martes, 1 de junio de 2010

TIRED. CHAPTER V. LOS VIAJES.

Vamos a darle caña a TIRED. Para una médica, que todos los días pide un capítulo nuevo.

Actúa siempre con acierto. Esto tranquilizará a algunas personas y asombrará al resto. - Mark Twain, humorista y escritor estadounidense.

La vida de las personas puede llegar a ser ta irreal como un cuento. Los guionistas de las películas y de las series, si lo piensas bien, no tienen tanta imaginación.

Corría el mes de marzo. Principios. Aunque parecía que el invierno era eterno. Aleyt regresaba a la residencia de casa de Nacho y se encontró con Ofelia en la puerta.
- ¡Hola!
- Buenas...
- Ui, ¿y esa cara?
- Nada tía estoy cansada...
- Esa cara no es de cansada, es de preocupación...- A Ofelia no se la convencía tan fácilmente.
Subieron en el ascensor y Aleyt no articuló palabra.
- Si necesitas algo, ya sabes donde estoy.- Dijo Ofelia con un guiño del ojo derecho.
Era cierto. Algo la preocupaba. Y necesitaba contarlo. Llamó a la 314.
- Sí que necesito hablar de algo Ofe...
- Pasa, pasa. Lo sabía. Dime.
- ¿Recuerdas que una vez me preguntaste que si sabía quien era mi padre?
- Sí... Y me dijiste que no. Bueno, que te lo imaginabas.
- Ahora ya lo se cierto y sí, es él.
- ¿Y cómo te encuentras?
- Hasta ahora bien. Hablé con mi madre. Bueno el caso es que mi abuela me lo dijo en Navidad, y yo le pregunté a mi madre y me lo contó todo. La verdad es que quizá debería de escucharlo, pero en caliente... creo que no va a ser lo mejor.-Aleyt contestaba intentando convercerse a ella misma de la respuesta.
- Entonces... No entiendo qué es lo que te preocupa.
- Me preocupa que hoy él me ha llamado. Justo hoy. Estaba comprando los sprays que esta noche salimos de carnaval y vi una llamada suya. No se lo cogí pero... Luego ya sí.
- Uf... ¿Y qué te dijo?- Preguntó Ofelia con curiosidad.
- Que la semana que viene va a venir a Valladolid por no se qué, y quiere hablar conmigo.
- ¡Hostia...! ¿y qué vas a hacer?
- No lo se Ofe... ¿Qué debo hacer?
- Mira tía, habla con él a ver que te cuenta... No se, pero si tú no vas a estar bien mejor que no...
- Ya... Y encima si le digo algo a mi madre se puede liar muy gorda. Pero a lo mejor tengo que escucharle. Bueno ya te ire contando lo que decido. ¿Qué tal con estas?- Aleyt quería dejar el tema a toda costa. Se estaba preocupando demasiado por algo que no merecía la pena, pero al fin y al cabo, era su vida.
- Fatal... Cada día peor. Hay veces que no me dirigen la palabra, pasan por mi puerta y no me llaman para comer... No se qué hacer con ellas.
- Pasando tía, a ti no te faltan amigos por ningún sitio.
- Ya lo se ya... Me está empezando a dar igual todo ¿sabes?
Aleyt le dio las gracias a Ofelia por haberla escuchado y salió de la habitación para ir a clase. De camino, le contó a Carol su problema, y ésta le dijo que hablase con su padre. A lo mejor dejándole las cosas claras se quedaba más tranquila y no volvía nunca a pensar en ello.

Por la noche, Louise, Silvia y Aleyt salieron a celebrar el carnaval por Valladolid. Siempre se hacía un lunes. Decidieron disfrazarse de la movida madrileña de los 80´S. Iban lo que se llama "hechas un poema", pero se lo pasaron en grande pintándose el pelo de rosa, morado y verde, al igual que los ojos y los labios. Quedaron también con Genaro, Nacho, Ross y Pelayo, así que antes de nada se dirigieron a casa de estos a aconsejarles el atuendo que ponerse. Estuvieron un rato por el piso de los chicos y, más tarde, se fueron a tomar algo por ahí. También fueron a ver a Carol que había salido con los de su clase disfrazada de mariquita.
Terminaron en bebiendo sexo en la playa, abrazos de koala, martinis, y todo lo que les pusieran que supiera a alcohol. Nacho se fue pronto para casa, pues al día siguiente tenía que trabajar. Poco a poco se fueron yendo todos y las tres chicas llamaron a Carol para ver dónde estaba. Salieron del local donde se encontraban y fueron hacia la Antigua, donde había quedado con la periodista. Al llegar, la situación era un tanto extraña: Carol estaba bastante ebria, además de llorando.
- ¡Carol! ¡¿Qué te pasa?!- Preguntó Aleyt.
- Nada nada.
- Venga va tía, no se llora por nada.-Comentó Silvia.
- Jolín da igual...
- Venga va ¿qué pasó?
- Nada que soy imbécil... Envié un mensaje a alguien que no tenía que habérselo mandado.
Las tres muchachas se quedaron muy extrañadas...
- ¡Aleyt!- Gritó Carol.- Hazme un favor... Guárdate mi móvil en la mochila y mañana me lo das... Que seguro que si lo tengo la vuelvo a liar...
- Vale vale. - Aleyt tampoco estaba en sus plenos cabales. Había bebido bastante y, cuando Carol le fue a dar el teléfono, se le cayó al suelo.
- ¡Joder tía! Encima no me lo rompas jajaja.
- Uf uf... A ver mételo aquí... ¡Madre mía que atún!- Rió Aleyt.
Carol ya estaba más calmada y les propuso ir a la zona de San Miguel a buscar a los de su clase que estaban por en Ananda. Hacia allí se dirigieron y, efectivamente, los compañeros de clase de Aleyt y Carol estaban allí, cada uno disfrazado de una cosa. Estuvieron un rato en la puerta, haciéndose fotos con unos chicos disfrazados de Tuenti, y, más tarde, todos se dirigieron para los locales de Cantarranas. Silvia, Aleyt y Louise estaban muy cansadas y llamaron a Nacho para que las dejase estar en el piso hasta que las monjas les abrieran la residencia a las 7. La casa estaba en silencio, y las tres amigas se sentaron en el sofá a dormir un poco y a esperar... Silvia no tardó en dormirse. Aleyt y Louise se quedaron patidifusas al ver los ruidos extraños que emitía Silvia mientras dormía. Estaban preocupadas por si despertaba a Pelayo que dormía en una habitación al lado del salón. Afortunadamente no molestaron a nadie.
Cuando dieron las 6 y media de la mañana, despertaron a Silvia para marchar a la residencia. La chica se despertó con dificultad, hablando en un idioma extraño, tras un rato de letargo. A Aleyt y a Louise les dio la risa, así que salieron de la casa lo más rápido posible para que no se despertase nadie. Hacía un frío horrible, así que decidieron ir corriendo a Fuente Dorada a coger un taxi que las llevase a la residencia. Silvia corría despacio con la excusa de que se había quitado las lentillas y no veía nada. Otra vez volvió a darles la risa. Al llegar a Labouré, desayunaron entre las miradas extrañas de sus compañeras, y durmieron durante toda la mañana.

La semana pasó normalmente. Hasta que llegó la siguiente.
El martes, Aleyt andaba nerviosa. No podía decírsele nada. Ana estaba preocupada. A pesar de que Aleyt no les había contado nada, todas estaban al tanto de la situación. Solamente quería quedar con Nacho. Mientras caminaba por el Teatro Calderón, recibió una llamada. Era Él.
- ¿Sí?- A Aleyt le temblaba la voz...
- ...
- Ahora estoy haciendo cosas... Pero bueno luego a comer... Vale.. ¿dónde?
- ...
- Sí. A las 14.30... Vale. Adiós.
A la muchacha se le salía el corazón del pecho y cuando se encontró con Nacho, se lanzó a sus brazos y comenzó a llorar.
- Pero Aleyt...¿Qué te pasa?- Nacho estaba realmente preocupado. La chica le explicó lo que ocurría y ahora sí que Nacho se preocupó de verdad. La historia se la sabía, y había convivido con el odio que la familia de Aleyt le tenía a aquel hombre por lo que había hecho los últimos meses. Lo que nadie entendía es por qué tenía tanto interés en ver a Aleyt.
- ¿Quieres que te acompañe?
- No... Déjalo. En cuanto acabe vengo a contarte. Le he dicho que tengo un examen a las cuatro... Me quiero librar de él lo antes posible.
- Vale, perfecto aquí estaré.

Aleyt caminaba por la Plaza Mayor nerviosa. A lo lejos, divisó la figura de aquel hombre que durante años había estado a su lado, y que sabía que era su padre, pero nunca se atrevió a preguntarlo. Estaba con un chico joven, probablemente fuese su hijo pequeño. Le venían a la mente recuerdos vagos de cómo su madre y él se escondían, de como intentaba comprar su cariño con regalos y dinero... En fin, ella no era de las que quiere a alguien a cambio de una piruleta.
- Hola.
- Hola Aleyt.
Se dieron dos forzados besos.
- Te presento a mi hijo, ha venido a acompañarme.
Aleyt nunca había visto a su... hermano.
- Creo que tenemos que hablar de algunas cosas. No te robaré mucho tiempo. ¿Vamos?- Fueron a un restaurante cercano a la Plaza Mayor. Aleyt cada vez estaba más nerviosa. Nunca había estado en esa situación y mucho menos a solas con él.
- Ya se que sabes quién soy en realidad.
- Sí... ¿Y qué?
- ¿No tienes nada que decirme?
- No. A mí me da igual. Para mí sigues siendo un ex amigo de mi familia.
- No te estas comportando como una persona mayor de edad. Creía que serías más adulta.
- No ejerzas de padre ahora. No eres quién para decirme cómo tengo que actuar.
El muchacho que les acompañaba no articuló palabra durante el almuerzo. Solo escuchaba.
- No seas tonta, Aleyt. Tu madre ha dependido muchas veces económicamente de mí, y yo quiero lo mejor para tí. Si necesitas algo de... dinero o lo que sea sabes que puedes pedírmelo sin problema.
- Prefiero mil veces trabajar que recibir algo tuyo. Siempre estuviste igual, intentando comprarme con regalos y dinero. Así actúas tú. Todo lo solucionas así.
- Jajaja. La gente joven siempre infravalorando el dinero. Tú no sabes todo lo que he hecho por tí y por tu familia, Aleyt.
Aleyt empezaba a perder los estribos.
- Mira esto se ha terminado. No quiero volver a verte nunca. No quiero que me llames. Has perdido a todas las personas que te valoraban por ser tan soberbio. Adiós.
El hombre se levantó bruscamente y cogió a Aleyt por un brazo.
- Tú no vas a ir a ninguna parte.
- ¡Suéltame! ¡Déjame!-Aleyt empezaba a tener un miedo horrible.
- Hasta que no solucionemos esto no te vas a ir. Vamos a ir a buscar a tu madre.
- ¿Qué estás diciendo? ¡¿Estás loco?!
Nadie se daba cuenta de lo que estaba pasando. El hombre llevó a Aleyt hacia su coche.
- ¡Sube!
- ¡Suéltame!
- ¡He dicho que subas!
Aleyt, haciéndo un esfuerzo sobrehumano, logró soltarse de las garras de aquel hombre y echó a correr siguiendo el cauce del río por la acera de enfrente, asustada.
- ¡Tráela aquí!
Detrás de Aleyt echó a correr el muchacho que acompañaba a su padre, pero Aleyt conocía mejor las calles que él e intentó llegar hasta casa de Nacho. Sacó el móvil de su bolsillo, pero estaba tan nerviosa que no podía ni marcar una triste tecla y acabó cayéndosele de las manos. Giró la cabeza y tras ella corría el muchacho. Las piernas no le daban más de sí. Subió hasta San Pablo. De repente, en un cajero que hacía esquina, se encontró con Xoel, su compañero de clase.
- ¡Xoel ayúdame! ¡Me persiguen!
Aleyt cogió la mano de Xoel y echó a correr.
- ¡Aleyt, ¿qué haces?!
- ¡No puedo contartelo ahora! ¡Ayúdame!- Pidió Aleyt con lágrimas en los ojos y fatigada. Xoel giró la cabeza y vio a aquel chico corriendo detrás de ella con cara de pocos amigos.
- ¡Ven por aquí! Mi amigo me está esperando en su coche.
Por fin, Aleyt corrió con el muchacho ya pisándole los talones pero consiguió entrar en el coche con Xoel.
- ¿Quién era ese tío?
Aleyt no podía parar de llorar.
- Mi hermano.
- ¿Qué?
- Ya te contaré... ¡Mierda! He perdido mi móvil...- Dijo Aleyt entre sollozos.
- Bueno tranquila, ¿dónde vamos?
- No lo se Xoel...
- Tengo mi móvil aquí. ¿Quieres hacer una llamada?
- Sí por favor. A mi madre.

Nacho estaba en casa preocupado. Habían pasado ya dos horas y no sabía nada de Aleyt. El móvil estaba apagado y nadie la había visto por la residencia. Llamó a Carol, pero esta tampoco sabía dónde estaba. A clase no había ido. Por fin, alguien llamó a la puerta. Era Aleyt acompañada por Xoel. Nacho se temió lo peor, pero lo que él pensaba no tenía nada que ver con lo ocurrido.

Afortunadamente el tiempo pasó y las cosas volvieron a la normalidad, de momento...

2 comentarios:

  1. Vaya! No me digas que eres de la generación de las "miembras", las "médicas" y los "artistos"? Muy mal me parece...

    ResponderEliminar
  2. Jajajajajajajajajajajaja, así la llamamos aquí joer!!!! xD

    ResponderEliminar