miércoles, 14 de abril de 2010

TIRED. CHAPTER I. VALLADOLID.

Miedo a lo desconocido. Podría ser el título de un capítulo inmerso en este.
Así se sentían Aleyt y Carol cuando llegaron a la puerta de la que sería su nueva clase.
Conocieron a varias compañeras y conversaron con ellas hasta la hora de entrar. Sin embargo, les llamó la atención un chico que se llamaba Gerardo, natural de allí, de Valladolid. Congeniaron muy bien los tres y se sentaron juntos en la última fila del aula esperando la entrada de la profesora.
Cuando estaban en la mitad de la presentación de la clase de Lengua Castellana irrumpieron en la clase los "veteranos" de la carrera de periodismo. Comenzaban las novatadas.
Todo participaron en diversas peripecias que hicieron que Aleyt y Carol se sintieran algo ridículas, pero a partir de ahí empezó la amistad entre novatos y veteranos, además de que ambos grupos lo pasaron de maravilla.
Aquí no terminó todo. En la residencia también les esperaba una larga noche de novatadas.
La tradición en la ciudad de Valladolid es que las veteranas disfracen a sus novatas y las lleven haciendo una especie de "guerra" contra otras residencias en la Plaza de la Antigua.
Aquella noche coincidió con el cumpleaños de Aleyt, que alcanzaba su mayoría de edad.
Durante el trayecto de la residencia a la Plaza de la Antigua, Aleyt conoció a dos chicas, cada una de lugares muy diferentes. Una de ellas se llamaba Sara y la otra Louise. Aleyt, después de tomarse un respiro tras dos horas de novatadas en la Antigua, decidió invitar por su cumpleaños a Sara a una copa.
Aquí la situación empezó a irse de las manos. Las novatas estaban ya demasiado cansadas por la presión de sus veteranas.
Aleyt daba vueltas por allí, entre la gente, y se encontró con Ofelia, una de sus veteranas. Ofelia era una chica muy peculiar, con el pelo cortísimo y con cresta, delgada, siempre sonriente y muy carismática.
Además, Ofelia era de una ciudad muy cercana a la de Aleyt, y eso constituyó un gran apoyo para ambas. La simpática veterana le pidió a Aleyt que por favor contase un chiste a tres amigos suyos que había conocido el año anterior. Los tres chicos eran unos cuatro años mayores que Aleyt, y no se sintió demasiado cómoda con la situación, pero les contó un chiste que triunfó a lo largo de las novatadas. Tras esto, llegaron al lugar donde se encontraban el resto de amigas de Ofelia: Margarita, BH y Ajo, tres veteranas de la misma residencia y amigas también de los tres chicos.
Sin saber cómo ni por qué, Aleyt vio que sus veteranas se alejaban y se quedó sola ante un montón de gente. La bebida empezaba a afectarle y se sintió un tanto agobiada. A esto y justo a tiempo, una voz le habló. Era uno de los chicos amigos de Ofelia. Se llamaba Nacho. Era un chico normal, de estatura normal, pero muy atento y hablador. Destacaba en él la melena larga recogida en una coleta. Hablaron de temas varios, hasta que aparecieron todos los demás de nuevo.

Por otro lado, Carol continuaba con su bebida y divirtiéndose con otras dos chicas con las que había congeniado muy bien. Una de ellas estudiaba Derecho, y su nombre era Ana. La otra se llamaba Vic, o al menos así la llamaban.
Llegó la hora de marchar a la residencia, se les hacía tarde y si eso ocurría, las monjas no les dejarían salir en mucho tiempo.
Carol, Ana y Vic llegaron antes de la hora establecida, y siguieron la juerga por sus respectivas habitaciones y comentando la noche con más chicas de la residencia.
Aleyt, más despistada, fue recogida por BH y fueron hablando por la calle en dirección a la residencia, seguidas de Ajo y Margarita.
Más alejada de ellas iba Ofelia, en un estado un poco crítico por haber bebido demasiado, acompañada por Nacho.
Cuando todas hubieron entrado y continuado la juerga en las habitaciones, Ofelia quedó en la puerta con su amigo hablando un rato.
- Madre mía Nacho, mañana tengo que estar en clase a las 08.00 de la mañana, y con este dolor de cabeza...
- Bueno hija, no te preocupes, si no puedes... Oye, es el segundo día, tampoco pasa nada.
- Ya... En fin, no se, no se. Bueno vuélvete ya a la Antigua y gracias por acompañarme...
- De nada... Ya ves, no me cuesta nada.
La conversación era bastante normal, pero había algo de tensión, sobre todo por parte de Nacho.
- Ofelia... Tengo... Tengo que decirte algo... Pero no se cómo... yo...
- Dime. Ya sabes que me lo puedes contar.
- A ver... El caso es... Bueno, me caes muy bien, desde el día que te conocí pues te consideré una gran amiga. Pero...
- Date prisa hombre, que me van a cerrar la puerta.
- Bueno... no se si debería decirtelo. El caso es que, bueno, ya que estoy...
-¡Pero dí!
- Que me gustas Ofelia. Me gustas desde el día en que te conocí, no puedo evitarlo. No se puede decir que esté demasiado pillado pero... siento algo por ti.
- No... no se qué decirte Nacho..., creo que el sentimiento no es mutuo...
- Ya, me lo imaginaba... Pero necesitaba decírtelo. Espero no haberla jodido.
- ¡No! Por supuesto que no... Pero Nacho yo acabo de salir de una relación larga y no puedo pensar en esto ahora.
- Lo entiendo, discúlpame si te he destrozado la noche.
- No, no, que va... Sólo que... No se que decirte de verdad. Hablamos otro día ¿vale?
- Claro... como quieras. Buenas noches Ofelia.
- Buenas noches Nacho.

Nacho se alejó con la mirada perdida entre las farolas, aún nervioso, pensando si habría hecho bien o mal. La cosa estaba en que ya lo había dicho, no había marcha atrás.
Lo que no sabía es que su vida iba a cambiar poco tiempo después...
Todo comenzó con una petición de amistad en una red social de Aleyt Meeverne.

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