domingo, 13 de junio de 2010

TIRED. CHAPTER VI. PROBLEMAS Y SOLUCIONES.

Es fácil perdonar, pero no es tan fácil olvidar que has tenido que perdonar.- Oscar Wilde.

- Bueno ya nos veremos el domingo.- Ana se despedía de Carol. Tenía que irse para casa unos días y ya era hora de resolver algunos asuntos que tenía pendientes.
- Vale. Ya me contarás como va todo...
- Sí, sí. No te preocupes. Me voy que pierdo el tren, maja.
Se dieron dos besos, y Ana salió de Labouré.
De camino a la estación de tren fue pensando en cómo entablaría la conversación con su hermana. Ya necesitaba perdonarla, aunque no podría olvidar nunca lo que le hicieron ambos. Era imposible.

Sara caminaba alegremente por la calle. Venía de la facultad y estaba tan contenta porque había sacado una nota muy alta en un examen que no pensaba aprobar.
La relación con Pelayo iba bien. Quedaban de vez en cuando, pero ya habían hablado de que, aunque podría funcionar, Pelayo se iba al curso siguiente a su tierra para instalarse allí y pisar Valladolid lo menos posible.
Sara no estaba preparada para enamorarse tanto, y mucho menos para tener que soportar una relación a distancia. Pero le tenía un cariño especial a aquel chico...
Aquella noche nunca podría olvidarla, y él tampoco sería capaz.
Estaba llegando al cruce de la residencia cuando se encontró con un conocido. Hacía mucho que no lo veía. Era Joan, el mejor amigo de Xoel. Se habían conocido el día de la Fiesta de Medicina en el campus de Teleco.
- ¿Sara?- El chico no parecía seguro.
A Sara se le puso un nudo en la garganta. Aquellos enormes ojos azules se le clavaron como un alfiler.
- ¡Joan!
Se dieron dos besos.
- Cuanto tiempo, maja. ¿Qué tal? Al final esa quedada con Xoel y Aleyt la tenemos pendiente todavía.
- Llevas razón. Ya me dijo Aleyt, pero entre unas cosas y otras... Nada de nada.
- Bueno pues ahora llevo un poco de prisa, pero te mando un privado por Tuenti la semana que viene y a ver si podemos quedar un ratín, ¿vale?
- Claro, sí sí como tú veas.
- ¡Hasta luego!
- ¡Adiós!
Sara llegó a la residencia con una sonrisilla de oreja a oreja.


Ana dejó atrás la estación de tren de Ávila y se dirigió hacia su casa. Su madre estaría trabajando. Suponía que les había dejado la comida preparada a ella y a su hermana pequeña.
Cuando llegó, parecía que no había nadie, pero se oyó al fondo del pasillo un tímido "hola".
Ana se acercó hasta la habitación donde tenían el ordenador y encontró a Pauli, su hermana.
- Hola Anita...- Dijo con voz temblorosa.
- Hola... Mira Paula, aclaremos todo de una vez. He estado pensando mucho sobre esto. Nunca he creído que una borrachera sea una justificación suficiente para algo que se ha hecho mal, pero eres mi hermana, y te quiero. Estoy dispuesta a olvidar todo esto. Pero que conste que me has hecho mucho daño y me va a costar muchísimo volver a confiar en tí...
- Ana... De verdad que lo siento. Yo estaba muy borracha, no se, no me lo explico porque no bebí apenas... Me encontré con Julio y me dijo que me iba a traer a casa. De repente se empezó a liar conmigo, pero no recuerdo nada más. Ni siquiera recuerdo que te vi... No se lo que me hizo ni lo que yo hice con él... Estoy fatal...
- Déjamelo a mí. Y tú no te preocupes más...- Ana abrazó a su hermana y Pauli rompió a llorar.
- Lo siento Ana, de verdad que lo siento...
- Shh, anda vamos a comer. Y juro que si me entero que ese capullo se aprovechó de ti le va a faltar muralla para correr.
- Te echo de menos, Ana...
- Y yo a ti Pauli.
La madre de Ana contemplaba la escena desde el pasillo. Esbozó una gran sonrisa y dio gracias a Dios por haberle dado una hija como Ana.


Ofelia ya estaba más que integrada en un equipo de fútbol sala. No le convenció el de Triatlón, además la gente era demasiado mayor. Se hizo amiga de un chico mucho mayor que ella, camarero en un buen pub de Valladolid. Se llamaba Manu.
- Oiiii, Aleyt como está de cachondo el tío del fútbol sala. Esta noche he quedado con él en el pub en el que trabajaba...
- ¡De verdad que suerte tienen algunas!- Respondía Aleyt.
Ofe y Manu salían a correr todas las mañanas para no perder la forma ni la costumbre. La chica estaba encantada con cómo la habían acogido en aquel equipo, y lo pendiente que estaba Manu de ella.
Aquella noche fue al pub donde Manu trabajaba.
- ¡Holaaaa!- Gritó Ofelia desde la puerta.
- Mira quién está aquí.- Dijo Manu guiñándole un ojo.
Ofelia se pidió un Nestea y charló con Manu sobre cosas diversas...
- Por cierto Ofe, tengo que pedirte algo a ver si te apetece.
- Dime...
- Este fin de semana me voy a Sevilla a una cena que da una amiga mía que es restauradora por haber finalizado con éxito las reparaciones de la catedral. ¿Te apetecería acompañarme?
- ¡Sí!
Ofelia se silenció un momento.
- Bueno espera, he contestado muy rápido jaja.- Ofe pensó por un momento en Arturo...- Me encantaría acompañarte Manu... Pero no puedo, tengo que estudiar muchísimo...
- Lo entiendo. Bueno pues tú te lo pierdes...
Manu pasó el fin de semana en Sevilla.
Ofelia estaba estudiando en la residencia y envió un mensaje al muchacho para ver que tal iba.
"Fatal" contestó, acompañando el texto del mensaje con la foto de una botella de Moet Chandon.
"¡Será cabrón!", pensó Ofelia entre risillas.
A los dos días, Manu apareció en la residencia de las chicas con un paquete para Ofelia. Una botella de Moet Chandon. Ofelia le dio las mil gracias y prometió bebérsela con él el día de su cumpleaños.
Ofelia tenía sus dudas sobre la acción de aquel chico y, como siempre, le preguntó a Aleyt.
- Yo creo que es un detallazo por su parte Ofe, aunque no descartaría la posibilidad de que quiera algo más que beberse una copa de champagne...- Le dijo Aleyt sincerándose.
- No, no... No lo creo... ¡Aunque no me importaría! jajaja.
- ¡Gansa, que eres una gansa! jajaja.

Ofelia, tal y como había prometido, salió el día de su cumpleaños a celebrarlo con Manu y beberse la botella de champagne.
No quedaron en el Aire, quedaron en el piso de Manu.
Se lo pasaron genial. Hablaron sobre el progreso tan positivo de Ofelia en el equipo de fútbol y... una cosa llevó a la otra y (puntos suspensivos).
Otra que adoraba el sexo.

Aleyt y Carol salieron a andar por la mañana temprano un lunes. Iban haciendo el ganso todo el camino. Después de una hora y media de recorrer el paseo del río, se dirigieron a la residencia a "hacer algo productivo".
- Joder que ganas tengo de irme de viaje la semana que viene.
- Traeme a algún italianini guapo. - Le pidió Carol.
- ¡Tú todo el día pensando en lo mismo! ¿eh? jaja.
- ¿Y tú no?- Contestó Carol.
- Pues sí, para qué te voy a engañar. Pero tú ya tienes un rollete majo ahí con Xoel ¿eeeehhh?- La vaciló Aleyt.
- ¡Que te jodan! Y a ver cuando se repite, pero pa mí que ya tiene otra cosa por ahí con alguien sospechoso...
- ¿Cómooooo?
- Tú me entiendes...
- Jjajaja, ¿con Leyre? jajaja.
- Ya te digo. El punto y la I... No quiero pensar cómo lo harán.
- Joder Carol, ¡joder!
Caminaban por la puerta del Museo de Escultura y se encontraron con una persona conocida.
- ¡Hola Aleyt!
Aleyt se quedó mirando pensativa. "Aelo..." pensó.
- ¡Hola!
- ¿Qué tal? ¡Cuánto tiempo!
- Bien, ¿y tú?
- Bien... ¿Dónde te has dejado a tu mozo?
- Pues durmiendo estará. Nosotras vamos ya para la residencia.
- Yo también. Adiós.

- ¿Quién era la parda esa?- Preguntó Carol.
- Aelo...
- Vaya nombre, hay que joderse.
- Jajaja. Es amiga de Nacho y estos... Y ex de Genaro.
- Este muchacho tiene el gusto atrofiado.
- ¡Qué borde jaja!
- Sí, dirás que te cae bien por la cara que has puesto... jaja.
- ¿Te acuerdas del día que Peri reventó el extintor de clase que yo llegué con tan mala hostia?
- Sí... jajaja. ¿Cómo no me voy a acordar de ese día?
- Pues esta era la que me puso así...
- ¡Anda y que la den!
Y al llegar a Labouré hicieron de todo menos algo productivo.

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