jueves, 10 de junio de 2010

TIRED. CHAPTER VI. PROBLEMAS Y SOLUCIONES

Aleyt no podía más. Tenía que hablar con Sara. Era urgente. El día anterior le había dicho, literalmente, "ayer estuve con Pelayo", pero no le pudo contar más. Así que tenía que saber qué había pasado entre ellos. Tenía que saber si se trataba de algo bueno o malo, aunque ella ya lo intuía por la sonrisilla que le había puesto cuando se lo dijo. Así que después de cenar unas albóndigas un poco sospechosas la cogió por banda y se la llevó a su habitación. Llevaba todo el día pensando en eso, pues casi no la había visto. Ésta iba a ser una de esas conversaciones pijamiles entre chicas que se alargarían un poco. Se sentaron en la cama cuando llamaron a al puerta. Eran todas sus amigas, excepto Vic, que no había ido a cenar. Al parecer se habían enterado de que algo había pasado con Pelayo y no se querían perder ningún detalle. Sara se puso nerviosa, era demasiado público para esa historia. Aunque eran sus amigas y merecían saberlo. Pero, claro, supuso que luego tendría coñitas para rato. Y no se equivocaba.
-Bueno, a ver, qué pasó con Pelayo, ¿te lo tiraste o qué? -bromeó Carol
-Ala, tía, no seas tan burra jajaj -dijo Aleyt
Sara se ruborizó
-¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE?????? ¿EN SERIOOOOO?? -gritó Aleyt
-Bueno, a ver...Esque...
-ESQUE NADA! DIOSSS, QUÉ FUERRRTE. CUENTAAA! -exclamó Louise
-Pero queremos detalles, por Dios!
-Bueno, os lo voy a contar

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Vic no había ido a comer las "maravillosas" albóndigas de la resi. Se había liado un poco por la tarde. Había acudido al piso de Nacho y éstos a decirles que si le podían guardar unos porros para que no se los viese ninguna monja, con la promesa de que se los fumaría con ellos el próximo fin de semana. Llegó al portal y se encontró con la puerta abierta, así que subió directamente. Llamó al timbre y, tras esperar unos segundos, le abrió Ross.
-Hola, Ross
-Hola, Vic, ¿qué tal?
-Muy bien. Venía a pediros un favor.
-Claro, pasa.
Una vez acomodados en el salón comenzaron a hablar.
-¿Estás solo?
-Sí. Bueno, más o menos. Nur y Genaro no están, Pelayo está en Asturias y Nacho está durmiendo la siesta, así que como si estuviese solo.
-jeje claro
¿Era ella o ese chico tenía algo especial en los ojos?
-Bueno, a lo que iba. Venía a ver si podías hacerme un favorcillo. Tengo aquí unos porros y como las puertas de la resi no tienen pestillo, no quiero que las monjas me los vean, que se puede armar una...
-Entiendo. Bueno, pues claro, puedes dejarlos aquí.
-Este finde podemos hacer algo todos y les damos caña, si te parece.
-A mi genial. Y seguro que a Genaro también. Así que ya hay plan.
-Bueno, pues eso...
-Si...
-!Gracias!
-Nada.
Vic se levantó y se acercó hasta la puerta.
-Oye... -le dijo Ross
-¿Sí?
-¿Te apetece que vayamos a tomar algo? Si tienes tiempo, vamos...
-Eh...Vale, sí. Claro, me apetece.
Ross cogió las llaves y marcharon.

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Ni en un partido de Wimbledon había tanto silencio como en aquella habitación. Todas estaban expectantes ante la historia que les iba a relatar Sara. Ésta tragó saliva, se relajó como pudo y empezó a contar:
-Resulta que me llamó diciéndome que tenía que hablar conmigo. Yo accedí, por supuesto. Y nos vimos en un bar del que había oído hablar a Genaro alguna vez: el Picadilly. La verdad es que estaba muy bien, decorado muy chulo y con una música genial. El caso es que me dijo que le había estado dando vueltas al asunto ese de la mano, ya sabeis, cuando, estando por Oviedo le fui a agarrar la mano y él se apartó. Me reconoció que había hecho eso por impulso, como si hubiese sido un acto reflejo. Pero que luego se dio cuenta de que le apetecía. Me dijo que yo era muy guapa y que no le importaría viajar hacia atrás en el tiempo y no apartarse, a ver qué sucedía. Yo, en ese momento, no supe qué hacer. Pensé por un momento en Genaro y lo que pasó aquel día. Pero oye, que le den. A mi el que gusta es Pelayo, lo de Genaro fue...no se...una tontería. Y además ya comprobé que a él le da igual. No se ni por qué sigo dándole vueltas, la verdad. ¡Fuera! Que le den. Perdonad, chicas, ya sigo. El caso es que le besé. Sí, así, sin más. Fue impulsivo. De hecho, no se lo esperó, pero tampoco se apartó, que es lo importante. Nos besamos durante un buen rato. Los calores empezaban a aflorar en mi cuerpo. Sus besos, tan húmedos, hacían que me excitase. Noté los pezones empezar a ponerse duros por debajo del sujetador. Pero eso no me frenaba. Al contrario, me daba alas para continuar. ¡Dios, quería seguir! Quería ir a más. Quería que me llevase a su casa. Me advirtió que nunca había estado con nadie antes. Y eso a mi no me importó. Al contrario. Casi me puso más cachonda todavía. Media hora más tarde estábamos en su casa desnudándonos. Si os digo la verdad me sorprendí con él. Parece tan tímido, tan callado...pero cuando se pone...¡se pone! Y vaya que si se pone. No dejaba de acariciarme mientras me desnudaba. Ni de besarme. Cuando nos quedamos en ropa interior, sus manos no dejaban de recorrer todo mi cuerpo en busca de rincones por explorar. Nuestras lenguas chocaban una y otra vez y aún no sé cómo no se rasgó mi sujetador ante la ardiente ansiedad de mis pezones tratándose de abrir paso a traves de la tela. Me tumbó en la cama y me quitó las braguitas con brusquedad. Una brusquedad que agradecí con todo mi ser. Oh, sí, sigue así. Su lengua ya no solo se dedicaba a encontrarse con la mía. Ahora bajaba. Y bajaba. Pasó la cordillera, siguió hacia la meseta y continuó introduciéndose en mi ombligo mientras sus dedos exploraban mi sexo. De arriba a abajo. De un lado a otro. Por dentro... Pronto los sutituyó por la lengua. Me lo lamió como nunca nadie lo había hecho. Madre mía, no sabía que era multiorgásmica. Ese chico que parecía tan tímido me estaba llevando a las puertas del cielo. Tenía el coño a punto de explotar! Y lo mejor era que casi ni habíamos empezado. Se quitó los calzoncillos mientras yo le abría un condón. Madre mía, no dejaba de sorprenderme este chico. Se sacó el miembro. Era descomunal. Nunca había visto nada igual. Me embistió salvajemente, una y otra vez. Ahora no era tiempo de ninguna otra cosa. Solo de embestir. Embestir y disfrutar. ¡Y tanto! De repente me dio la vuelta. Me puse de rodillas y noté como me entraba hasta el fondo mientras me agarraba del pelo. Una y otra vez. Era incansable. Mis expectativas se habían superado con creces. Seguimos un buen rato. Os juro que fue el mejor polvo de toda mi vida. Cuando acabamos estaba feliz. Feliz y cachonda. Quería más.
-...
No había palabras en el grupo, no sabían que decir. Carol fue la que rompió el hielo:
-Me he puesto cachonda.

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Después de cenar, Nuria y Genaro estaban solos en casa. Nacho se había ido a trabajar y Ross no había vuelto desde que saliese de casa por la tarde con Vic. Estaban en la habitación de ella mientras se echaba un cigarro. Charlaban animadamente sobre cualquier tontería. Cuando dieron las doce, Nuria recibió una llamada perdida. Fue a comprobar quién había sido y se quedó petrificada cuando observó que le llamaban desde el teléfono de casa. No podía ser, estaban solos. Se lo comunicó a Genaro y se pusieron un poco nerviosos.
-¿Qué hacemos? -preguntó ella.
-No lo se...supongo que habrá que ir al salón a ver si está el teléfono.
-Bueno, vamos.
Salieron de la habitación y se pusieron aún más nerviosos. La casa estaba completamente a oscuras y reinaba un silencio inquietante. Parecía como si hubiese más silencio del habitual. Parecía que alguien les observaba. Se dirigieron cautelosos hacia el salón. Abrieron con cuidado la puerta, encendieron la luz y se adentraron en él. El teléfono estaba allí, sobre la base donde descansaba todos los días. En ese momento el móvil de Genaro sonó. Se asustaron. Con una parsimonia fuera de la habitual, como queriendo que la llamada se cortase, bajó lentamente la mano hacia el pantalón y cogió el móvil. El vello se le erizó cuando comprobó que le llamaban desde casa. Desde ese teléfono que tenían delante. Un escalofrío les recorrió el cuerpo. No paraba de sonar la melodía que él había elegido como tono. No sabía por qué, ya que no quería hacerlo, pero le dio al botón verde y acercó el móvil hacia la oreja. Oyó como una respiración. Nada más. Como si alguien respirase detrás de la línea. En ese momento el estruendo de la puerta cerrándose les hizo dar un respingo. La bombilla de la lámpara explotó. Estaban a oscuras. Encerrados en su propio salon. Y, aunque era imposible, no estaban solos...


Capítulo escrito por gero (http://escanciadordepalabras.blogspot.com). Gracias.

2 comentarios:

  1. Madre...en cuanto lo vea Lorena va a arder Troya jajajaja, que risas me he echado, se te veia inspirado eh?? ejem... muahahaha que mala que soy!! Es broma, MUY BUENO

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  2. Me gustas más cómo escritor de novela de terror que como escritor de novela erótica... ajajajaj muy divertido!!

    (Soy Tere desde la room de Andrea!!! :D )

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