lunes, 31 de mayo de 2010

TIRED. CHAPTER V. LOS VIAJES.

Lo mejor de los viajes es lo de antes y lo de después.- Maurice Maeterlinck, escritor belga.

Olía a tostadas recién hechas y a café con leche por todas las escaleras. Aquello despertaba el apetito de cualquier persona, y más si no has comido nada desde el día anterior.
Eran ya las 9 de la mañana, y en la cabeza de las residentes de Labouré sólo se escuchaban los gritos de Petri pidiéndoles que apuraran ya que tenía que recoger. Vic y Ana terminaron su vaso de leche e iban a marchar para clase. Se detuvieron un momento ante el corcho de anuncios de la residencia mirando si había alguien más apuntado en la lista para el viaje a Santiago. Forzaron una sonrisa...Había cuatro personas más, pero aún así no llegaban al número mínimo.
- Al final no va a hacerse...- Comentó Ana con relativa lástima.
- Ya... Jo que mierda, nos lo íbamos a pasar genial.- Bueno anda vámonos ya que a primera no llegamos. Y tú menos que tienes la facultad a tomar por saco.
- Ya te digo. Ahora cogeré el bus...
Salieron de la residencia con las bufandas bien hasta arriba. Reconocieron que se agradecía ese frío para despejarse, aunque al llegar a clase les entraría el sueño de nuevo. Era lunes.

Pasó la mañana y normalmente, y, por la tarde, Ana y Carol caminaban hacia la estación de Campo Grande a recoger a Aleyt. Se había ido a pasar a casa el fin de semana. La chica agradeció la compañía de sus dos amigas, ya que venía cargada de cosas.
Mientras iban en el bus urbano, Ana le comentó a Aleyt que el fin de semana siguiente pensaba celebrar su cumpleaños en Ávila y le gustaría que fuesen todas.
- Ah está bien. Pero tengo que preguntar a mi madre primero- Comentó Aleyt.
- Lo que pasa es que Sara ha dicho que en lugar de irnos el viernes a estar dos días allí, mejor irnos el sábado por la mañana y llegar a la hora de comer. Y ya el domingo nos volvemos.
- A mí me parece mejor. No por nada... Sino porque no paro quieta en Valladolid.
- Sí, a mí también, porque una chica de mi clase nos ha iinvitado el viernes a su pueblo. Así el viernes voy a Medina de Rioseco y el sábado a Ávila. ¡De empalmada!-Bromeó Carol.
- ¡Joder tía! Es que tienes un aguante que da gusto...

Llegó el sábado por la mañana. Ya era casi mediodía y Sara bajaba corriendo por las escaleras.
- ¡Lo siento chicas!- Dijo Sara entre sofocos.
- ¡Venga hombre que perdemos el tren!- voceó Vic nerviosa.
Carol las estaba esperando fuera. Tenía la cara guiñada por el sol y unas ojeras prominentes, pero aún así era la que más ganas tenía de ir a Ávila. Llegaron a la estación de tren emocionadas. Era su primer viaje juntas. Faltaban Silvia y Louise, que no habían podido acompañarlas por razones varias. Aleyt era la única que había estado de viaje con todas. Hacía quince días se fue a pasar un puente a casa de Louise al Paraíso Cántabro. Le encantó aquella zona. Nunca había visto nada semejante.

El viaje en el tren transcurrió entre cabezaditas y risas. De repente, casi llegando a Ávila, se paró en medio de la Castilla profunda. El paisaje era amarillento y plano, sin muchas plantas verdes.
- Mmm... ¿Y esto por qué se para ahora?- Preguntó Sara desconcertada.
- No se, a mí a veces me pasa cuando voy en el alvia y estoy llegando a Valladolid.- Explicó Aleyt.-Por cierto, el paisaje es feo de cojones.
- A ver si va a salir un gochín por aquí...- Dijo Carol.
- ¡¡¡¿Un qué?!!!- Preguntaron Sara y Aleyt al unísono.
- Joder... Un gochín, un gocho, un cerdo, un puerco.
- ¡Ah! Jolines yo pensaba que iba a salir de ahí un bicho muy feo...- Bromeó Sara.
- ¡Qué poca cultura animal!- Exclamó Vic.
- Hombre... los cerdos feos son...
El tren volvía a avanzar, pero a la media hora se paró de nuevo.
- Y otra vez se para el gordo este..
.- ¿Ya hemos llegado?- Preguntó Sara.
- Joder siempre me habían dicho que Ávila parecía un pueblo, pero esto es pasarse...
El tren se había parado en una vieja estación de una aldea... Aldea que no se veía por ninguna parte. Sólo había restos de casas, palos y maderas rotas.

Por fin divisaron las murallas de Ávila. Al llegar a la estación, Ana las esperaba en el andén. Salieron y se dirigieron a casa de Ana. Allí conocieron a su madre, a su hermana y al gato, Micky. Se notaba la tensión entre las dos hermanas. Todavía no se habían arreglado las cosas entre ellas desde el incidente de nochevieja.
Las trataron estupendamente. Comieron muy bien y conversaron con la madre de Ana sobre la vida en la residencia.Más tarde, Ana las llevó a dar una vueltecilla por Ávila.
Recorrieron toda la imponente muralla hasta llegar a los míticos Cuatro Postes. Allí, Ana les contó la leyenda de Santa Teresa, tan famosa en Ávila y que las chicas desconocían.
Ya estaban muy cansadas, pero Ana, emocionada haciendo por un día de guía turística, seguía caminando por su ciudad. Cuando ya el sol caía, decidieron sentarse a tomar algo en un bonito y moderno bar de allí con la muralla enfrente. De repente Vic cogió el cuaderno de dibujos de Aleyt e intentó dibujar la muralla. Le quedó muy bonito en su intento de artista por un día.

Anocheciendo, regresaron al interior de la muralla. Aquella mole realmente daba la sensación de protección. Visitaron algunos monumentos significativos más y fueron a tomar un pincho antes de la cena de cumpleaños. Allí conocieron también al padre de Ana.
Tras esto, se dirigieron a comprar algo de alcohol para animar la velada, y ya, por fin, llegaron a casa. Hacía un frío horrible y el cielo hacía el amago de nevar.
La casa era un maremagnum de gente. Todas estaban arreglándose para cenar y luego salir. Llevaron todas las cosas a casa de la tía de Ana que estaba en el piso bajo.

Sobre las 10 de la noche, comenzaron a llegar las amigas de Ana. Todas cenaron tranquilamente en el salón y se iban conociendo poco a poco. Y más tarde empezaron los juegos para beber. La pobre Carol ya no podía aguantar más y decidió echarse a dormir un rato en el sofá.
- Yo creo que ya es hora de ir yéndonos.- Propuso Isa, una de las amigas de Ana.
- Sí sí. Pero rellenar las botellas que nos las llevamos.
- ¡Está nevando tías!- Gritó Rebeca desde la ventana.
Aún así, los ánimos no decayeron y se dirigieron al Dolce, la discoteca que solía frecuentar Ana cuando marchaba a Ávila. La música no era del gusto de las chicas, y aguantaron un poco más.
Ya era tarde, pero al salir prefirieron irse a otro local que se llamaba El Buda.Tuvieron que hacer algo de cola y enfrentarse a un portero bastante borde, pero consiguieron entrar. Allí la música y el ambiente eran más para ellas. Bailaron, cantaron y se lo pasaron bien. Incluso Aleyt y Ana hicieron una "amistad extraña" con dos jugadores de baloncesto americanos. A las 06.00 de la mañana llegaban a casa de Ana muertas de sueño, y se echaron a dormir en dos habitaciones: por un lado Sara y Aleyt, y por otro Vic y Carol.

Unas horas después las caras asustaban a cualquiera. Se despertaron sobre las 12, y la madre de Ana les ofreció desayunar un poco. Todas respondieron con un NO general, excepto Vic que se tomó un vaso de leche junto con Martita, la hermana de Ana. Cuando estuvieron de nuevo listas, Ana las invitó a tomar algo a un sitio al que solía ir con su madre. Pidieron unas cañas y les pusieron un pincho enorme. Contenía patatas, huevos, jamón... A Sara se le iluminó la cara cuando vio que todo le gustaba. Al acabar, regresaron a casa para comer antes de irse, aunque no tenían hambre. La madre de Ana les preparó una tarta, pero se dieron cuenta de que llegaban pegadas al tren. Agradecieron a la madre de Ana todo lo que había hecho por ellas aquel fin de semana que nunca iban a olvidar y prometieron volver cuando hiciese menos frío.

Fue un viaje de Élite.

No hay comentarios:

Publicar un comentario