viernes, 14 de mayo de 2010

TIRED. CHAPTER II. CONOCIÉNDOSE.

Por fin, y sin el deseo de los ciudadanos de Valladolid, el frío llegó en todo su apogeo. Se esperaban días de lluvia, nieve, vientos helados y nieblas.
Aún así, los transehúntes de la ciudad llevaban una vida normal. La calle era todo un sin fin de bufandas de colores, gorros de lana, abrigos, gabardinas, plumas y guantes, además del complemento estrella: el paraguas.
Vic y Ana bajaron hasta el tercero a llamar a Carol para desayunar. La chica tardó un rato en abrir la puerta, probablemente porque estaba demasiado dormida. Al abrirla, salió de dentro del cuarto oscuro un aire cálido que llamó la atención de las muchachas que esperaban fuera.
- ¡Jolín, Carol! Abre la ventana por lo menos ¿no?- Bromeó Vic, que le encantaba meterse con su paisana.
- ¡Quita, quita! Que hace un frío en la calle que tumba... Además, cuando suba me voy a echar otra vez.
- Pero que oso eres Carol...
- Jajaja pues sí, aunque para oso Silvia según dicen.

Las tres amigas bajaron al comedor y se encontraron con Sara, Louise y Aleyt, que terminaban de desayunar en ese momento.
Carol y Aleyt se pararon a hablar sobre temas de clase, y quedaron en irse por la tarde de compras. Como decían ellas, "sacrificarían MAC por un día". Invitaron también a ir con ellas a las demás. Ana y Louise se apuntaron, y de repente se oyó una voz de fondo que gritó: "¡¿Me puedo ir yo con vosotras?!" Era Silvia.
Salieron temprano, pues si se les hacía de noche el frío iba a ser insoportable. Caminaron por el centro y fueron a todas las tiendas que pudieron: Blanco, Zara, Misako, Stradivariuss, Pimkie, Sephora, etc., etc.
Impresionó a las chicas la decoración de navidad, cada año más temprana. Faltaban todavía dos semanas para que llegase el mes de diciembre, pero las tiendas y la publicidad navideña ya se metían en la cabeza, los ojos y hasta los oídos de los clientes. Mientras entraban en Blanco, Louise y Aleyt se quedaron en la puerta fumándose un cigarrillo.
- ¿Tienes ya lo que te vas a poner para el Festival Navideño?- Preguntó Louise.
- Sí. Tampoco es muy complicado. Lo que sí tenemos que hacer es ensayar más porque no sale del todo bien ¿no crees?
- A mí me da igual como salga, la verdad.- Contestó Louise en un tono altivo.
- Bueno, ¿sigues enfadada por lo de Oh happy day?
- No es eso Aleyt, es que siempre es lo que ellas dicen, a mí me cansan.
- Te entiendo...- Aleyt hizo una pausa para cambiar de tema.
Llegó Ana y se encendió otro cigarro en compañía suya.
- Es increíble... ¿Cómo pueden poner lo de navidad ya?- Protestó Ana.
- Ya te digo. Venga consumismo, consumismo y consumismo. No te voy a decir que yo en navidad no gasto más porque te mentiría. Me encanta salir en navidad jaja, pero esto es pasarse.
- En Santander igual, se mezclaban en los escaparates las calabazas de Halloween con los Papá Noeles de navidad. Que horterada jajaja.- Bromeó Louise, siempre hablando de su Santander natal. Y menos mal que no estaba Silvia delante.

Cuando terminaron, fueron a tomar algo. Se encontraron por la Plaza Mayor a Arturo y Ofelia, que iban ya para la residencia como dos tortolitos.
- Joder esos dos si que no pasan frío.- Dijo Carol de repente.
- Jajaja, ya te digo, quién pudiera pillar uno para pasar las noches de invierno calentorra ¿no?
- ¡Ya tuvo que soltar la burrada!- Contestó Carol dirigiéndose a Silvia.
- Pero si has empezado tú.
- Bueno, bueno ya.- Ana intentó calmarlas.
Carol y Silvia se llevaban bien, solo que sus formas de ser chocaban. Silvia hablaba mucho, siempre sobre o su tierra o sobre su carrera y, a Carol, le encantaba vacilarla metiéndose con Cantabria, los romanos, los griegos, etc.
Llegaron a la residencia, y después de cenar, en la mesa donde se sentaban Aleyt, Ajo, BH, Margarita, Ofelia, Louise, Sara, etc., se les ocurrió sacar el trozo de alfombra roja que se llevaron de la Seminci y disfrazarse de modelos ridículas para echarse unas risas.
Lo que empezó siendo una broma de ellas, se convirtió en un festival de colores en el gimnasio de la residencia. Todas las chicas se visitieron de la forma más hortera posible y no pararon de hacerse fotos sobre la alfombra, crearon un improvisado photocall y se lo pasaron realmente bien. Ofelia hizo de presentadora, metida en su funda de almohada, con un pañuelo en la cabeza, unas gafas, unos calcetines largos, y los tacones. Era todo un poema.
Las demás no se quedaban muy atrás... Louise llevaba un vestido negro ajustado, la bandera del Racing de Santander y unos cascos enormes; Ajo un pantalón de pijama rojo, dos coletitas, la ropa interior por encima del pijama, y unos tacones negros, y así hasta llegar a la residente número sesenta.

Cierto era que la vida en la residencia, no era tan aburrida como parecía al principio.

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