sábado, 15 de mayo de 2010

Comentario de "El Jardín de las Delicias".

Esto es una pausa publicitaria de la serie Tired, antes de empezar con Chapter III: Navidad.

El Jardín de las Delicias pertenece a la época de la llamada pintura de los Primitivos Flamencos, dada en Holanda (y antiguo Reino de Flandes) entre finales del S.XV y principios del S.XVI, por lo que mezcla las últimas tendencias de la pintura medieval (torpe, ingenua...) con el estilo clásico y fino del arte renacentista.
Los revolucionarios de la pintura flamenca en esta época fueron sin duda los hermanos Van Eyck, con su célebre obra El Matrimonio Arnolfini (National Gallery de Londres), puesto que consiguieron perfeccionar el uso del óleo sobre tabla, tan carácterístico de este pequeño movimiento artístico. Poco después aparecerá la figura de Roger Van Der Weyden (Descendimiento de la cruz, Museo del Prado), que mezclará la técnica del temple y el óleo, cuya diferencia es el aglutinante que predomine. En el temple será la leche o la cola para mezclar los pigmentos, y en el óleo será el aceite o la grasa.

Pero, el más enigmático y sombrío de todos los autores flamencos fue Hyeronimus Bosch, más conocido como El Bosco.
Todos las obras de El Bosco tienen como tema principal la religión, y utiliza escenas esotéricas y terroríficas para moralizar y ejemplizar. En un principio, así parece, pero muchos estudiosos de sus cuadros creen que escondía algo más que un mero pasaje bíblico.
El Bosco fue una persona extraña. Según cuentan, padecía una extraña enfermedad que le hacía soñar con esos personajes diabólicos que representaba.
Destacan en él sus infiernos, que probablemente sean una representación de la ciudad de s´Hertogenbosch cuando ardió al ser el artista un niño. Quizá ese infierno quedó grabado en su mente y lo plasma así en sus obras. Por ello, se dice que El Bosco es el precedente más directo de la pintura surrealista del S. XX.

Su obra más famosa es el tríptico de El Jardín de las Delicias, pero también hay que mencionar otras obras menos conocidas como El carro de heno, La mesa de los pecados capitales, Las tentaciones de San Antonio, La nave de los locos, etc.

El tríptico de El Jardín de las Delicias pertenece a la pintura flamenca de principios del S.XVI, datado concretamente entre 1500-1505. Es un óleo sobre tabla, y también es conocido como La pintura del madroño.

El Jardín de las Delicias es una obra de carácter moralizador y fue una de las realizaciones más enigmáticas de su autor. Es práctico para su comprensión, examinar el tema de cada tabla que compone el tríptico. Con las alas cerradas, El Bosco representa en grisalla el mundo en el tercer día de la Creación, cuando Dios ordenó que apareciera vegetación en la Tierra y su monocromía, contrasta con la brillantez de los colores de las tablas interiores.
El primer panel está dedicado al Paraíso. Aparece en el plano inferior Dios con los rasgos de Jesucristo, presentando a Eva a Adán, un tema muy poco frecuente en las representaciones del Paraíso. Se puede distinguir un estanque con aguas sucias, símbolo de que la Humanidad será dada al pecado y a la lujuria. A la izquierda se sitúa el árbol de la vida, y a la derecha en segundo plano el árbol de la ciencia, representando el Bien y el Mal, con la serpiente enrollada en el tronco.
En el plano medio podemos distinguir la Fuente de los Cuatro Ríos, y, a la derecha, la piedra antropomórfica que representa a Dios, que está en todas partes y todo lo ve.
En la Tabla Central, conocida como el jardín de las delicias, se representa a la Humanidad entregada al pecado y a la lujuria. El Bosco incluye un gran número de mujeres y hombres, blancos y negros, todos desnudos y manteniendo relaciones de una elevada carga erótica alusiva al pecado de la lujuria. Los animales tienen un tamaño superior al normal, como las plantas y frutas. Esto representa el mundo al revés. En el plano inferior destaca la figura de una pareja dentro de una bola de cristal, alusiva sin duda al refrán flamenco que El Bosco solía utilizar: la felicidad es como el vidrio, se rompe pronto.
Bajo éstos, un hombre encerrado en un tubo de cristal, observa a un hombre engañado que lleva a la pareja de amantes encima encerrados en un mejillón, alusivo al sexo femenino.
En la parte inferior derecha, se distingue escondido a un hombre vestido que señala a Eva, culpándola de que la Humanidad peque de esa forma.
En el centro, El Bosco representa un estanque lleno de mujeres desnudas y con un gran numero de jinetes masculinos corriendo a su alrededor. En el plano superior hay representaciones arquitectónicas extrañas. Destaca la que se parece a la Fuente de los Cuatro ríos del Paraíso, pero está resquebrajada. Esto se refiere a su condición efímera. Lo mismo ocurre con las delicias de las que gozan los hombres en vida. El mensaje de la tabla es el carácter pasajero de esos placeres, como describió el Padre Sigüenza en el S.XVII, diciendo que la fresa o el madroño, son unas exquisiteces al principio, pero pasado un tiempo, pierden todo su sabor.
En la tabla también hay alusiones a símbolos que se consideraban propios de la Alquimia, como el huevo resquebrajado.
Por último, en la tercera tabla, se representa el Infierno (musical). Dominan la escena numerosos y extraños seres diabólicos, que se dedican a torturar a sus víctimas de las formas más horribles posibles. Destaca en el plano inferior derecha, la figura con forma de pájaro, representación de Satanás, que engulle a los humanos avariciosos y después los defeca en un pozo de aguas oscuras en el que se distinguen las caras desencajadas de los castigados. Esto hace alusión a al pecado de la avaricia. Igual, un hombre defeca o vomita monedas de oro. Destaca también la figura de una mujer que se mira en un espejo, situado en el trasero de un demonio. Esto hace alusión a la vanidad.
Los gigantes instrumentos musicales, anteriormente fuente de placer, se convierten en máquinas de tortura para los condenados.
En el centro, destaca la figura del Hombre-árbol. Algunos dicen que es el Demonio, mirando pasivo las torturas de su Inframundo. Otros dicen que es un autorretrato de El Bosco. Las piernas son troncos de árboles viejos, que se posan sobre dos barcas en una laguna helada, símbolo de la inestabilidad. Aparece de nuevo una alusión a la alquimia con el huevo resquebrajado, que compone el cuerpo de la diabólica figura. Las dos orejas con el cuchillo hacen alusión al sexo masculino, tan poco práctico en este mundo. En el plano superior se representa el pueblo de s´Hertogenbosch ardiendo, tan típico de las escenas infernales de El Bosco.

La obra puede parecer una obra caótica, pero sigue una especie de programa iconográfico perfectamente legible para aquellos curiosos que quieran entrar en la mente de una persona oscura y especial.

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