jueves, 29 de abril de 2010

TIRED. CHAPTER II. CONOCIÉNDOSE.

- Jajaja, es más raro que un perro verde.
- Sí, es lo que yo llamaría un "chivo"... jajaja.
- ¿Qué haceis chicas? - Sara entró en la habitación de Ajo. Allí se encontraban Margarita, BH, Aleyt y Ajo.
- Mira... ¿Te gusta este chico para Ofe?
Sara se quedó pensando un momento porque le sonaba aquella cara. Al momento recordó.
- Es muy majo.
- ¿De qué lo conoces?- Preguntó extrañada Margarita.
- Pues poco... Sólo por un detalle que tuvo cuando las novatadas de Medicina. Yo estaba con los de clase haciendo el chorra y me molestaba mucho el bolso. Vi a este chaval sentado en un banco y le dije que si podía echarle un ojo a mis cosas. Me dijo que sin problema. Al terminar las novatadas fue buscándome por la facultad para devolverme el bolso. Me pareció todo un detallazo por su parte.
- ¿Este es el famoso Arturo, no?- Añadió Ofelia, curiosa.
- Sí. Es muy amigo de Ofelia, pero creo que quiere algo más con ella.
- No lo creemos, lo sabemos jaja.- Se mofó Margarita.
- Pero es que es un tipo raro. Es vasco y no habla nada, además no se salta ni una clase. Vaya frikazo.
- Bueno oye tampoco será para tanto. - Añadió Aleyt.

Aleyt salió de la habitación de Ajo con Sara y se encontraron a Ofelia. Las dos se miraron con cara de circunstancia y Ofelia las invitó a pasar a su cuarto.
- Chicas... Tengo que contaros una cosa...
- Vaya... ¿Qué has hecho ahora? jajaja.
- Nada... Mirad, ¿qué os parece este chico?
Ambas volvieron a ver la cara de Arturo en la pantalla y se miraron con complicidad.
- La verdad que tiene cara de buena persona. - Le dijo Aleyt.
- Sí. Ya te conté el favor que me hizo en las novatadas de Medicina.
- Es que... a ver chicas... Estamos ahí, ahí... Pero no se lanza. Llevamos un año siendo muy amigos. A los dos nos gustan los juegos de Roll y quedamos los domingos por la tarde con más gente para jugar. Me siento súper bien con él... No se, a lo mejor me estoy emparanoiando, ¿qué creéis?
Sara y Aleyt se quedaron pensativas un momento. Por un lado estaban a punto de decirle a Ofelia lo que habían escuchado en la otra habitación, pero eso le dolería. Así que optaron por darle una opinión que realmente era la suya y gustaría a Ofelia escuchar.
- ¿A ti te gusta?
- Mmmm, no lo se... Puede que sí.
- ¿Y tú le gustas a él?
- Yo diría que sí... jajaja.
- Si te encuentras a gusto con él y quieres... Pues adelánte Ofe... ¡Que esto es la universidad!
- Jajaja, gracias chicas.
Iban a salir por la puerta cuando Ofelia les dijo que había algo más...
La albaceteña les contó que hacía poco había tenido una relación muy larga con un chico de su tierra al que había querido mucho... No sabía si todavía estaba enamorada de él, o por lo menos sentía aún algo. De lo que sí estaba segura era de que él no la había olvidado. Eso lo demostraban los mensajes y llamadas que recibía.
Aleyt y Sara no sabían muy bien qué decirle. Siempre se decían lo mismo en estos casos "tu vida ahora está aquí. Hemos conocido a gente fantástica y tenemos que aprovechar la situación. Lo pasado, pasado está".
Ofelia se quedó más tranquila e intentó dormirse lo antes posible. Casi lo consigue si no fuera por una llamada perdida de Arturo.

El día era soleado, pero ya empezaba a notarse el fresco del otoño. Además, las hojas doradas caían de los árboles, y se despedían hasta la llegada de la primavera.
Ofelia iba con el corazón que se le iba a salir del pecho. Había quedado con Arturo. Iba pensando que ojalá esa fuera la definitiva, la cita que la sacaría de sus dudas y que la haría la estudiante más feliz del mundo. Corría por enfrente del Archivo de la Real Chancillería y ya divisaba a Arturo. "Siempre llego tarde, no se cómo lo hago", se dijo.
Al llegar junto a él, se dio cuenta del brillo especial que emitían los ojos del chico, y ambos caminaron juntos horas y horas sin darse cuenta de por donde iban. Simplemente, se encontraban bien juntos, y se deseaban.
A Ofelia comenzó a invadirle la duda de si haría bien o mal, pero sabía que Arturo la quería. Era bueno, leal, formal, sereno y le parecía el más bello de todos los seres. Podría decirse que su perilla de "chivo" como decían sus amigas y su forma de ser la hacían perder el control.
De repente, y sin pensarlo, los brazos de Arturo le rodeaban su delgada cintura y la llevaban junto a él. Se sentía como si su cuerpo y el del muchacho fueran uno.
El tiempo se paró, no se oía nada, no pensaba en nada, ni siquiera en esa greña molesta que con el aire le hacía cosquillas en la cara. En aquel momento le sobraba todo menos el cariño, y el amor de Arturo. Este chico era realmente especial... Y más vale darse cuenta tarde que nunca. Sus dudas ya no existían, sabía que él era la persona con la que quería estar por el momento.
Aquella tarde, el chico lo había hecho muy bien. No dijo nada, solo actuó.
Y es que a veces, las palabras, no bastan para expresar un sentimiento.

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