viernes, 11 de junio de 2010

TIRED. CHAPTER VI. PROBLEMAS Y SOLUCIONES.

Nadie puede ser justamente envidiado.- Plutarco.

El sol bañaba por fin las calles de Valladolid en un mes de abril aún fresco. Se agradecian sus rayos en la cara a las 08.00 de la mañana, y también a las dos de la tarde.
Ofelia salía de la facultad y se dirigía a la residencia acompañada de Arturo. La chica estaba muy preocupada por los últimos enfrentamientos con Ajo, Margarita y BH. Seguían tratándola con desprecio y mirándola de mala manera. Arturo también estaba preocupado por Ofelia, sabía que no lo estaba pasando bien e intentaba que se evadiese de aquel mundo. "Sólo te quedan un par de meses", la animaba. Arturo le propuso que descargase toda su fuerza y energía en algún deporte que le gustase, aunque no era fácil para ella ya que le gustaban todos. Oyeron hablar de un grupo de triatlón, y Ofelia prometió a Arturo ir a informarse sobre cómo podía entrar y cómo funcionaba.
Se despidió de él con un pequeño beso y entró en la residencia. Saludó a S.A., que le preguntó cómo iban las cosas con sus antiguas amigas.
- Bueno S.A., ya las conoces... No estamos en un buen momento.
Las monjas de la residencia estaban también pendientes de aquel conflicto, y se alegraban de que Ofelia fuese como era y contara con más gente a su lado.
La chica subió a su habitación y se tumbó en la cama. Quedaban cinco minutos para la comida. De repente, oyó como un papel se deslizaba por debajo de su puerta. Se extrañó y se levantó de la cama para recogerlo y ver de quien era. Se lo imaginaba. Y no se equivocó. Directamente fue a mirar la firma... Ajo.
No sabía si tenía humor para leerla, pero lo hizo:

Hola Ofelia, te escribo esta pequeña carta porque pienso que es la forma más civilizada para decirte las cosas y así evitarnos enfrentamientos innecesarios.

Creo que nunca nos has tratado como nos merecemos... Siempre has ido a tu royo, utilizándonos cuando te apetecía, llamándonos para contarnos tus problemas, luego dices que pasamos de ti cuando todo es al contrario.
Me haces esto a mí... Me ignoras... Me ignoras cuando yo he sido la primera que ha estado a tu lado, aguantándote las borracheras, quedándome contigo cuando estabas enferma... ¿Y esta es forma de agradecérmelo?
Seguramente estés pensando que esto son paranoias mías, pues sí, a lo mejor lo son, pero la verdad es la verdad y tú no vives en un mundo real. Te dedicas a picar de aquí y de allá a lo que más te interesa... Pues de esto ya estoy harta Ofe. No queremos volver a saber nada de ti.
¡Ah! Y si no quieres dejarle a Margarita los libros de clase díselo directamente y punto, no hace falta que pongas de excusa a tu Arturito.
Lo dicho, no queremos saber nada más de ti. Pasa de nosotras. Y por cierto, esta carta espero que no se la enseñes a nadie, aunque no se si confiar en tí un poco...
¡Adiós Ofelia!

Ajo.

"Pues eso... Lo que me faltaba" pensó Ofelia. "Se creen sus propias mentiras, tragiversan esas verdades con mentiras..." La chica estaba harta, más harta que nunca. Y decidió contarselo a Aleyt porque era la única persona que las conocía y realmente sabía desde fuera lo que había pasado.

Durante la comida, Ofelia se acercó a la mesa de Louise, Aleyt, Sara, Ana, Vic, Silvia y Carol, y les estuvo contando aquello de la carta.
- Jajaja, ¿forma civilizada? Yo diría más bien... ¡forma cobarde!- Gritó Louise sin contemplaciones.
- Shhh, baja la voz joder, que te van a oir. - Le aconsejó Silvia.
- ¡Me da igual! ¡Que me oigan! La pena es que no me han oido todavía.
- Jajajaja, - rió Aleyt.-Bueno Ofe pues cuando quieras me la enseñas que me ría un ratico.
- Vale, sube después de cenar que ahora me voy a ver si me apunto a un equipo de Triatlón.
- Pues vaya ganas hija. Vas a morir jaja. - Contestó Ana.
- Bueno chicas os dejo que tengo que hacer un montón de cosas, y quiero bajar al gimnasio que mira que culo tengo...- Dijo Sara.
- Si le doy una hostia, la mato, ¡deja de decir chorradas! - Carol tan sutil como siempre...
- Sara, ¿todo bien?- Le preguntó Aleyt.
Sara sabía perfectamente a qué se refería, y contestó afirmativamente ante las miradas espectantes de sus amigas.
- Aún no me lo creo.- Dijo Silvia levantando la bandeja.
- ¡E! Se acabó la conversación. Mejor no hablar más de esto. Ellos están bien... Pues así quede la cosa. Ya sabeis que a Sara no le gusta hablar del tema. - Zanjó Ana.

Unas calles más hacia el centro, sonaba un despertador.
- ñmnamm.... .... ....
Y otra vez sonó...
- ¡¡¡¿Las dos?!!!!
- ¡Buenos días princesa! - Gritó Genaro irrumpiendo en la habitación de Nur.
- ¡Genaro! ¡Estás vivo!
- ¿Qué dices?
- Uf he soñado una cosa muy extraña jajaja. Que me llamaban al teléfono móvil desde el de casa, y... luego a ti... y luego explotaba la bombilla... ¡Joder! jajaja.
- Anda levántate que ya está la comida. Voy a llamar a Nacho también.
- Ya voy.
No se sabe a que tecla le dio, pero no se fijó en la llamada perdida que tenía en su teléfono móvil...

- ¡Manda narices! - Gritó Aleyt un tanto molesta.
- Fuerte ¿eh?
- ¡Más que fuerte!
- Es que, analízalo bien... Le han dado tal vuelta a las cosas... Que se creen lo que están diciendo...
- Me hace mucha gracia lo de la forma civilizada jajaja, y también que hable por Margarita y BH.
- Cierto...
- ¿Y lo de las borracheras? Yo creo que piensa que me fusiono con ella o algo... jajaja. Con eso de la geme... Porque aquella noche la que se quedó contigo fui yo...
- Jajaja sí... Como manipula de verdad... Aún no me lo creo.
- ¿Se lo has dicho a Arturo?
-Sí...
- ¿Y qué dice?
- Pues nada, qué va a decir... Solo se ha empezado a descojonar.
Ofelia le explicó a Aleyt algunas cosas cómo habían sucedido de verdad, por ejemplo lo del libro de clase. Era cierto que el libro era de Arturo y Ofelia no se había acordado de pedírselo para dejárselo a Margarita. ¿Y con BH después de lo que le hizo con Genaro? Aquello era para pegarse un tiro.
- Bueno maja, me voy que he quedado con Nacho.
- ¿Va todo bien?
- Claro, si fuese mal te habrías enterado jaja.
- ¿Y con el curro qué?
- Ya sabes lo que opino Ofe...
- Ya... Yo pienso igual que tú. No me parece que sean de fiar, sinceramente.
- Me tengo que aguantar porque es lo que él ha elegido. No soy ni su madre ni su conciencia.
- Ya pero a lo mejor necesitas apretarle las tuercas...
- No es mi estilo. Pero bueno, a ver qué pasa.
Se despidieron y Aleyt se dirigió a ver a Nacho.

Ya era de noche. Miércoles.
No se oía un alma por la calle.
- ¡Nur! Me voy a trabajar.- Dijo Nacho con un golpe de la puerta comiéndose las últimas letras de estas palabras.
- ¡Vale!
La luna brillaba y entraba por la ventana de la habitación de Nur. La chica fue a lavarse los dientes, y, cuando se enjuagaba la boca, escuchó su móvil sonar. Corrió por el pasillo a oscuras a contestar... Y se le heló la sangre. Se quedó paralizada... con una lágrima asomándo por los ojos. Agitó la cabeza y volvió a mirar la pequeña pantalla del teléfono.
Sí... Estaban llamando desde su propia casa.
Temblaba como una hoja... ¡Ross!, ¡Genaro!... Pero nadie le contestó. Estaba sola. Cerró la puerta de su habitación y se sentó en la silla de su ordenador. No contestó, y el teléfono seguía sonando.
Ante la angustia comenzó a vestirse para salir de allí.
Todavía le entró más miedo cuando se dio cuenta de que la puerta de salida estaba cerrada por completo, con pestillos y todo. ¿Había sido ella porque se quedaba sola... o no? No lograba recordarlo...
El teléfono sonaba una y otra vez. Se puso histérica.
De repente oyó el girar de una llave y Genaro apareció en la puerta. Se agarró a él y le enseñó el teléfono. Genaro no entendía nada... Nur consiguió explicárselo entre sollozos y, armados de valor, se dirigieron al salón. El teléfono fijo estaba en su sitio.
Allí no había nadie, y el móvil de Nur, de pronto, dejó de sonar.

Pero esta vez no había sido un sueño.

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