente enamorada, pero empezará a odiar la situación de tener que separarse de su lado durante la semana.

Continuará su vida de estudio para dedicarse a la educación después de haber hecho el bachillerato de Humanidades.


ALEYT.


Aleyt era la chica de más lejana procedencia, de tierras cálidas en verano y de inviernos cortos. Su familia era algo extraña, pero para ella es la mejor del mundo y adoraba estar con ellos, sobre todo con su madre. Sentía admiración por ella, ya que siempre se había defendido sola en un mundo de hombres y siendo madre soltera.

Adora el rock británico y la historia del arte medieval. Se considera una persona ilusa, a la par que cariñosa y responsable de los demás. A juicio de gentes cercanas a ella, se descuida a sí misma. Preocupada por los problemas del mundo, se dedicará a luchar en contra de ellos con la carrera que escogió. Su adolescencia fue complicada pero se fue de su tierra con un recuerdo de buenos amigos que espera conservar siempre.

martes, 6 de abril de 2010

Crónicas de un viaje. Chapter 3.

EL RETORNO A LABOURÉ.

Después de una larga e intensa noche de jolgorio, sonó el bello trinar del despertador del móvil...
Aquel grupo de siete mujeres se despertó sin rechistar, con la cara suave y tersa, pero con los ojos pegados de rimel, legañas, y potingues diversos.

Bajaron a desayunar, escuchando el piar de los pajarillos... y la dulce voz de la directora de la residencia, que las calmaba en lugar de ponerlas atacadas de los nervios. Desayunaron y surgió el debate de seguir durmiendo, o por el contrario, irse a dar una vuelta por el centro de la ciudad y acudir a la eucaristía en la catedral, cosa que es la mayor ilusión de unas chicas jóvenes de 18-19 años.
Como las hermanas eran tan comprensibles, les dijeron que volvieran a sus habitaciones a dormir, pero las muchachas insistieron en hacer lo que cualquier ser humano inteligente hace: como no tenían sueño, bajaron la "pequeñísima" cuesta hasta dejar las maletas en el bus, subieron de nuevo, y se fueron a la breve misa de la catedral.
Antes de entrar, siguieron con su book de fotos en la Plaza del Obradoiro y vieron la procesión del domingo de ramos, además de escuchar el alegre repicar de campanas, tan agradable para un oído y una cabeza que habían descansado escasas cuatro horas. Eso sí, a excepción de A, que quedó encantada recitando el sonidito una y otra vez.
Por fin entraron en la catedral, y escucharon Misa Mayor, con los ojos como platos, disfrutando de cada palabra que emitía el señor Obispo de Santiago. Espectantes esperaban que llegase el momento de que el botafumeiro se balanceara por encima de sus cabezas, pero ahí se quedaron con las ganas tras 1 hora y 15 minutos de misa.
Cuando se disponían a salir, comenzaron a escuchar los gritos desgarrados de una persona, pero no sabían de donde venían.
O creyó que se trataba de una especie de Aquelarre, en el cual se cortaba el cuello de una gallina antes de soltar el botafumeiro, pero se equivocó. Todo quedó en el susto de una mujer que perdió a un niño pequeño entre la multitud de peregrinos.
Al salir, todas las chicas decidieron ir a tomar una frejjjquita, para despedir la ciudad. Metros más adeltante encontraron una terraza en la cual un camarero les ofreció las especialidades de la casa a un precio exageradamente "reducido", pero por no hacerle trabajar demasiado se conformaron con unos calamares. Por este buen acto, el camarero decidió obsequiarlas con un plato de olivas, el cual aún continúan buscando... ¡Qué amables son los gallegos!
Al llegar de nuevo al hostal, comieron las exquisiteces ofrecidas: arroz duro con caldo de pescado con trozos de pulpo que saludaban a los comensales mientras se ahogaban de nuevo, carne de cualquier animal comible, ya fuera perro o gato, y unas patatas. Se hizo el silencio, y la directora se sorprendió, pero no se dio cuenta de que "para comer esa mierda, se necesitaba mucha concentración".
Partieron hacia Valladolid... perdón, hacia Astorga cití a las 15.30, en un viaje costoso, largo y cansino, no sin antes cantar canciones y contar chistes que tienen más años que la madre de MAC.
Llegaron a Astorga, la ciudad sin ley, pues no había nadie. Subieron a ver el Palacio Gaudí (cerrado) y la Catedral (cerrada). Lo único que había de interés turístico internacional era la feria ambulante para niños entre 0 y 1 año.
Decidieron volver, desilusionadas, al bus. De allí a Valladolid recorrieron otros tantísimos kilómetros. A C se le ocurrió una idea genial para terminar el viaje: escuchad el partido del Real Madrid- At. de Madrid, y así se lo comunicó a Paco y a la Directora.
Al llegar a Labouré terminó su viaje. Cuál fue su alegría al descubrir que las esperaba en la puerta la monja más grande de la residencia: S.A.

Aquí finalizan las crónicas de un viaje. Espero no haberos aburrido mucho queridos lectores, pero es lo que hay.
Dentro de poco comenzaran otras crónicas, nuevas anécdotas y espero que estemos de nuevo las siete juntas para vivirlo y, por supuesto, contarlo. ^^

Un CUENCO DE FELICIDAD. =)