miércoles, 28 de abril de 2010

TIRED. CHAPTER II. CONOCIÉNDOSE.

Era sábado. Silvia caminaba a la residencia. Venía de la biblioteca. Adoraba su carrera, le encantaba indagar en los días de gloria del Imperio Romano o en la expansión de la cultura griega mediante los textos que traducía. A menudo se le hacía complicado encontrarles el sentido, pero después se convertían en historias apasionantes que la hacían soñar. Si por ella fuera, viviría en esa época, pero lamentablemente, nació tarde. Como decían los filósofos griegos: los seres humanos, somos optativos, estamos, pero podríamos no estar.
En sus pensamientos andaba cuando se encontró con Louise y Sara que llegaban a la residencia.
- ¡Hola chicas!
- ¡Buenas!- Contestó Louise.
- ¿Qué tal? ¿De donde venís?
- De comprar ruedas de patata del Metadona, jajaja.
- Sí, tiene un vicio esta mujer... Desde que han abierto el mercadona las de Labouré estamos más allí que aquí jaja.
- Ya te digo. Yo tengo que ir a comprar leche y café.
- Pues nada maja ya sabes...
- Sí. ¡Oye!, ¿salís hoy?
- Yo sí, pero he quedado con los de medicina.- Comentó Sara.
- Yo también, he quedado con unas amigas y un amigo pesado... ¿Quieres que te presente a un amigo? jajaja.
- Mmm... Bueno, me voy contigo jaja.
- Vale, y te presento a mi amigo ¿eh? Y si pasa algo... jaja.
- Uf no creo Louise... Aunque tampoco pasaría nada. Bueno, me quedo aquí esperando a Noe. ¡Ciao!
- ¡Adiós!
Ya en el ascensor, Louise explicó a Sara que ya conocía a Silvia de antes. Se cruzaban a menudo por el instituto y Silvia saludaba a todo el mundo, le conociese o no. Comentó que algunas personas solían reirse de su desparpajo.
Al llegar al 5º, Sara propuso ir a ver a Vic, que ya había vuelto a la residencia. La habitación de la chica estaba repleta de gente que fue a preguntar cómo se encontraba.
Vic se encontraba perfectamente, y en un estado de ánimo óptimo. Parecía haberle afectado muy poco lo del accidente y se ruborizaba con comentarios del tipo "que valiente eres", "eres una heroína", "pequeña pero matona", y cosas de ese estilo.
Estuvieron charlando un rato en el pasillo con Aleyt. Las tres se habían hecho también muy amigas desde el primer día, aunque Sara y Louise tenían algunas diferencias con el grupo de Ofelia, por lo que preferían no irse demasiado con ellas.

La noche del sábado llegó y, como siempre, las residentes sólo pensaban en qué ponerse o en cómo maquillarse. Las planchas y los secadores volaban por los pasillos, a la par que las sombras de ojos y las brochas de colorete iban de un lado a otro.
Aleyt se unió a la salida con Silvia y Louise.
Estando en la habitación de Silvia, Aleyt recibió la llamada de un amigo. Bueno, un chico que según él conoció una noche, pero que ella no se acordaba. Se agregaron a las redes sociales y al messenger, y hablaban bastante. Quizás éste le decía más cosas imprudentes de las que debería.
Ibai, así se llamaba, estaba siempre diciéndole que quería quedar con ella, pero Aleyt se negaba. No le interesaba demasiado quedar con él, y mucho menos sabiendo las intenciones que tenía. Esa noche estaba de buen humor y contestó al teléfono.
- ¿Sí?
- ¿Aleyt? Soy Ibai.
- Ya, ya lo se jaja.
- ¿Te apetece quedar hoy? ¿Vas a salir?
- Sí, voy a salir con unas amigas de la residencia.
- Mmm, vale. Pues cuando vaya por Paraíso te llamo.
- Uff... Nosotras creo que iremos por la zona de San Miguel.
- Vaya... Bueno pues... Te llamo cuando esté por allí.
- Vale. Hasta luego.
- Adiós preciosa.
Aleyt se ruborizó con esta última frase, y Silvia le preguntó que quién era. Se lo explicó, y a Aleyt se le ocurrió presentárselo a Silvia. La verdad que juntos quedaban muy bien, o eso pensaba Aleyt, que sólo se acordaba del chico por fotos.
La chica lo sentía por Louise, pues sabía que quería quitarse del medio al amigo con el que había quedado para presentarle a Silvia, pero bueno, la que tendría la última palabra sería la habladora muchacha.
Salieron de la residencia y fueron al Pájaro Lanudo, un pub que encantaba a Louise y a Aleyt. Pidieron unos cócteles de sex on the beach y bailaron un rato. Louise presentó a su amigo Álex a Aleyt y a Silvia.
A Silvia no le pareció nada atractivo, y Aleyt vio en él algo que no le gustó, pero se comportaron correctamente. Ambas se dieron cuenta de que el chaval estaba loco por Louise.
Al rato, Aleyt volvió a recibir una llamada de Ibai. Quedaron en verse en media hora en la puerta de Sotabanco. Tardaron un rato en llegar hasta allí, además de que Louise había bebido demasiado y le costaba un poco andar. Pararon un par de veces, y al final Álex tuvo que llevarla cogida del brazo mientras bromeaban y reían. Aleyt pensó que quizá había juzgado mal al muchacho.
A cierta distancia, vieron a Ibai. Aleyt no estaba muy segura de si era él, pero aún así se acercó. Ibai era un chico de estatura media, rubio, con cara de pocos amigos, pero no era nada feo. Estaba con otro chico, su compañero de piso. Este último sí que impresionó a Silvia y a Aleyt. Parecía un modelo de revista. Alto, muy moreno de piel, con unos ojos grandes y una sonrisa enorme, aunque les pareció un poco estúpido.
Se saludaron correctamente, Aleyt e Ibai un tanto decepcionados el uno con el otro, pero la chica se dio cuenta de que él miraba de reojo a Silvia. Oportunidad perfecta para quitárselo del medio. Pasaron al pub perdiendo de vista a Louise y a su amigo. Tomaron cuatro chupitos de whiskey a los que invitó Ibai y fueron a otro lugar que les gustaba más.
El joven que acompañaba a Ibai despareció entre la gente, y quedaron los tres. Silvia hablaba mucho con Ibai y este parecía querer algo con ella. Aleyt pensó que ojalá saliese la cosa bien entre ellos, mientras que, no sabía por qué, su mente se fue hacia otra persona diferente que hacía tiempo que no veía.
Llegaron a la residencia muy tarde. Casi les cierran la puerta. Silvia y Aleyt estaban preocupadas por Louise que no había llegado todavía.
Silvia recibió un cariñoso mensaje de buenas noches de Ibai, y se puso nerviosísima. Le contestó preguntándole que si quedaban al día siguiente para tomar algo. Ibai le contestó que sí. Aleyt se alegró por la chica y se fue a su habitación.
Al poco, oyó que llamaban a la puerta. Maldijo mil veces a quien estuviera llamando, pues tenía muchísimo sueño. Era Louise, acompañada de Silvia, con una cara entre felicidad y pánico.
- ¿Qué os pasa?- Preguntó Aleyt un tanto enfadada.
- Tía... La he jodido... Pero bien...
- ¿Cómo?
- Me he liado con Álex...
- ¡¿Qué?! Pero... ¿Y Mario qué?
- Mario no tiene por qué enterarse.- Propuso Silvia, con voz de niña enamorada.
- Yo no quiero nada con Álex, no se como lo he hecho... Sólo han sido un par de besos. -Replicó Louise.
- Vale... Mira a Mario ni una palabra. Y de esto olvídate Louise. Tú estás bien con Mario y supongo que no quieres nada con Álex.
- Claro que no.
- Pues eso. A Mario ni mencionárselo. E idos a dormir que ya está bien jaja.
- Buenas noches.- Deseó Silvia con la misma voz de niña enamorada.

Al día siguiente Louise estaba más tranquila, y dejó claro a Álex que quería a Mario y que no quería volver a saber nada más de él. Álex no volvió a verla nunca más, cortaron toda relación posible.
Silvia salió de la residencia hecha un manojo de nervios. Llevaba un vestido discreto y unas botas negras. La verdad que iba muy guapa.
Quedó con Ibai en el Teatro Calderón, y ambos fueron a dar un paseo. Terminaron en un bar tomando algo, e Ibai se lanzó a sus labios. Silvia se quedó impresionada, pero ya no podía hacer nada, deseaba que ese momento no terminase nunca. Se sonrieron y siguieron besándose, sin pensar en nada, sin pensar en nadie. Creyó que aquello podía ser el principio de una relación seria, de estar juntos por mucho tiempo, y eso parecía...
Pasaron los días, y no volvieron a quedar... Ibai estaba confuso, no quería hablar demasiado con ella. Silvia se quedó chafada cuando Ibai le dijo que aquello fue un error... No sentía nada por ella, sólo fue un calentón y ya dejó claro que nunca más iba a suceder.
Silvia se enfadó muchísimo con él, le dijo todo lo que pensaba de los hombres. Siempre generalizando le respondió Ibai, pero era cierto, nunca se habían portado bien con ella.
Aún así Silvia no pierde la esperanza de encontrar a su príncipe azul.

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